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Cuando el soul abrazó la psicodelia, 40 años de "Papa was a Rollin' Stone"

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Entre 1967 y 1968, el soul empezó a embadurnarse de sonidos psicodélicos con The Chamber Brothers (“Time has come today”) , Sly & The Family Stone (“Stand!”) y The Temptations (“Cloud nine”).

Detrás de estos últimos se encontraba un productor mercurial que habría de cambiar el curso de la historia del sello Motown al propiciar que uno de sus grupos estrella pasara casi sin solución de continuidad de la lírica sentimental patrocinada, entre otros, por Smokey Robinson a la épica psicodélica.

Una nube lisérgica

“Cloud nine” fue el pistoletazo de salida y el álbum que irritó a un Berry Gordy guardián de los viejos sonidos marca de la casa:

“Yo odiaba ese LP y no porque fuera malo. Me gustaba el sonido del disco pero me daba la impresión de que trataba sobre las drogas y ése fue el mayor reparo que le puse a Norman Whitfield; me parecía que estábamos promocionando la drogadicción, así que le dije: ‘Norman, en Motown tenemos que respetar nuestros principios y no podemos decir que lo estemos haciendo muy bien con “Cloud nine”, un disco que habla de drogarse.

Él argumentó que se trataba sólo de arte y no de drogas y aunque yo sabía que no era cierto, me dejé convencer. De todas formas, fue un disco muy doloroso para mí… hasta que entró en el Top Ten”.

Papá fue un bala perdida

El 9 de julio de 1968, The Temptations presentaron en un concierto a Dennis Edwards, el sustituto de David Ruffin, hasta entonces su líder vocal, que había decidido dar un paso al frente en solitario.

Con la flamante voz de Edwards como protagonista, los Temps y Norman Whitfield lideraron la revolución psicodélica soul/rock del cambio de década con un excitante rosario de transgresiones a la norma singularizado en canciones prodigiosas como “Cloud nine”, “Runaway child, running wild”, “I can’t get next to you”, “Psychedelic shack”, “Ball of confusion” y la memorable “Papa Was a Rollin’ Stone”, incluida en el álbum “All directions”, obra maestra mayor del género editada en 1972.

Más allá de los numerosos desencuentros entre Whitfield y sus pupilos, de las incomprensiones de Berry Gordy y de la propia fragilidad de la formación de The Temptations, aquellos años convulsos y aquella canción devastadora quedan para la historia como uno de los hitos del Planeta Soul, la feliz conjunción de un puñado de talentos únicos. Como recordaría Norman Whitfield:

“Compusimos para The Temptations convencidos de que eran el grupo indicado para interpretar esas historias. Es como cuando escribes un guión para un determinado actor con la certeza de que le dará el tono exacto que tú buscas. Teníamos una confianza ciega en The Temps, irradiaban energía, tenían todos los ingredientes para triunfar”.