Antonio Orozco: "'El tiempo no es oro' es el mejor disco que he hecho en mi vida"
- El cantante catalán presenta en Las mañanas de RNE su nuevo disco que sale a la venta el 25 de abril: El tiempo no es oro
- En su documental, El método Orozco, ha plasmado su proceso de creación y la curación de sus miedos, ansiedad y depresión
Lo aprendió tarde, pero lo aprendió. Y lo convirtió en música. El 1 de febrero de 2024, Antonio Orozco (Barcelona, 1972) tocó fondo. Se desbordó a todos los niveles: "emocional, personal y creativo". Hizo más de lo que debía, menos de lo que necesitaba, y se olvidó de sí mismo. Se dejó para un después que, entre grabaciones, conciertos y trabajo nunca llegaba. Posponía su propia vida como quien aplaza una alarma molesta. "Cinco minutos más", como si ese tiempo volviera. Como si no importara. Pero importaba. Vaya si importaba.
Fue en Bruselas, sobre el escenario, con fiebre y agotado, cuando entendió que ya no podía seguir así. "Estaba en lo más bajo y solo me quedaba ir para arriba. Tenía que intentar entender que me estaba ocurriendo", explica en Las mañanas de RNE con Mamen Asencio. Para ello fue necesario realizar otro viaje. Pero esta vez hacia dentro. Para empezar a sanar, tuvo que parar. Mirarse. Preguntarse. Y responderse.
De esa travesía nació El tiempo no es oro, su nuevo disco. El más personal. El que, asegura, "es el mejor que he hecho nunca". Sale el 25 de abril. Nadie lo ha escuchado aún, pero el catalán está convencido de que es su obra maestra. "Lo sé ya que tengo la certeza de que he hecho todo lo que podía hacer", reconoce. Porque no viene ni de las cifras ni del aplauso. Todo lo contrario. Este proyecto es fruto del dolor, de la terapia de y de un "año y medio" de reconstrucción.
Y no lo dice por marketing. Lo afirma con la voz concisa de quien ha estado roto y el tono sincero de quien ha descubierto, por fin, lo esencial: que el tiempo no es oro. Es amor. Es presencia. Es dedicación.
"He aprendido a dedicarle tiempo a lo importante", asegura. Si no lo haces, insiste, entonces es que no era tan primordial. Punto. Se puede gritar más alto, pero no más claro. "No conozco a nadie que haya hecho cosas importantes sin haberle dedicado tiempo", añade. Porque el tiempo es así de tramposo: parece gratis —de hecho, no se compra con dinero y ni siquiera tiene precio—, pero es lo más caro que poseemos. "Para dedicártelo a ti, se lo tienes que quitar a alguien o algo que quieres", reflexiona Orozco.
Y, sin embargo, lo seguimos desperdiciando como si sobrara. "Cuando algo está tan al alcance de la mano, somos incapaces de darle el valor que atesora". "Ay si el oro tiempo fuere", canta casi a modo de ruego y deseo en el tema que da nombre al disco. Cómo cambiarán las cosas. Cómo cambiarían nuestras vidas. La suya, desde luego, lo ha hecho. Se ha transformado. Aunque el proceso no fue ni fácil ni rápido.
Antonio Orozco tuvo que enfrentarse a su ansiedad, sus miedos, sus dudas y a ese pasado que creía haber desterrado. Porque las heridas no sangraban, pero escocían. Y pese a que el dolor se había vuelto asintomático, estaba presente. Ahí seguía y ahí crecía, hasta que explotó.
"No tenía síntomas raros, más allá de que había engordado muchísimo", comenta. Ahora, no era eso lo más preocupante. "El peso es solo la aguja que marcaba que algo iba mal. Lo importante no se ve. Nadie elige pesar 30 o 40 kilos más, como tampoco nadie elige quedarse calvo. Se llega a estas situaciones por algún motivo. El mío, fue el estrés", cuenta.
No fue él único, simplemente era el detonante más visible. "Me generó muchas cosas que no supe controlar", resalta. Detrás de él, por ejemplo, se escondía una depresión silenciosa, disfrazada de agotamiento. "Ni siquiera la había notado hasta que me la diagnosticaron los médicos", revela.
La importancia de la normalización de la terapia
Fue entonces cuando pidió ayuda. Decidió hablar por primera vez. Nunca antes lo había hecho y ya nunca dejará de hacerlo. Al expresar sus sentimientos explica que algo en su interior se desbloqueó. "La pregunta que me hago todos los días es ¿por qué no he ido al psicólogo primero?", reconoce el cantante.
"Para desatascarme necesitaba otro punto de vista. Jamás había acudido a terapia, pero como veía a mis compañeros ir, me animé. En las sesiones se tocaban cosas que me dolían muchísimo y en las cuales había ido albergando un dolor, una pena y una tristeza que al no haberla trabajado previamente, se habían enquistado", señala.
Por suerte, conversación a conversación, fue deshaciendo nudos. Y de cada uno nació una canción. "Las mejores que he escrito en mi vida", subraya. Porque al final, además de un álbum nuevo, Antonio Orozco ha ganado tiempo de calidad. Tiempo de verdad. Tiempo para él. Tiempo que, ahora sí, vale oro.