El salto a la vida adulta de los menores extutelados
- Con la mayoría de edad, los menores tutelados ven cómo se desvanece la red de protección que les ha sostenido
- Por este motivo, existen programas de transición de hasta 6 años para ayudarles y "evitar situaciones de vulnerabilidad"
Al primer vistazo, al abrir la puerta, la casa grita "piso de estudiantes". Un cuadrante pegado en la pared de la cocina establece los turnos de limpieza para las cuatro personas que comparten el piso. Las habitaciones tienen camas individuales, un armario, un escritorio… Sin embargo, si se mira con atención, algo deja de cuadrar. Un extintor en el pasillo, un botiquín verde, de oficina, pegado en la pared del salón. Un enorme cartel en la entrada con teléfonos de emergencia y las normas de la casa. Esta última planta es un piso de transición para menores extutelados.
Nuria Yela, coordinadora del programa de transición a la vida adulta en ACCEM Castilla-La Mancha lo define gráficamente: "Es el puente que comunica dos montañas separadas por un barranco. Permite cruzar a otra etapa. Si no, te asomas a un abismo". Cumplir 18 años siendo menor tutelado equivale a ver desvanecerse la red de protección pública que te sostiene, que te ha facilitado un techo, comida, educación y cuidados. En algunos casos, desde la infancia. Un salto en lo material, pero también en lo emocional. Abandonan un entorno controlado, con otros menores en su situación, incluso sus propios hermanos, y se asoman a lo desconocido.
Cristina Peñafiel, técnico de autonomía, explica que las esperanzas que han alimentado rara vez se materializan: "Se enfrentan a la realidad de que están solos, piensan que van a tener un apoyo familiar y no llega. Tienen que hacer frente a sus itinerarios laborales". Los programas de transición dejan que empiecen a volar, pero sin soltarlos de la mano, si no lo desean. "Se trata de garantizarles la segunda oportunidad que la vida les arrancó cuando eran pequeños".
“Los pisos de transición de menores extutelados son "el puente que comunica dos montañas separadas por un barranco".“
Bárbara García es la consejera de Bienestar Social de Castilla-La Mancha y defiende que estos programas proporcionan un futuro a quienes se han visto desamparados en su infancia. La edad media de emancipación en España está en los 30 años. Este sistema da a los menores extutelados seis años más para organizar el resto de su vida y "evitar situaciones de vulnerabilidad, porque se tienen que enfrentar a los problemas de adultos a una edad muy temprana". Problemas de adulto, pequeños y grandes, por los que ayuda a moverse Cristina Peñafiel, que tutela el piso de transición: seis meses para aprender las cartas de navegación del mundo de los mayores. Los acompaña al banco, a abrir una cuenta corriente; al centro de salud para cambiar sus datos o a la primera compra.
Es lo que ha hecho con Álex y Marta. Tutelados durante trece y cinco años respectivamente. "Sería una locura pasar de un hogar con ocho educadores constantemente encima de ti a una casa donde no hay nadie. Cuando estás en el centro llegas y tienes la comida hecha" reflexiona Marta. Esto significa que ellos no se han criado viendo organizar la compra, preparar la cena o poniendo una lavadora. Cuestiones que, dice Nuria Yela, la coordinadora del programa, "algunas personas hemos tenido la suerte de poder preguntar a nuestros padres, ellos se lo tienen que preguntar a nuestro equipo". En el caso de Álex, también tira de Youtube y "paciencia" para aprender a cocinar. "Mi especialidad son los macarrones con tomate", asegura, entre risas, y promete un bizcocho para la próxima visita.
El estigma de la tutela
Marta y Álex no se llaman Marta y Álex. Abren las puertas de su casa bajo condición de anonimato. Haber sido un menor tutelado arrastra un estigma. "Te juzgan, tienen prejuicios hacia tu persona. Los niños que entran allí, entran por causas mayores". "Suelen interpretar que has cometido un delito, que estás ahí cumpliendo pena y la mayoría de las veces es porque tu familia no te puede cuidar", explican. El técnico de autonomía en ACCEM, Ramón Galiano, es aún más contundente: "vienen con mochilas de abusos y maltrato" y, sin embargo, apostilla su compañero Manuel Lozano "el mero hecho de haber estado en un centro, ya te etiqueta como si fueras violento o peligroso. Y no quiere decir eso, los menores están tutelados porque ha habido una negligencia por parte de sus progenitores".
Sin embargo, desmontar los prejuicios es un trabajo arduo. Cuando ellos intentan buscar un piso para alquilar, "les cuesta bastante" y se han encontrado rechazos directos si el casero se entera de que habla con una persona extutelada. Hasta las organizaciones sudan para encontrar inmuebles donde prestar asistencia. "Hemos cambiado recientemente y ha sido muy costoso encontrar a alguien". Cristina Peñafiel atribuye las reticencias al desconocimiento de la realidad de estos chavales. "Pero cuando nos han dado la oportunidad de alquilar la vivienda, no hemos tenido problemas con los vecinos. Es una vivienda supervisada y una de las normas, por ejemplo, es que no puede entrar gente".
“Uno de los mitos que persigue a los beneficiarios de servicios sociales es el del abuso en las ayudas.“
Otro de los mitos que persigue a los beneficiarios de servicios sociales, en general, es el del abuso en las ayudas. Estos chicos perciben una pequeña cantidad, que ronda los 250 euros mensuales, para afrontar los gastos diarios y que se someten a fiscalización mensual. Tienen que presentar los recibos de las compras. "La alimentación o el material escolar. Todo eso es justificable, pero el alcohol y tabaco y, todo eso, no puede justificarse de ninguna manera" explica Marta. Además, estos programas retrasan, pero no detienen la cuenta atrás hacia la emancipación. Álex recuerda que "la ayuda no es infinita. Tienes que depender de ti mismo cuando tengas 24 años".
Él estudia un módulo. Le gustaría trabajar en instalación de telecomunicaciones. Marta compagina un trabajo en la hostelería con segundo de bachillerato y espera estudiar derecho el año que viene. Estos programas permiten a los chicos continuar su formación y mejorar sus opciones laborales. Cada uno, dice la consejera de Bienestar Social de Castilla-La Mancha, Bárbara García, en función de sus intereses y capacidades. "Lo que más les pueda favorecer según cada perfil. Es lo que hacemos todos los padres. En casa les ayudamos y no podemos pretender que las administraciones con nuestros chicos y chicas no lo hagamos".
Marta reconoce que el programa te da "muchísimas oportunidades de estudiar. Te pagan la matrícula de la universidad, incluso pueden pagarte la residencia". En cinco años se ve "trabajando en lo que le gusta, totalmente alejada de su vida anterior". Quiere tener su propia familia. Lleva bajo la tutela pública desde los 13 años, aunque matiza "vigilada desde siempre".