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Objetivo igualdad

Ana Mª Pérez del Campo, Pta. Mujeres Separadas y Divorciadas : "Ser feminista es una conducta de vida, no una definición"

  • En 1973 fundó la Asociación de Mujeres Separadas a la que cuando llegó el divorcio, en 1981 le añadieron "Divorciadas"
  • "Ningún niño nace violento, ninguna niña nace sumisa", afirma rotunda esta veterana luchadora por la igualdad de la mujer
  • Ya puedes ver esta entrevista, en Objetivo Igualdad en RTVE.es y a las 00.30 horas en el Canal 24 horas

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Objetivo Igualdad-Retrato 100x100 feminista: Ana María Pérez del Campo

Ana María Pérez del Campo se define a sí misma como luchadora. A sus espléndidos 86 años nos reta a seguir peleando para conseguir la igualdad real Lo dice una bisabuela que lleva, desde la dictadura franquista, en la batalla feminista por los derechos de la mujer y contra el machismo: "En el franquismo las mujeres no teníamos nada, éramos un cero a la izquierda. Y nos recuerda como la licencia marital contra la que luchó Maria Telo obligaba las casadas a depender del marido para todo, para trabajar o para abrir una cuenta corriente. La obediencia debida era total, hasta el extremo de que una mujer para hablar miraba a su esposo en busca de aquiescencia y si la encontraba hablaba si no se callaba".

Ana María Pérez del  Campo retrato

Ana María Pérez del Campo retrato ISABEL TERÁN TERÁN

Una discriminación legal que se convertía en abismo para las mujeres cuyos matrimonios bendecidos por la Iglesia fracasaban. En aquella época, separarse era arriesgarse a perderlo todo, arrastrar a la penuria a los hijos, ya que a casi ningún marido se le ocurría pedir la custodia de los hijos, había que armarse de un valor enorme para conseguir la libertad, para librarse del yugo matrimonial. Ese fue su caso. Casada a los 20 años huyó de su marido tras varios episodios de malos tratos psicológicos y físicos, al quinto año de matrimonio, y embarazada de su tercera hija.

Tuve que rebelarme, para dar una salida ante el vacío de los derechos en el que me colocaba separarme de mi marido

Diplomada en derecho matrimonial y practica procesal por la Universidad de Comillas, Ana Pérez del Campo peleó ante los tribunales de la Curia Eclesiástica muchos pleitos de separación entre ellos el suyo propio que duró nueve años, otros fueron incluso más largos.

Sus circunstancias personales le llevaron de una manera sencilla al feminismo activo. Desde finales de los años sesenta impulsó junto a Mabel Pérez Serrano un servicio gratuito de información jurídica a las mujeres que terminaría cristalizando en 1973 en la Asociación de Mujeres Separadas a las que tras la aprobación de la ley del divorcio le añadirían y "Divorciadas".

Ana María recuerda como mantuvieron en secreto la verdadera intención de la asociación para burlar a un régimen católico y apostólico donde las mujeres no tenían derechos. "Nuestra idea era conseguir el divorcio, pero tanto al Ministerio de la Gobernación como al Arzobispado de Madrid les planteamos que"iba a ser una asociación para que las mujeres abandonadas tuvieran un lugar para rezar por sus maridos". Por aquel entonces había muy pocas asociaciones y de mujeres solo dos, viudas y amas de casa.

Fueron años de encierros en iglesias, boicoteos a la cesta de la compra, de presencia en los medios de comunicación, llegaron incluso a tener un programa en Radio Nacional "Las Pérez", altavoz de la lucha feminista. Memorable también su intervención en programas como "La clave" de TVE.

El divorcio fue una liberación para las mujeres

La llegada de la democracia supuso el impulso definitivo en la lucha feminista. Desde la asociación de mujeres separadas negociaron con el gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD) a través del Ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, un borrador para el proyecto de ley de divorcio que fue aprobada por las Cortes el 7 de julio de 1981 con 102 votos a favor, veintidós en contra y 117 abstenciones.

El divorcio llegó porque las mujeres lo impulsamos, fue una conquista, no un regalo de la democracia. Una gran liberación para las mujeres, cuando los maridos las dejaban se quedaban solas, con los niños, sin dinero, relata. Muchas ponían en el buzón una tarjeta que decía viuda de… porque les avergonzaba que les hubieran dejado.

Ser separada era un estigma que no entendía ni tu propia familia

Entre los hitos conseguidos Ana María Pérez del Campo para lograr aquel derecho civil apunta como las feministas lograron que la ley recogiera la pensión compensatoria aclarando que hasta que las mujeres no pudieran trabajar libremente y obtener ingresos propios era imprescindible una compensación para dejar de ser dependientes del marido, porque ellas, nos dice enérgica Ana María, no habían elegido no trabajar, sino que no les habían dejado.

Terrorismo sexista

Entre los logros conseguidos por esta pionera en la defensa de los derechos de las mujeres destaca la puesta en marcha en 1991 del primer Centro de atención integral a las víctimas de violencia de género. Un espacio complementario a las casas de acogida donde abordan de una manera global y prolongada las causas y las consecuencias del terrorismo sexista.

Desde la perspectiva de décadas de trabajo con víctimas, Ana Maria Pérez es rotunda: a la mujer se la maltrata por ser mujer, maltratan a las ricas y a las pobres, a las cultas y a las incultas. No es solo un problema de las inmigrantes afecta a todas. Las mujeres maltratadas viven en el terror más absoluto, pasan por una situación de maltrato psicológico que les obliga a aceptar un poco más tarde la violencia física. Por eso, hay que trabajar con la víctima y con los hijos de esas mujeres que han vivido en el terror.

La socialización asimétrica y discriminatoria está detrás de esa violencia. Ningún niño nace violento, ninguna niña nace sumisa, se aprende a ser violento y a ser sumisa, esos comportamientos se enseñan en la familia. Es lo que ella define como trasmisión generacional de la violencia. Cuando te encuentras ante una víctima, explica, hay que conocer sus antecedentes familiares, cómo eran las relaciones entre sus padres, quién tenía la voz cantante, si había una unidad para educar en igualdad.

Ana María Pérez del Campo se define como 100 % feminista para aclarar que ser feminista es una conducta de vida no una palabra. Y que las feministas no tienen nada contra los hombres, pero que lo tienen todo contra los violentos. No queremos quitarles los puestos a los hombres queremos compartir porque somos género humano compuesto por hombres y mujeres. Hombres y mujeres con distintas capacidades y posibilidades de alcanzar la igualdad pero con los mismos derechos y las mismas oportunidades.

Igualdad real y efectiva

Desde la atalaya de su experiencia Ana Maria Pérez del Campo aboga por la igualdad real, por no cesar en la pelea porque si nos despistamos habremos avanzado porque ya nos dejan estudiar, ya podemos ocupar un puesto de trabajo, pero nunca tendremos el poder, nos alerta.

Esa es la razón que la impulsa a seguir, a continuar presidiendo la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas una organización de la sociedad civil pionera en España y referente en la defensa de los derechos y los intereses de las mujeres, sus hijas e hijos y en la lucha por la erradicación de la violencia de género.

Quiero morirme dice sabiendo que no con cedí, que no dejé que las cosas siguieran igual , que luche por hacerlas diferentes.

Esta autora del libro "El maltrato a la mujer, una cuestión incomprendida" que acumulada en su haber premios y medallas como la de Oro al Mérito del Trabajo o a la promoción de los valores de Igualdad no ha perdido ni un ápice de su vehemencia para recordar en voz alta que "ser iguales, no es ser idénticos, pero que ser iguales es tener los mismos derechos de facto en todos los aspectos de la vida, tener oportunidades y opciones en consonancia con la inteligencia de cada cual".

Y a eso anima a las mujeres más jóvenes, a las feministas que vienen a estar unidas y a coger el testigo de esta lucha denodada por la igualdad real y efectiva.