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El Aaiún, una ciudad tomada por el Ejército

  • En el centro se respira normalidad, en los barrios del este todo son policías
  • En cuanto te acercas, hombre te preguntan con violencia por tu profesión
  • Tres españoles y un mexicano permanecen escondidos por miedo a represalias

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Las calles del El Aaiún, cercadas por policías

La ciudad de El Aaiún, donde a principios de semana fue desmantelado violentamente un campamento saharaui, continúa bajo un fuerte control policial, con agentes antidisturbios desplegados junto a soldados y policía local marroquí.

Pasear por sus calles puede ser una experiencia apacible o realmente estresante,  en función de por qué barrios circules. En el centro de la ciudad, se respira normalidad, con los comercios abiertos, algunas personas en las aceras y el trasiego de taxis.

Sin embargo, acercars a los barrios del este, en donde se vivieron los disturbios, permite oler el rastro de la violencia. En cuanto te acercas a la zona, varios hombres se acercan y te exigen de forma violenta que expliques cúal es tu profesión y por qué estás allí.

La ciudad de El Aaiún, donde a principios de semana fue desmantelado violentamente un campamento saharaui, continúa bajo un fuerte control policial, con agentes antidisturbios desplegados junto a soldados y policía local marroquí. Pasear por sus calles puede ser una experiencia apacible o realmente estresante, en función de por que barrios circules. En el centro de la ciudad, se respira normalidad, con los comercios abiertos, algunas personas en las aceras y el trasiego de taxis. Sin embargo, acercars a los barrios del Este, en donde se vivieron los disturbios, permite oler el rastro de la violencia. En cuanto te acercas a la zona, varios hombres se acercan y te exigen de forma violenta que expliques cuál es tu profesión y por qué estás allí.

Esos barrios, donde presuntamente el Ejército marroquí busca casa por casa a los activistas saharauis -en donde hay escondidos tres españoles y un mexicano-, están poco concurridos. Calles vacías, silenciosas y en donde lo único que existe son militares.

Nadie quiere hablar, tienen miedo

Mi intención es hablar con los ciudadanos de estos barrios, para conocer qué ha pasado estos días en los que los periodistas no han podido trabajar sobre el terreno. Pero no es sencillo. He intentado hablar con taxistas o con personal del hotel donde me alojo, pero tienen miedo y nadie quiere hablar.

Me sorprende el gran número de muestras de fidelidad que hay en cada esquina de la ciudad. Cada cruce está presidido por grandes carteles con la imagen de Mohammed VI. Además, son muchas las bandejas con sus fotos que han colocado en sus viviendas la gente.

Rabat ha expulsado en las últimas horas a tres periodistas españoles que consiguieron burlar el cerco informativo y no permitió desembarcar a la periodista de TVE Cristina Alcaine.

Viajé de noche para burlar los controles

Para llegar aquí, he viajado de noche. Cogí un avión desde Casablanca a Agadir. Allí, opté por tomar un autobús y luego un taxi. He pasado cinco controles de seguridad, pero sólo en uno tuve que identificarme.

Mis mayores miedos se centraban en cómo cruzar el puesto fronterizo de El Aaiún. Crucé de noche y el hecho de que viajara en taxi me permitió pasar desapercibido, porque los controles eran más exhaustivos para aquellos que viajaban en autobús.