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Literatura

Página Dos visita Lisboa y recuerda a Fernando Pessoa

  • Este escritor solitario y prolífico nació en Lisboa en 1888 y murió en la misma ciudad en 1935, con solo 47 años
  • «Mi vida gira en torno a mi obra. Exigirme sentimientos de hombre común y corriente es como exigirme ser rubio con ojos azules.»
  • Rúa dos Douradores es la calle pessoana por excelencia, escenario del Libro del Desasosiego

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Página Dos deconstruye a Fernando Pessoa, escritor anglófilo e interesado en ocultismo

Página Dos visita Lisboa, y esta ciudad no puede explicarse sin mencionar el nombre de Fernando Pessoa (1888-1935). Tres de sus heterónimos resumen su obra: con el de Alberto Caeiro escribió lírica pastoril; el refinado clasicista Ricardo Reis homenajeó a los dioses; el futurista Álvaro de Campos celebró la agresiva modernidad urbana. Experimentos, dispersión, cruces, caos: la inestabilidad ontológica de un autor enamorado de su ciudad y de las posibilidades infinitas de la literatura.

Fue el poeta portugués más universal, ayudado por un conocimiento del inglés, que aprendió en Sudáfrica cuando su familia se mudó allí al morir el padre. Tradujo a Shakespeare o Poe, y Harold Bloom dijo de Pessoa que era Whitman renacido. Su novela más popular fue el Libro del desasosiego, un texto sin fin al que se entregó durante décadas (de 1913 a 1935), un mosaico de vida con más de quinientos fragmentos de diario, aforismos, divagaciones cotidianas y filosóficas.

«El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. (...) Para actuar es necesario que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza se detiene. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida. (...) ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar.» Andrés Trapiello describe el Libro del desasosiego como una obra extraordinaria y compleja emparentada con diarios como el de Juan de Mairena o los Pasajes de Walter Benjamin.

La figura de Pessoa atrae por enigmática. Con sus temas subjetivos, su errancia y sus heterónimos, el crítico Frederico Barbosa dijo que el autor fue o enigma em pessoa, con un juego de palabras con su apellido. «Pedí tan poco a la vida y ese mismo poco la vida me lo negó, como quien niega la limosna no por falta de buena alma, sino por tener que desabrocharse la chaqueta. Escribo, triste, en mi cuarto tranquilo, solo como siempre he estado, solo como siempre estaré. Pienso si mi voz, aparentemente tan poca cosa, no encarna la sustancia de millares de voces, el hambre de decirse de millares de vidas, la paciencia de millones de almas sometidas como la mía al destino cotidiano, al sueño inútil, a la esperanza sin vestigios.»