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La desnutrición infantil, además de matar, sale cara

  • El gasto en sanidad para frenarla supone millones de euros
  • Que los niños no asistan a clase o las bajas por enfermedad incrementan el precio
  • En Bolivia, país en el que se centra el informe, el coste ronda el 6% de su PIB

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Un problema tan global como es la desnutrición infantil, además de afectar el estado de salud de los más pequeños de por vida, inhibir su desarrollo congninitivo e incluso incrementar el riesgo de muerte en los menores de cinco años; supone un impacto económico para los Gobiernos de los países que la sufren.

Un informe presentado por Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que refleja la situación de Bolivia en 2005, concluye que, en este país, el coste derivado de la desnutrición en niños supone casi 390 millones de euros, el 5,8% de su PIB.

Uno de los motivos es el coste en sanidad, que ese año se incrementó en 9,8 millones de euros por la atención a las patologías derivadas de la mala alimentación. Además, el hecho de que casi 2.000 alumnos repitieran clase en primaria y secundaria por no poder asistir a clase supuso un coste adicional al sistema educativo boliviano.

Por otra parte, la menor escolaridad debida a los problemas de desnutrición derivó en una pérdida de productividad de 154 millones de euros. A estos hay que sumar otros 224 millones de euros, los que han supuesto el fallecimiento por desnutrición de las personas que en 2005 habrían pasado a formar parte del mercado laboral boliviano.

En suma, este impacto económico es "un lujo que un país como Bolivia no puede permitirse", según este informe denominado 'El coste del hambre en Bolivia', que recomienda reducir al menos un 2,5% la desnutrición global para disminuir a un tercio los costes que se derivan de este problema.

El Programa Mundial de Alimentos (PAM), que ha elaborado el estudio, y CEPAL señalan que Bolivia podría ahorrar 178 millones de euros hasta 2015 si avanza en erradicar el hambre.

En Latinoamérica la desnutrición crónica afecta a millones de niños. Sus efectos son, en gran medida, irreversibles y se relacionan estrechamente con la extrema pobreza.

La situación es particularmente grave en los países centroamericanos y andinos. Guatemala presenta la cifra más alta de la región con un 24,2%, según otro informe presentado por CEPAL y UNICEF en 2006 (pdf).

Pero el hambre está presente en otros continentes y África es uno de los más castigados. El coordinador de la ONU, John Holmes, advirtió el pasado año que los niveles alimentarios son peligrosamente bajos en gran parte de Etiopía, Somalia, Eritrea, el norte de Kenia y en Uganda. Desde principios de 2008 se han duplicado los individuos desnutridos en esta zona, que ya son 17 millones, según datos oficiales. 

El número de personas que pasan hambre en el mundo ascendió en 75 millones en 2007, llegando a un total de 925 millones.