Las webs de prostitución desde dentro: un supermercado de cuerpos que cosifica a la mujer hasta el extremo
- En los foros, los puteros tejen un sistema de confianza con códigos y lenguaje propios
- Los anuncios reproducen siempre los mismos patrones: exotismo, sumisión y disponibilidad total
"Prefiero que otro vaya primero y lo comente en algún sitio". No es una frase aislada ni sacada de cualquier portal de venta online. Es una muestra real de cómo la prostitución digital ha adoptado el lenguaje y las dinámicas del consumo: miles de hombres que cada día intercambian experiencias, puntúan, advierten y comparan a las mujeres como si fueran coches, hoteles o restaurantes.
Se trata de un sistema propio, un gran 'supermercado' de cuerpos cada vez más accesible y sustentado en una cosificación extrema de la mujer. Desde los anuncios que ofrecen sexo de pago las 24 horas hasta los foros de reseñas donde se evalúa el "rendimiento", se califican las prácticas y se opina sobre todo tipo de detalles, incluida la decoración del piso o si era fácil encontrar aparcamiento. Es la parte menos visible y, quizá, la más reveladora de este 'escaparate' infinito donde las mujeres —no siempre actuando de forma autónoma— son descritas con etiquetas que reducen su cuerpo, su carácter y su intimidad a simple mercancía.
Con esta realidad de fondo y partiendo de estudios existentes—que cifran en más de 114.000 las mujeres anunciadas en solo diez webs—, en DatosRTVE quisimos comprobar cómo se mueve este engranaje más allá de las cifras. Creamos una cuenta falsa en una de estas páginas de prostitución para observar desde dentro cómo se construyen los anuncios, qué vulnerabilidades exponen y cómo se comportan quienes los consumen.
Los anuncios, desde los perfiles hasta las etiquetas más frecuentes
Para analizar cómo funcionan las páginas de prostitución desde dentro, creamos una identidad ficticia: una mujer colombiana de 25 años, el perfil más común según los estudios. Las imágenes se generaron con inteligencia artificial, sin usar a ninguna persona real ni reproducir estereotipos hipersexualizados, con la intención de representar a una mujer joven anónima en cualquier ciudad. Incluimos pequeñas imperfecciones —como dedos ligeramente deformes, objetos difusos o fondos alterados— para comprobar hasta qué punto los puteros se fijan en el anuncio.
Pero a la hora de publicar, no fue tan sencillo. Las plataformas más conocidas —algunas tienen más de ocho millones de visitas al mes— cobran por subir y mantener visibles los perfiles, e incluso piden datos sensibles como la ubicación exacta del piso, las medidas corporales o una foto del pasaporte. Optamos por una web que permitía publicar gratis, aunque sometía las imágenes a revisión humana: pese a ser falsas e imperfectas, fueron aprobadas en menos de dos horas y, poco después, la propia página nos creó un perfil privado para subir fotos y vídeos explícitos "para enviárselos a tus clientes".
En el anuncio replicamos algunos de los patrones más frecuentes en estos portales—rostro pixelado, disponibilidad 24 horas, sumisión, exotismo o prácticas de riesgo—, rasgos que la Comisión Europea identifica como posibles indicadores de trata. También incluimos la expresión "nueva en la ciudad", un reclamo presente en uno de cada tres anuncios. Según los estudios, las mujeres cambian —o las hacen cambiar— de localidad cada pocas semanas para mantener la sensación de novedad y evitar el llamado "efecto cara quemada", cuando el perfil pierde atractivo.
Capturas del anuncio y de las interacciones registradas durante las primeras 72 horas. DatosRTVE
Los mensajes que llegaron y lo que revelan
En apenas 72 horas, el perfil recibió 35 solicitudes y cinco llamadas. La mayoría procedían de España, aunque también llegaron contactos con prefijos de Marruecos, Dinamarca, Italia, Reino Unido, Ecuador y Estados Unidos. La avalancha de mensajes comenzó apenas una hora después de publicar el anuncio. Todos los remitentes eran hombres y, aunque solo cuatro mostraban foto de perfil, los estudios sitúan la edad media de los demandantes de prostitución digital entre los 37 y 38 años.
La primera pregunta era siempre la misma: tarifas y servicios. Para responder, elaboramos un listado de precios basado en lo habitual en estos anuncios: un paquete básico y suplementos por prácticas de riesgo. Lo más llamativo fue comprobar que casi todos pedían extras y que no regateaban: la prioridad no era el precio, sino concertar la cita cuanto antes, preferiblemente para ese mismo día.
Los mensajes dibujaron dos perfiles muy definidos. El primero buscaba lo que se conoce como "trato de novia", es decir, besos, caricias y gestos afectivos junto al sexo de pago. El segundo pedía prácticas de riesgo —sexo sin protección, anal o combinaciones de ambas—. El lenguaje también era diferente: abundaban los diminutivos y apelativos que pretendían ser cariñosos —"amor", "bebé", "guapetona"— frente a otros mensajes fríos, directos y puramente transaccionales. Casi todos respondían con rapidez e insistencia.
Muchos preguntaron por la ubicación del piso y si era céntrico, otro reclamo habitual que refleja cómo la prostitución ha dejado de esconderse en los barrios marginales. Los estudios confirman que la mayoría de los encuentros se concentran en el centro de las grandes ciudades —en Madrid, el 20% de los anuncios se localizan en el distrito Centro—. Para observar las reacciones, planteamos una supuesta indisponibilidad del piso y la respuesta fue inmediata: varios propusieron alquilar apartamentos por horas, verse en el coche o directamente en su propia casa. En todos los casos, la prioridad era la misma: quedar lo antes posible.
También se repitió una exigencia constante de "pruebas". Casi todos pedían fotos caseras, sin filtros ni retoques, como garantía de autenticidad. Y esa necesidad de verificar encaja con un patrón más amplio: los foros y las reseñas funcionan como sistemas de validación colectiva, donde los demandantes de prostitución comparan imágenes y experiencias antes de contactar. Uno de los mensajes lo resumía en una sola frase: "prefiero que otro vaya primero y lo comente en algún sitio".
Recreación de anuncios en páginas de prostitución y de reseñas en foros. DatosRTVE
Los foros donde se puntúa a las mujeres
Aquella frase abrió la puerta a otro aspecto del "mercado": los foros donde miles de hombres comparten a diario valoraciones sobre las mujeres con las que han estado. Puntúan, dejan advertencias y relatan con detalle cada experiencia: cuánto costó, qué prácticas realizaron, si fueron con o sin protección, cómo era la vivienda, si había aparcamiento, si se parecía a las fotos, si miraba el reloj o incluso si olía a tabaco. Todo se registra.
Fragmentan a cada mujer en atributos medibles: edad, altura, peso, color de pelo, tamaño del pecho o acento, entre otros. A estas descripciones se suman etiquetas que las clasifican en categorías como "jovencita", "madura", "exótica" o "repetiría". En este entorno, el cuerpo se convierte en un conjunto de rasgos evaluables y la experiencia se califica según su "rendimiento".
Las reseñas no solo narran una cita sexual: construyen un sistema de confianza entre usuarios, sostenido por un lenguaje y unos códigos compartidos. En ausencia de intermediarios, la fiabilidad del perfil se construye a partir de los comentarios previos. Cuantos más testimonios acumula, mayor es su credibilidad dentro del sistema.
Aunque la investigación se detuvo tras tres días de actividad, las notificaciones no han dejado de llegar: llamadas, mensajes y propuestas que ya superan el centenar. El perfil permanece inactivo y ha quedado sepultado entre nuevos anuncios, pero el mercado continúa en marcha. Un espacio cada vez más accesible, anónimo y difícil de rastrear, donde la tecnología multiplica la visibilidad y acelera los mecanismos de oferta y demanda de mujeres.
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