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Ruth Lorenzo vuelve a sus orígenes rockeros con 'Blacksheep'

  • Ruth Lorenzo presenta en El último tren de RNE su nuevo disco Blacksheep
  • En este álbum, que sale a la venta el 31 de octubre, la cantante murciana se pasa al rock
En un escenario oscuro iluminado por luces rojas y azules, una cantante con cabello oscuro y un vestido con detalles rasgados, sostiene un micrófono y canta con entusiasmo.

Era 2008 cuando el directivo británico de la empresa musical Sony Music y jurado del concurso The X Factor Reino Unido, Simon Cowell, le sugirió insistentemente a una joven Ruth Lorenzo (Murcia, 1982), de apenas 25 años, que reconsiderara su decisión. Ella quería cantar un tema diferente al que él le había propuesto.

"Desde el programa me avisaron de que tenía que escoger una canción con la que luchara para quedarme", recuerda la murciana en El último tren, con Isabel Gemio. "Simon Cowell me dijo: 'tienes que elegir Un-break my heart en español', pero yo le contesté que no, que, si me iba a casa, me iría cantando lo que me diera la gana y eso iba a ser Purple Rain".

Fue el mejor de los aciertos. Acababa de nacer YouTube y su vídeo interpretando el clásico de Prince triunfaba en la plataforma. Mucho. Muchísimo. Tanto que el propio "Prince llamó al programa para bajasen la canción, amenazando con denunciar, porque él no tenía nada de su música en Internet", explica.

En definitiva, "lo petamos", resume la representante de España en Eurovisión 2014. Aunque ella siempre confió. "Cuando no he escuchado a esas voces de mi alrededor me ha ido muy bien", asegura. Porque eso de ser, de vez en cuando, una oveja negra no está tan mal. Al revés. Tiene sus ventajas. Puedes decidir rumbo, elegir rebaño o marcar tu propio ritmo.

Y su nuevo disco bautizado —por supuesto— Blacksheep, llega el 31 de octubre como una clara confirmación de ello.

El último tren - Ruth Lorenzo apuesta por el rock con 'Blacksheep'

"Este proyecto es volver a mis orígenes, al rock en inglés, porque yo lo he cantado toda la vida. Crecí en Estados Unidos y mamé esa música", explica. Y si bien nunca la había dejado de lado, sí que hubo un pequeño alto en el camino hacia un sonido más popero.

"Durante un tiempo hice todo lo que me dio la gana", reconoce. Pero luego, cansada de oír eso de que "una mujer con carácter es una mujer complicada", intentó adaptarse a lo establecido. Por suerte, duró poco. "La cabra tiró al monte", bromea.

"En esa época sentí infelicidad e insatisfacción. Aunque las cosas, de cara a la galería, fuesen mejor atendiendo al barómetro de éxito que existe en nuestra sociedad hoy en día, en realidad era una desgraciada. Sufría por traicionarme", confiesa.

Sin embargo, no se arrepiente de haberlo experimentado. Fue "una buena lección". "La vida te tiene que llevar por caminos así también para descubrir quién eres. Porque, ¿y si ese concepto que tenías de ti sobre tu manera de ser no es como crees?"

Quizá, y "a pesar del amor" —"que no siempre lo puede todo"—, como canta en su balada "Cry", "habría que dejar ir porque no existe otra manera de seguir adelante", reflexiona.

"Ser mujer en la industria de la música es una batalla que no está ganada, pero que sí puedes atravesarla abriendo tu manera de ver y percibir. Yo soy muy persistente. Soy incansable y agotadora al mismo tiempo y consigo lo que quiero", afirma. "A través del aprendizaje y de poder aportar tu conocimiento, no hay nadie que se te resista. Tienes que ser persistente", recomienda al respecto.

También paciente. Sobre todo, observadora. Nunca sabes cuando te va hablar la música. "Blacksheep me ha salido así y así ha tenido que nacer porque este disco me eligió él a mí, no yo a él", desvela Ruth Lorenzo. Y el resultado ha sido, está siendo y será —a partir de febrero de 2026 cuando arranque la gira— "mágico".

"Emilio Esteban, el productor, ha sido una pieza clave en el proyecto. Por su culpa hemos grabado en cinta analógica, que es algo impensable hoy en día, pero que realmente es increíble. Ese sonido te lleva automáticamente a un lugar que es imposible conseguir de manera digital. Es como comer plástico o comer una buena paella", concluye Ruth Lorenzo.