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La FAO reúne a los líderes mundiales para que busquen una salida a la crisis alimentaria

  • 50 jefes de Estado y de Gobierno buscan soluciones al incremento del precio de la comida
  • La lucha contra el hambre y relanzar la producción agrícola, principales metas
  • 31 ONG piden a Bruselas que acabe con las ayudas a los biocombustibles
  • Los países pobres piden la eliminación de los subsidios agrícolas; los ricos, más producción

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Roma acoge la cumbre de la FAO sobre seguridad alimentaria

La crisis alimentaria que asola buena parte del planeta ha obligado a decenas de líderes mundiales a acudir a la cumbre que celebra desde este martes la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) enfocada a la búsqueda de soluciones. Más de cincuenta jefes de Gobierno y Estado acudirán a la capital italiana, entre los que estará Rodríguez Zapatero.

¿Cómo satisfacer una demanda de alimentos que se duplicará para 2050 en un mundo en el que el cambio climático está reduciendo la superficie cultivable?¿Cómo se puede compatibilizar el aumento de la superficie dedicada a la producción de biocombustibles con el respeto al medio ambiente y la escasez de alimentos básicos en los países más pobres del planeta?

Durante meses, expertos de la FAO han estado discutiendo sobre la crisis alimentaria, buscando soluciones y haciendo proyecciones cada vez más oscuras sobre cuál será la evolución de los precios alimentos desde el pasado mes de noviembre, cuando expertos en cambio climático y bioenergía empezaron a tratar el tema en profundidad.

Ahora, el turno le toca a unos 50 jefes de Estado y de Gobierno, que se reúnen en Roma ante la llamada desesperada de Naciones Unidas en la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria.

El repertorio de participantes demuestra hasta qué punto este problema está afectando a todos los puntos del planeta: desde el presidente francés, Nicolás Sarkozy, hasta el brasileño, Lula da Silva; desde el español José Luis Rodríguez Zapatero, hasta el polémico mandatario de Zimbabue, Robert Mugabe, y el siempre impredecible Mahmud Ahmadinejad.

Una oportunidad histórica

Para la FAO y las diferentes ONG que acudirán a la cita, que se cerrará el próximo jueves, se trata de "una oportunidad histórica para relanzar la lucha contra el hambre y la pobreza e impulsar la producción agrícola en los países en desarrollo".

El objetivo está claro: identificar los nuevos retos de la seguridad alimentaria mundial para lograr una comprensión mejor de la relación que existe entre seguridad alimentaria, cambio climático y bionergía.

De esta forma, se podrán discutir y adoptar programas, políticas y estrategias no sólo para garantizar la seguridad alimentaria sino también para hacer frente al alza actual experimentada por los precios de los alimentos.

862 millones de hambrientos

La situación de partida ha quedado clara tras la presentación del Informe Anual de Perspectivas Agrícolas publicado por la OCDE y la FAO la semana pasada. En él se señala que el actual nivel de precios de los alimentos va a bajar, pero se mantendrá alto al menos entre un 20 y un 80% por encima de los registrados en los últimos años hasta 2017.

Además, las reservas mundiales de cereales se encuentran a mínimos históricos, unos 420 millones de toneladas, el nivel más bajo desde 1983, y aunque este año la producción crecerá un 3,8% no será suficiente para recuperar la normalidad.

"La época de los alimentos baratos ha terminado", proclamó Ángel Gurría, secretario general de la OCDE durante la presentación del estudio.

"La comunidad internacional necesita urgentemente una acción coherente para hacer frente al impacto del alza de precios sobre las personas pobres y hambrientas", subrayó en el mismo acto el director general de la FAO, Jacques Diouf.

Diouf ha recordado también que cerca de 862 millones de personas que sufren hambre y desnutrición. De éstas, la FAO calcula que unos 820 millones viven en los países en desarrollo, que son precisamente los que se prevé que se verán más afectados por el cambio climático.

Por este motivo, el dirigente de la FAO tiene claro lo que espera de los líderes mundiales reunidos en Roma: los países ricos deben aumentar diez veces la ayuda a la agricultura, hasta 30.000 millones de dólares anuales para resolver la crisis global de los alimentos.

Responsabilidad de los biocombustibles

Tanto Gurría como Diouf no esquivaron el tema más candente en este escenario: En un mundo donde el precio del petróleo se dispara y los alimentos escasean, ¿qué papel pueden jugar los biocombustibles?

Para ambos, las subvenciones de los Estados a este tipo de carburantes está minando aún más la producción de alimentos. El motivo: la tecnología actual no es la adecuada y se deben utilizar para su cultivo tierras degradadas, no fértiles.

En este sentido, un grupo de 31 ONG de todo el mundo han pedido a la Comisión Europea (CE) y a los jefes de Estado y Gobierno de la UE que retiren su apoyo al fomento de los biocarburantes con el fin de "paliar la actual crisis" por la falta de oferta y el encarecimiento de los alimentos.

Las ONG han firmado una carta en la que solicitan que la UE "abandone" su objetivo de que en 2020 un 10% del consumo de carburante en el transporte sea biocombustible.

Pobres contra ricos

La polémica de los biocombustibles también ha rescatado un enfrentamiento clásico de las cumbres de la Organización Mundial de Comercio: pobres contra ricos a causa de las subvenciones de los países desarrollados a sus agricultores.

"Que los países ricos renuncien a los subsidios que le dan a sus agricultores; que EEUU disminuya los subsidios. Ahí sí los países pobres van a sentirse motivados para producir más alimentos para comer y para vender", ha advertido Lula da Silva en un programa radiofónico previo a la cumbre de la FAO.

Por su parte, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, acudirá con una propuesta bajo el brazo: la creación de un grupo internacional de seguridad alimentaria, similar al que se ocupa de estudiar el cambio climático, que ayude a los países en desarrollo a modernizar su producción agrícola.