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La película con la que Hollywood aprendió a encender un cigarrillo de la forma más sexy

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Bette Davis y Paul Henreid en 'La extraña pasajera'
Bette Davis y Paul Henreid en 'La extraña pasajera'

Es una de las escenas más icónicas de La extraña pasajera (1942), aunque hoy no podría rodarse igual. La película dirigida por Irving Rapper, en la que Bette Davis interpreta uno de sus mejores papeles, cuenta la historia de una mujer soltera que recupera su autoestima e independencia gracias a la terapia con un psicólogo y la distancia que toma de su opresora madre. Un viaje en el que el personaje de Davis se transforma física y psicológicamente, convirtiéndose en una mujer que toma las riendas de su vida, sofisticada y que, porque no, también puede fumarse un cigarrillo cuándo y con quien quiera.

El humo del tabaco –y este entonces era de verdad- es un elemento que aparece envolviendo las escenas románticas que la película muestra entre el personaje de Davis y el de Paul Henreid. La vieja estrategia de pedir fuego para charlar con el hombre o la mujer que te gusta ya estaba más que inventada en el cine clásico. De hecho, fue con esta película con la que Hollywood se inspiraría, en varias ocasiones, para llevar a la gran pantalla una de las formas más elegantes y originales de compartir un cigarrillo.

Famosa escena del cigarrillo con Bette Davis

Famosa escena del cigarrillo con Bette Davis

Así aprendió Hollywood a encender un cigarrillo

Ocurre en la última secuencia de la película, cuando Charlotte Vega, la protagonista, toma una de las decisiones más difíciles. Es de noche y en una habitación en penumbra, solo iluminada por la luz que se cuela por un gran ventanal, conversa con el personaje de Henreid. Frente a él, con los ojos empañados de lágrimas, Bette Davis se le acerca y -esta vez sí- es ella quien le ofrece un cigarrillo. Él coge dos y los enciende a la vez. Inmediatamente después, se saca uno de ellos de la boca y se lo da a ella que, sin dejar de mirarle fijamente da una calada. El humo espeso de ambos se cruza instantes después cerrando así una de las escenas más potentes de la película, antes de que Davis suelte la frase final: “No pidamos al Luna, tenemos las estrellas”.

Durante un tiempo, se dijo que aquel gesto fue una ocurrencia del propio Heireid, cuya mujer también fumaba y a la que solía encenderle los cigarrillos de aquella manera. Una idea que gustaría a Rapper, el cual incorporaría la escena a la película, durante el rodaje. Desde luego, eso no aparecía en la novela homónima de Olive Higgins Prouty en la que se basó la película, pero años después, cuando pudieron verse los guiones originales de La extraña pareja, se demostró que aquello había surgido durante la escritura del guion, firmado por Casey Robinson.

La actuación de Bette Davis en esta película dirigida por Irving Rapper en 1942 contó con el elogio unánime de la crítica y le supuso una nominación al Oscar en la categoría de Mejor actriz. El papel de la hija neurótica y no deseada de una madre dominante de avanzada edad que interpreta Davis en esta cinta le llegó cuando se encontraba en el ecuador de su carrera artística, siendo ya toda una estrella consolidada.