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Ante las críticas, Obama defiende la gestión del Gobierno en el vertido

  • Obama asume la responsabilidad, "es mi trabajo"
  • Prohibe nuevas prospecciones submarinas hasta final de año

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"No existe garantía de éxito". Con esta cautela ha calificado el presidente de EE.UU., Barack Obama, los esfuerzos para controlar el vertido de petróleo en el Golfo de México.

Y a partir de ahí, ha dedicado resto de la rueda de prensa a defender la gestión del Gobierno federal en la crisis. Nunca había estado tan acorralado. Rara vez había concedido tanto tiempo, más de una hora, a responder a los periodistas. Y ha concluido diciendo: "si alguien se pregunta quién es el responsable,  yo asumo la responsabilidad, es mi trabajo".

Arrecian las críticas contra su administración, a la que se acusa de mantenerse al margen de los esfuerzos, de ser perezosa en la respuesta, de despreciar la ayuda de otros países, de corrupción. Y lo peor, la comparación con el huracán Katrina y su antecesor Bush.

Enfadado y frustrado ante la tragedia

Obama ha insistido una y otra vez en que el Gobierno federal ha estado al frente de las operaciones de limpieza y control desde el primer minuto. "Desde que se hundió la plataforma, ha sido nuestra principal prioridad", se ha defendido, "he mantenido más reuniones sobre esta crisis que sobre el incremento de tropas en Afganistán". No obstante, admite que "siempre podemos hacerlo mejor".

"Es una tragedia, un desastre sin precedentes", ante el que el Presidente dice estar frustrado y enfadado. "Haremos todo lo necesario para proteger y limpiar la costa, para ayudar a los afectados y asegurarnos que cobran su indemnización". La factura la pagará íntegramente BP, reitera.

"Es falso que el Gobierno se haya mantenido al margen", concluye. Su administración ha reunido un equipo de cerebros que han supervisado cada uno de los pasos que han intentado los ingenieros de BP. En particular, el último. Este jueves se verá si tiene éxito taponar el pozo mediante lodos químicos y cemento, una técnica conocida como "top kill". No está exenta de riesgos.

Obama cierra el grifo ante la peor catástrofe

En 37 días, se han vertido más de 100 millones de litros de petróleo, según el Instituto Geológico de EE.UU. Cuatro veces más de lo que decía BP. El doble de lo que derramó el Exxon Valdez, la que era la peor catástrofe medioambiental hasta la fecha. Y ha mostrado que la tecnología del Gobierno no es superior a las de las petroleras, como ha reconocido el Presidente.

Ante el desastre, Obama ha anunciado la suspensión de las perforaciones petrolíferas submarinas hasta final de año, tanto en Alaska como en el Golfo de México. La decisión pone blanco sobre negro la moratoria informal que impuso después del accidente en la plataforma de BP el pasado 20 de abril. Es también una llamada de atención, dice, para avanzar en el desarrollo de energías limpias. Y anticipa que harán falta más reformas para impedir que se repita una crisis como ésta.

El desastre ha puesto también de relieve el compadreo entre petroleras y supervisores. Obama ha reconocido públicamente la corrupción. Este jueves ha rodado la segunda cabeza en la agencia de Minas, el organismo que concede las licencias y cobra los derechos de prospección. Su directora gerente, Elisabeth Birnbaum, ha dimitido. A diferencia del primer cese, el de Chris Oynes, que llevaba 12 años en el cargo, Birnbaum había sido nombrada por la administración Obama.