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Moldavia, un país de emigrantes lejos de coger el tren que lleva a la Unión Europea

  • Con sueldos inferiores a 100 euros mensuales, es el país más pobre de Europa
  • Moldavia es un país de niños y jubilados marcado por la emigración
  • Un cuarto de la población vive en el extranjero, sobre todo en Rumanía
  • El nuevo gobierno de coalición tiene el objetivo de entrar en la UE
  • El tráfico de personas y la explotación es uno de los lastres del país
  • Otro importante conflicto está en la región separatista de Transnistria

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A la cola de Europa en todas las estadísticas está esta pequeña república del este, enclavada entre Rumanía y Ucrania, donde el salario de un médico o de un profesor de universidad no llega a los 100 euros mensuales.

La mejor opción para los que están en edad de trabajar es emigrar. Un millón de moldavos, la cuarta parte de la población, vive en el extranjero, lo que hace a Moldavia, en gran medida, un país de niños y jubilados.

Un ejemplo es Dan Caluguranu, un niño moldavo de 7 años. Vive con su abuela Antonina en un pequeño pueblo llamado Floreni. Sus padres eran maestros, con un sueldo miserable. Se fueron a Francia y ahora trabajan él en la construcción y ella en el servicio doméstico. Ganan más, pero a un alto precio: llevan sin ver a su hijo 4 años.  "Pero hablamos todos los días por teléfono", nos dice Dan.

Rumbo a Rumanía

A la hora de emigrar, Moldavia mira hacia Europa. La incorporación de Rumania en enero de 2007 ha abierto una puerta y aumentan los moldavos que aprovechan los vínculos históricos y culturales entre los dos países para pedir el pasaporte rumano y, con él, el derecho a trabajo en la Unión.

Es un proceso burocrático largo, pero posible. Rumania concede al año la doble nacionalidad a unos 10.000 moldavos. Así, una parte de los "rumanos" que vienen a trabajar a España son, en realidad, moldavos.

Entrar en la Unión Europea es también el objetivo del recién formado gobierno de coalición, tras desbancar a los comunistas del poder. Una meta que respalda el 75% de los moldavos. Pero el camino será, sin duda, largo y con muchos obstáculos. En primer lugar, la economía.

Moldavia es un país básicamente agrario que vive de las remesas de los emigrantes (entre el 35 y el 40% del PIB). "Los moldavos no confían en el futuro de su país. Todos quieren emigrar y así es difícil que los inversores extranjeros pongan aquí su dinero", nos explica Cesare de Montis, jefe de la delegación de la Comisión Europea en Moldavia.

El tráfico de seres humanos

Entre los múltiples problemas sociales destaca el de la trata de personas. El desesperado intento por escapar de la miseria hace que hombres y sobre todo mujeres acaben siendo víctimas de alguna mafia que les explota laboral o sexualmente.

Las autoridades moldavas son hoy conscientes de este problema y afirman trabajar para atajarlo. En los últimos años se han abierto decenas de procesos judiciales contra traficantes y también se han puesto en práctica medidas para atender a las víctimas.

"El número de afectados se reduce de año en año", asegura Eugenia Benigni, de la misión anti-tráfico de la OSCE. Aún así, solo el año pasado salieron a la luz 160 casos. Un número elevado pero que supone casi la mitad de los registrados en 2007.

El conflicto de Transnistria

Esta región separatista es otro gran escollo de cara a una futura entrada en la UE. Todos los problemas de Moldavia (bajos salarios, emigración masiva, trata de seres humanos) se repiten aquí y, además, amplificados.

El gobierno moldavo no tiene ningún control sobre este territorio. Las autoridades locales no están reconocidas por ningún país extranjero y sobreviven gracias al apoyo de Rusia.

Lejos queda ya la guerra que a principios de los noventa enfrentó a Moldavia y Transnistria, con 1.500 muertos. A día de hoy las poblaciones de los dos lados del Dniéster (el río que da nombre a la región) mantienen contactos fluidos y con muy aislados incidentes.

Sin embargo, aún hay allí entre 1.200 y 1.400 soldados rusos. También la estatua de Lenin frente al Parlamento recuerda que muchas cosas no han cambiado desde la época soviética.

Con este pesado vagón de cola, que empuja hacia Moscú, Moldavia está todavía lejos de coger el tren que lleva a la Unión Europea