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Carteles de cine, objetivo de la censura franquista

  • Se subían los escotes, se bajaban las faldas y los biquinis eran bañadores
  • Se realizaba un trabajo artesanal de retoque sin herramientas digitales

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Gente despierta - La censura franquista en el cartel de cine

La censura en España se estableció en 1925, pero conocemos sobre todo la práctica de los censores de la época franquista. Los funcionarios del entonces ministerio de Información y Turismo revisaban todo el material cinematográfico que se iba a emitir. Los censores también corregían aquellos excesos que se observaban en el material destinado a la promoción de los filmes.

Bienvenido Llopis ha recogido durante casi 30 años carteles, programas de mano y afiches de esta época. Estos elementos le han servido de base para escribir La censura franquista en el cartel de cine, que detalla los cambios que sufrieron las piezas destinadas a la promoción de las películas.

El programa Gente despierta de RNE ha hablado con el coleccionista sobre las anécdotas que ha seleccionado para su obra.

Según el autor, la censura era diferente según el destinatario al que iba dirigida la publicidad. Aquella que iba orientada a los empresarios era un poco más suave que aquella que era para el público en general. En el libro, se recogen versiones diferentes de guías publicitarias o programas de mano.

Había dos censuras, la oficial y la eclesiástica

Había una censura oficial y otra que realizaban las autoridades eclesiásticas de las distintas ciudades. Así, cuando llegó a Burgos la película Camino a Santa Fé, su cartel, que había sido autorizado por los empleados públicos, sufrió la enmienda del arzobispo de la ciudad. El sacerdote consideraba impúdico el beso que Errol Flynn le daba a Olivia de Havilland. Así que el dueño de los cines Cordón puso un sello para evitar que se viera.

Cartel de la película 'La pradera sangrienta' original
'La pradera sangrienta' original

Cartel de la película 'La pradera sangrienta' original

Los censores estaban obsesionados por tapar la carne. Así, se dedicaban a subir escotes, bajar faldas y a convertir los biquinis en bañadores. Se realizaba un trabajo artesanal de retoque fotográfico, en el que en la mayoría de casos el añadido de tejido no se llega a distinguir de la vestimenta original de las actrices. Destaca el caso de La pradera sangrienta en la que la protagonista sale de darse un baño en un lago con pantalón, camisa y chaleco, después de pasar por la lupa de la censura.

Cartel de la película 'La pradera sangrienta', después de la censura
'La pradera sangrienta', después de la censura

Cartel de la película 'La pradera sangrienta', después de la censura

El escritor reconoce que hay imágenes que no fueron censuradas y desconoce si fue por un descuido o por permisividad. El generoso escote de la protagonista de Cumbres borrascosas fue autorizado mientras otros más discretos, como el de Lara Turner en El hijo pródigo, fueron tapados.