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Los bomberos españoles que estuvieron en Haití: "El mundo se volcó, pero no dimos abasto"

  • La foto de Félix del Amo tras salvar a un niño de dos años dio la vuelta al mundo
  • Pasó 10 días buscando supervivientes y un año después recuerda cómo lo vivió
  • "Todos pueden ayudar; si envías un medicamento eres más héroe que yo"
  • Reconoce que su experiencia en Haití le cambió: "Jamás vi tanto muerto junto"

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Los bomberos españoles en Haití: "El mundo se volcó, pero no dimos abasto"

Una fotografía hizo de él y sus compañeros la estampa de la esperanza en la tierra del caos. Félix del Amo protagonizó decenas de portadas de periódicos al sacar con vida a un pequeño de dos años, llamado Redjeson, de un escondrijo, "en el que había sitio para él y sólo para él". Hoy, un año después de que la tierra temblara en Haití, este bombero de Valladolid rememora para RTVE.es cómo fue enfrentarse a la desolación más absoluta durante 10 días.

Gente perdida, a la deriva y desesperada, en busca de familiares o de algo que llevarse a la boca. Ésos son los primeros recuerdos de Del Amo nada más poner pie en Haití, a donde llegó junto a otros siete bomberos de Castilla y León sólo 24 horas después del terremoto de magnitud 7,3 grados en la escala Richter.

Ancianos, niños y padres rebuscando entre los cascotes y suplicando ayuda a los miles de voluntarios que recorrían las calles de Puerto Príncipe intentando saber por dónde empezar.  "Mira que se volcó el mundo, pero pasaban las horas y no dabas abasto a reconocerlo todo. Decíamos: Venga, busquemos en este edificio... Pero, ¿y si hubiera alguien en ése, o en aquél?", explica este hombre de poco más de 40 años, que desde hace seis dirige el Parque de Bomberos de Tordesillas.

"He visto muchos muertos, nunca tantos juntos"

En su primera misión en el extranjero, Del Amo tardó poco en comprender que hasta entonces jamás se había enfrentado a algo como lo que vivió en el país caribeño. "En el tiempo que llevo trabajando, he vivido muchas situaciones y he visto a mucha gente muerta. Pero nunca esa cantidad junta", apunta este bombero, que recuerda bien cómo el hedor les acompañó durante días.

"Cuando llegamos al campamento, después de nuestro primer día de trabajo allí, todos los de la organización y los medios nos decían: "Oléis a muerte.. ." Y ni oreando la ropa conseguimos desprendernos de la pestilencia", explica Del Amo, que junto a sus compañeros consiguió sacar con vida a dos supervivientes de edificios derruidos.

No logramos quitarnos el olor a muerte durante los 10 días que estuvimos

Redjeson, 'Reggi', como él le llama, fue la máxima recompensa a su titánico esfuerzo. "En cuanto me vio en el agujero, abrió sus ojos enormes y me lanzó las manos. No nos entendíamos, pero yo sólo intentaba hacerle comprender que estábamos ya allí. Y con su mirada él sólo me decía: Deja de hablarme y sácame ya de aquí", recuerda entre sonrisas.

Casi sin herramientas, apenas con una maltrecha sierra que les prestaron los haitianos, los bomberos españoles consiguieron hacer sitio para colarse en el diminuto agujero en el que había sobrevivido el pequeño durante dos días. "Le acerqué una bolsita con agua pero no tenía fuerzas ni para sujetarla", evoca este vallisoletano.

Viudas y huérfanos celebraron el rescate de 'Reggi'

"Cuando el niño salió, eso fue una locura, una auténtica fiesta de la que participó gente que tenía a mucha gente muerta allí abajo. Pero daba igual, en ese momento sólo se celebraban que Reggi estaba bien", apunta desde el asombro Del Amo, a quien este rescate dio "unas ganas de vivir tremendas".

La imagen de un bombero español rescatando con vida a un niño de dos años sepultado durante tres días, ha dado la vuelta al mundo. Todos nos agarramos a lo que significa: la esperanza de que los supervivientes aguanten bajo los escombros, hasta que alguien pueda llegar a ellos. Pero no sólo es emocionante para nosotros que lo vemos, los propios bomberos que intervinieron en la operación dicen que no hay nada comparable.

El jefe de bomberos de Tordesillas asume su profesión como un trabajo vocacional, " de corazón", que no entiende de horarios ni de esfuerzos. Su peor recuerdo de aquellos días fue una niña, casi adolescente, entre los escombros y a la que tuvieron que dejar abandonada, aún con vida y aplastada entre piedras.

"Estaba tan atrapada que sólo pudo pestañear, tenía su cabeza aprisionada entre dos grandes piedras", explica con franqueza este bombero, con 15 años de profesión a sus espaldas, y que aún no "digiere" aquel 'abandono'.

"A duras penas respiraba tras pasar cinco días sepultada pero conseguimos llegar hasta ella. Cuando íbamos a intentar moverla, nuestros escoltas nos dijeron que había violentos disturbios fuera, que nuestra seguridad peligraba y que si no nos íbamos no nos podían asegurar que saliéramos de allí vivos".

El peor recuerdo, la mirada de un ser abandonado

Del Amo no olvida la mirada de aquella superviviente, que no entendía por qué aquellos extraños retrocedían y los perdía de vista después de que por fin la hubieran encontrado. "Al salir, tuvimos que decir a los haitianos que nos habían visto trabajar allí las dos últimas horas que la niña acababa de morir.  Si nos les mentíamos, nos hubieran matado ellos", acierta a decir este bombero, sobrecogido por el recuerdo.

"Es algo de lo que no hemos hablado mucho a nuestra vuelta los compañeros que fuimos, porque profesionalmente no estamos preparados para aquello, para abandonar a alguien", admite este hombre curtido, cuya profesión le obliga a menudo a asistir a víctimas de accidentes de tráfico, que quedan atrapados en el amasijo de hierros a los que quedan reducidos muchos de los coches siniestrados.

Nunca habíamos abadonado a alguien, allí tuvimos que hacerlo

"Hemos rescatado gente viva, gente muerta, hemos tardado días... Pero nunca hemos dicho, vámonos, ahí te quedas. Es algo que no sabemos hacer y allí lo tuvimos que hacer", admite.

Con lágrimas asomando a sus ojos, Del Amo hace balance de su experiencia en Haití. "Algo así te cambia. Ver a tanta gente destrozada, que lo ha perdido todo pero que tira para adelante, te hace pensar que aquí lo tenemos todo", asegura este voluntario, al que Haití "le enseñó mucho".

El héroe fue el niño y sus coraje para salir de allí sonriendo

"El héroe fue Reginald, un niño de dos años que tuvo el coraje de salir de allí sonriendo y abrazándonos. Yo he aprendido de él",  dice con suma sencillez este agente que anima a todo el mundo a seguir colaborando con el pueblo haitiano. "Yo no sé hacerlo de otra forma, fui allí y hice lo que pude. Pero todo el mundo puede colaborar, quien manda un medicamento y salva diez vidas es más héroe que yo".