Israel anuncia un acuerdo para exportar gas natural a Egipto por valor de 29.000 millones de euros
- Netanyahu lo ha descrito como "el más grande" de la historia del país
- Entre ambos países está Gaza, que sigue asolada por las lluvias, la miseria y la violencia de Israel
El Gobierno de Israel ha aprobado un acuerdo de exportación de gas a Egipto valorado en 112.000 millones de shéquels (más de 29.000 millones de euros), de los que 58.000 millones irán a las arcas del Estado hebreo, según ha anunciado este miércoles el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien ha calificado el acuerdo como el "mayor en la historia de Israel".
El pacto, firmado inicialmente en agosto, contempla el suministro desde el yacimiento marino de Leviatán —operado por Chevron junto a socios israelíes— hacia Egipto, un socio clave para la salida regional del gas y, también, para el abastecimiento de sus plantas de licuefacción.
El acuerdo contempla la venta de 130.000 millones de metros cúbicos de gas natural a través de dos fases. La primera, que comenzará en la primera mitad de 2026, incluye la venta de 20.000 millones de metros cúbicos después de que se complete la construcción de una tercera tubería desde el yacimiento a la plataforma de producción y se ponga en marcha la nueva línea de transmisión entre las costas de Asdod y Ascalón, en el sur de Israel. La segunda fase incluye la venta de 110.000 millones de metros cúbicos de gas natural a Egipto, y comenzará una vez completado el proyecto de expansión del yacimiento de Leviatán. El acuerdo estará en vigor hasta 2040 o hasta que se complete la venta de las cantidades acordadas. "El pacto consolida nuestra posición como potencia energética regional líder respecto de nuestros vecinos", ha declarado el ministro de Energía, Eli Cohen. La operación llega en un momento en que El Cairo intenta contener una crisis energética agravada por el descenso de su producción doméstica desde 2022 y por el coste de las importaciones de gas natural licuado.
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Israel y Egipto mantienen desde hace años una relación discreta pero estratégica en torno al gas natural, convertida en uno de los pilares más sólidos de su cooperación bilateral. El gas israelí de los yacimientos de Leviatán y Tamar fluye tradicionalmente hacia las plantas egipcias de licuefacción, desde donde se reexporta a Europa, un engranaje energético que refuerza la estabilidad regional y consolida a El Cairo como nodo clave del Mediterráneo oriental. Esta sintonía energética se apoya en una coordinación política y de seguridad mucho más amplia - ambos países firmaron los acuerdos de paz de Camp David en 1978 - visible también en Gaza: ambos países controlan sus accesos —Israel por tierra, mar y aire; Egipto a través del paso de Ráfah— con el argumento de la seguridad, pero con un efecto directo sobre la población palestina, sometida a un bloqueo por parte de ambos países que se prolonga ya casi dos décadas. Una alianza pragmática, cimentada en intereses compartidos, en la que ambos son aliados y cómplices en una de las crisis humanitarias más enquistadas de la región.
Más palestinos heridos en Gaza por el Ejército israelí
En este contexto, el anuncio coincide con un nuevo golpe del invierno sobre Gaza: la tormenta Byron ha inundado campamentos de desplazados, empapando tiendas y enseres, y ha vuelto a poner el foco en la fragilidad de los refugios improvisados tras meses de destrucción. La ONU ha advertido de que cientos de miles de personas desplazadas están expuestas a riesgo de inundaciones y a un deterioro sanitario acelerado si no entran suministros de emergencia y materiales de abrigo.
En ese contexto, al menos cuatro palestinos han resultado heridos por disparos del Ejército israelí en distintos puntos de la Franja, según fuentes médicas locales, en un nuevo episodio de violencia que se produce mientras la población civil intenta sobrevivir al impacto de la tormenta Byron. Los heridos fueron trasladados a hospitales ya desbordados, con escasez crónica de combustible, material sanitario y personal, tras más de un año de ofensiva y restricciones a la entrada de suministros.
Niños gazatíes en un campo de desplazados anegado por la lluvia EFE/EPA/MOHAMMED SABER
El Ejército israelí ha afirmado que sus tropas respondieron a “amenazas” cerca de zonas consideradas de seguridad, una explicación recurrente en incidentes que organizaciones humanitarias califican de uso desproporcionado de la fuerza en áreas densamente pobladas. Para los residentes, sin embargo, el riesgo es constante: disparos, drones y artillería forman parte del paisaje cotidiano, incluso lejos de los frentes activos, en un territorio donde más del 70% de la población ha sido desplazada al menos una vez, según estimaciones de la ONU.
Pese al alto el fuego, drones israelíes siguen sobrevolando Gaza y las tropas disparan a quienes dicen que se acercan a ellos o sobrepasan la línea imaginaria. Según la Sanidad gazatí, ya son 394 los palestinos fallecidos - la inmensa mayoría civiles, incluidos más de 70 niños - y 1.075 los heridos desde el inicio del alto el fuego, el pasado 10 octubre.
La llegada de Byron ha agravado aún más la situación humanitaria. Las lluvias torrenciales han anegado campamentos improvisados, arrancado lonas y convertido el barro en una amenaza sanitaria. Familias enteras duermen empapadas, sin calefacción ni ropa seca, mientras los cortes eléctricos y la falta de combustible impiden bombear agua o mantener abiertos todos los centros médicos. En este contexto, cada nuevo herido no es solo una cifra más, sino un recordatorio de la fragilidad extrema de una población atrapada entre la violencia armada y una emergencia humanitaria que se profundiza con cada tormenta.