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Ciclismo

Confirmado el fraude tecnológico en ciclismo

  • Femke van den Driessche, cazada con un motor escondido en su bicicleta.
  • Cancellara y Hesjedal sospechosos de utilizar trampas tecnológicas
  • La última novedad de los tramposos son las ruedas electromagnéticas

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La belga de 19 años Femke van den Driessche, favorita para la prueba sub'23, fue cazada con un motor escondido en la estructura de su bicicleta.
La belga de 19 años Femke van den Driessche, favorita para la prueba sub'23, fue cazada con un motor escondido en la estructura de su bicicleta.

Un nuevo problema acecha al mundo del ciclismo. Al dopaje biológico se le acaba de unir el fraude mecánico. Había rumores, imágenes sospechosas, pero la UCI ya tiene la evidencia desde los recientes Mundiales de ciclocross disputado en Zolder (Bélgica), donde la belga de 19 años Femke van den Driessche, favorita para la prueba sub'23, fue cazada con un motor escondido en la estructura de su bicicleta.

"Vergüenza y escándalo", fueron las primeras palabras del seleccionador belga, Rudy de Bie, mientras que la UCI aceptaba la noticia en boca del responsable de ciclocross, Van den Abeele, refiriéndose al "primer incidente de fraude mecánico del que tenemos constancia".

La ciclista y en general los responsables del fraude se enfrentan a una inhabilitación mínima de seis meses y una multa económica que puede oscilar entre los 20.000 y los 200.000 euros.

De las sospechas a los hechos

Hasta el momento las sospechas tenían dos protagonistas: el suizo Fabian Cancellara, señalado por "ir en moto" en el Tour de Flandes 2010, con un demarraje espectacular en el Muro de Grammont y en la París Roubaix, donde volvieron las muecas de extrañeza con otra demostración de "Espartaco" cerca de Mons-en-Pévèle.

El otro fue el canadiense Ryder Hesjedal, cuya bicicleta empezó a girar de manera extraña tras sufrir una caída en la Vuelta 2014.

De momento, en España no hay constancia oficial del uso del fraude tecnológico. Rubén Madrigal, jefe de mecánicos de la Federación española, tan solo tenía información al respecto por internet y con los hechos anteriormente referido.

"Yo nunca he visto casos de esos, ni conozco su mecanismo y funcionamiento, solo he visto vídeos por internet. Sería vergonzoso que alguien recurriera a un motorcito para ganar", explica Madrigal a Efe.

Preguntado por los rumores que en su día señalaron a Cancellara y a Hesjedal, Madrigal aseguró que no pondría "la mano en el fuego" en el primer caso, y respecto al segundo explicó que se puede dar el caso de que "el núcleo de las ruedas se quede gripado y al dejar de pedalear las bielas muevan las ruedas".

El primero en denunciar públicamente la existencia de la bicicleta eléctrica en competición fue el exciclista italiano Davide Cassani, quien aseguró que con esa máquina "podría ganar etapas del Giro con 50 años". Aquel argumento le pareció "una tontería" al propio Cancellara, mientras que Patrick Lefevere, director del Quick Step, dejó margen para la duda: "Si es verdad, sería un robo, peor que el dopaje".

Las evidencias

En el caso reciente de Zolder existió la evidencia de encontrar un entramado de cables al desmontar el sillín de la corredora belga. El propio fabricante de la bici, Wilier, aseveró que la Bicicleta había sido manipulada.

Un hecho claro que ha obligado a la UCI a salir al escenario. Su presidente, el inglés Brian Cookson, admitió que "ya hay pruebas del fraude tecnológico".

Manos a la obra después del caso de Zolder. Cookson ya ha anunciado la persecución de los que cometan este tipo de fraude y el endurecimiento de los controles en busca de motores.

La veda queda abierta. A la lacra del dopaje biológico se une la trampa tecnológica. Otro motivo de escándalo para un deporte que no para de agachar la cabeza ante casos que no querría ver. Pero la realidad impone su cara más cruel.

La Gazetta dello Sport italiana se refiere incluso a un paso más adelante en el fraude mecánico. El diario ha descrito como "desfasada" la técnica de esconder un motor en el tubo del sillín o pedalier, y apunta como última novedad a las ruedas electromagnéticas, capaces de general entre 20 y 60 vatios, cuyo coste asciende a 200.000 euros.