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Andabatae, los gladiadores que luchaban a ciegas

Noticia Saber y Ganar 

Andabatae, los gladiadores que luchaban a ciegas
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Lorena Montón

En ‘Saber y ganar’ es habitual recordar antiguas civilizaciones, sus costumbres y lo que nos ha llegado de ellas. En esta ocasión viajamos hasta la Antigua Roma para rescatar la figura de un tipo de gladiador que, según las informaciones que se tienen en la actualidad, luchaba sin ver nada. Estos hombres que se jugaban la vida a ciegas se llamaban andabatae.

Los espectáculos de gladiadores

En la Antigua Roma, el entretenimiento era parte de su forma de vida y no faltaban los espectáculos tanto en los circos como en los teatros y amfiteatros. Las peleas de gladiadores, que se produjeron durante la República y el Imperio Romano, eran de las que aglutinaban a más espectadores y son un tipo de divertimento que ha pasado a la historia gracias a las crónicas de antaño.

Los gladiadores podían ser o bien esclavos y reos, o bien profesionales de la disciplina que entrenaban para formarse y convertirse en luchadores de categoría. Estos últimos, que peleaban por voluntad propia, gozaban de gran prestigio entre la ciudadanía y muchos de ellos acabaron convirtiéndose en figuras heroicas para la sociedad.

En la arena donde peleaban también se disputaban luchas con animales, muchas de ellas enfrentando a bestias con gladiadores. Se trataba de unos juegos muy participativos en los que el público gritaba y abucheaba a su antojo, dejándose incluso la posibilidad de que ellos o el gobernante del momento decidiesen sobre si perdonar la vida del luchador o no.

Gladiador luchando contra un tigre en el Coliseo. Una mujer observa.  Combate en tonos sepia.  Emisión Canal Europa 22/11/2024.

¿Quiénes eran los andatabae?

Los andabatae aparecen mencionados en el siglo I a.n.e., en las sátiras menipeas de Varrón, y se sabe que existieron durante la época de la República y que desaparecieron durante la Reforma Augusta. Hay versiones distintas sobre qué tipo de hombres eran. Hay quien dice que se trataba de esclavos mientras que otros afirman que eran criminales que habían sido condenados a morir ‘ad gladium’. Sea como fuere, lo que es seguro es que eran personas despreciadas por la sociedad a las que se usaba para el entretenimiento de la multitud.

Los combates de este tipo se realizaban por la mañana. Para llevar a cabo las peleas, se les proporcionaba un casco que no tenía ranuras por las que ver. De hecho, esa era su única protección porque no contaban ni con escudos, ni armaduras. Lo único que llevaban era una espada de tamaño mediano llamada gladius.

Impresionante vista del Coliseo romano al atardecer, con andamios en la arena y personas en las gradas superiores.

Los andabatae no habían recibido ningún entrenamiento especial como los gladiadores profesionales, algo que, sumado al hecho de que peleaban a ciegas, les dejaba a merced de la suerte. Cuando uno de ellos caía al suelo, supuestamente muerte, se comprobaba que no mentía quemándole con un hierro candente. Y por si no fuera suficiente, un asistente se acercaba a él para darle un martillazo en la cabeza.

Los andabatae luchaban entre ellos, nunca con gladiadores, porque para estos últimos era una deshonra enfrentarse a este tipo de hombres. Cuando el combate terminaba con un solo vencedor, el que había aguantado en pie hasta el final, cabía la posibilidad de que se le perdonase la vida.

Los mejores gladiadores de la historia

La historia nos ha dejado datos sobre algunos de los gladiadores más famosos de la época romana. Marcus Atilius es uno de ellos. Se enroló en las luchas de gladiadores para saldar sus deudas y consiguió derrotar a dos de los luchadores más potentes de entonces, Hilario, que pertenecía a Nerón, y Lucius Félix, uno de los gladiadores que más batallas venció en toda la historia de Roma.

Espartaco, que era un soldado tracio convertido en esclavo, lideró la mayor revuelta de esclavos de la historia de Roma. Unas 70.000 personas se alzaron contra sus amos y escaparon hacia el monte Vesubio, lo que provocó una guerra para capturarlos. Espartaco murió a manos de Licinio Craso y 6.000 de sus seguidores fueron crucificados en la Via Apia.

Otros nombres que cabe destacar son los de Spiculus, propiedad de Nerón, a quien su dueño le colmó de riquezas, y Vero y Prisco, quienes llegaron a viejos por decidir no matarse el uno al otro en una batalla en la arena que se prolongó durante horas.

'Espartaco' (Stanley Kubrick, 1960) noticias