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Google recula en la digitalización de libros

  • Google revisa su acuerdo con autores y editores para digitalizar libros
  • Tratar de sortear las críticas de monopolio y violación de derechos
  • El nuevo acuerdo restringe el catálogo al mundo anglosajón
  • Abre la puerta a otros competidores en el mercado de libros huérfanos
  • Google pretende blindarse ante posibles demandas

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Portada en español de Google Books
Portada en español de Google Books

El buscador universal de internet, Google, quiere ampliar su negocio. El año pasado firmó un acuerdo con editores y autores para digitalizar libros descatalogados o "huérfanos", aquellos en los que se desconoce quién tiene la propiedad intelectual.

El contrato levantó ampollas en gobiernos europeos y asiáticos, sociedades de gestión de derechos y competidores potenciales, como Microsoft o Amazon. Incluso el departamento de Justicia de EE.UU. puso reparos: monopolio en el acceso electrónico y violación del copyright.

La presión ha obligado a Google a descafeinar el acuerdo para digitalizar entre 50 y 100 millones de obras y distribuirlas online. Los nuevos términos están ahora en manos del juez neoyorquino, Denny Chin, que tiene la última palabra sobre Google Books.

Un catálogo anglosajón; de momento

La nueva versión del contrato restringe la digitalización a obras publicadas en Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia o Canadá. Este límite pretende aplacar las objeciones de los gobiernos alemán y francés. Entendían que el acuerdo inicial violaba la protección de derechos de autor en sus países.

No obstante, Google negociará en las próximas semanas con los editores europeos para alcanzar acuerdos similares al alcanzado en Estados Unidos. En todo caso, si algún libro europeo está registrado en la oficina del copyright norteamericana, entra de lleno en el paquete ya firmado.

Un negocio ambicioso

Los usuarios de la biblioteca digital de Google tendrán libre acceso al 20% del texto de cada libro y podrán adquirir el resto desde su propia casa. Google venderá suscripciones a toda la colección a universidades y otras instituciones. Las bibliotecas públicas se lo ofrecerían gratuitamente a sus lectores.

El volumen de negocio es proporcional a los 125 millones de dólares que cuesta el acuerdo de Google con editores y autores. El problema estaba en la letra pequeña, que concedía un monopolio virtual en la publicación de obras descatalogadas y huérfanas. Y sin competición, argumentaban los críticos, Google podría subir los precios cuando se le antojara.

El nuevo acuerdo abre la puerta a otras empresas. En los términos originales, Google se aseguraba que ninguna otra empresa pudiera conseguir un contrato mejor con los editores. Ahora se crea un fondo fiduciario -independiente- que podrá vender la licencia de publicación a otras compañías.

Sin embargo, persisten otras cuestiones espinosas. La principal es que Google sigue blindada contra posibles demandas en la publicación de aquellas obras cuyo propietario intelectual se desconoce. Una ventaja apreciable sobre sus competidores.