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El eterno recrecimiento de la presa de Yesa, un proyecto empantanado que divide al Pirineo

Localización de la presa de Yesa en el mapa de España Recrecimiento de la presa de Yesa

El eterno recrecimiento de la presa de Yesa, un proyecto empantanado que divide al Pirineo

  • La ampliación acumula dos décadas de retrasos y polémicas por la inestabilidad del terreno donde se asienta
  • Servirá para regar miles de hectáreas y garantizar agua potable a Zaragoza, pero es una incógnita cuándo terminará
El presidente de la Asociación Río Aragón, Miguel Solana, mira hacia el embalse de Yesa
El presidente de la Asociación Río Aragón, Miguel Solana, mira hacia el embalse de Yesa ÁLVARO CABALLERO

"Mira, allí al fondo, ya asoma el 'monstruo'". Miguel Solana, veterano militante aragonesista y presidente de la Asociación Río Aragón, se refiere así, medio en broma, al nuevo dique de la presa de Yesa, situada entre Zaragoza y Navarra. Esta mole de hormigón y grava de 108 metros, empequeñece al dique actual, de 76 metros, construido en 1959.

Solana señala a la presa mientras conduce su coche por la antigua carretera que une Jaca y Pamplona, a los pies del Pirineo. La vía, que serpentea a lo largo del actual embalse, quedará completamente inundada una vez que finalice el proyecto de recrecimiento del embalse, una ambiciosa obra que duplicará el volumen de Yesa —pasará de los 447 hectómetros cúbicos actuales a 1.079— y lo convertirá en el segundo pantano de la cuenca del Ebro por capacidad.

La gran pregunta encima de la mesa es cuándo llegará finalmente ese recrecido, que ha acumulado retrasos y polémicas desde hace más de dos décadas. Fue en 2001 cuando el entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, puso la primera piedra de un proyecto considerado clave para ampliar el regadío, abastecer a los 800.000 habitantes de Zaragoza y su área metropolitana y controlar posibles inundaciones. Entonces, se calculaba que la obra se finalizaría en cinco años y que tendría un presupuesto de 113 millones.

Pero nada de esto se cumplió. La construcción casi triplica el presupuesto original—se sitúa actualmente en los 290 millones, según la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), organismo promotor del proyecto—, y, 24 años después, aún no tiene un horizonte claro de finalización.

La actual presa de Yesa, conocida como el Mar del Pirineo por su extensión, se construyó en 1959 entre Aragón y Navarra y alimenta el Canal de las Bardenas, que riega decenas de miles de hectáreas en ambas comunidades.

El proyecto del recrecimiento doblaría la capacidad del embalse, lo que permitiría aumentar el riego y proporcionar agua potable a Zaragoza, aunque los críticos denuncian la “inseguridad” del proyecto por los deslizamientos de tierra en las laderas en las que se asienta el nuevo dique.

Sigüés, al norte del embalse, es el pueblo más afectado por la ampliación. Un muro de 15 metros protegería el casco urbano de posibles inundaciones, pero su construcción divide a la localidad zaragozana: varios edificios han sido demolidos y algunos vecinos ya solo ven el muro desde sus ventanas.

Vista del embalse de Yesa desde Sigüés

Mientras, el municipio navarro de Sangüesa sería el primero en inundarse en caso de rotura de la presa. Sus 5.000 habitantes tendrían media hora para evacuar, y en los peores escenarios la riada inundaría también Zaragoza, según algunos expertos. La Confederación Hidrográfica del Ebro, promotora de la obra, tacha de “alarmista” estos pronósticos y defiende la seguridad del proyecto.

El silencio es el gran protagonista en las laderas del embalse, donde no se ve ninguna máquina trabajando. Las obras están al 80%, pero llevan paralizadas desde 2023 a la espera de que se apruebe una nueva modificación del proyecto, la cuarta, según ha explicado a RTVE la Confederación, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica. Una vez ya esté aprobada, los trabajos durarán al menos otros cuatro años y medio, lo que sitúa el horizonte de finalización ya al término de esta década.

La presa de Yesa, un proyecto empantanado que divide al Pirineo

Una presa apoyada sobre "dos deslizamientos"

Detrás de los continuos retrasos está la inestabilidad del terreno sobre la que se construye la presa, algo sobre lo que ya advertía el ingeniero responsable del primer pantano, René Petit, en 1983. "El problema es que la presa está apoyada en dos deslizamientos", uno en la margen izquierda del pantano y otro, mayor, en la derecha, asegura a RTVE Noticias el profesor de Geología de la Universidad de Zaragoza Antonio M. Casas.

Esta situación de inestabilidad se conoce desde hace décadas, pero con el inicio de las obras del recrecimiento "los movimientos se acentúan", provocando grietas. Los corrimientos de tierras ya han provocado el desalojo y demolición de dos urbanizaciones en la falda de la montaña junto a Yesa, en 2013, lo que conllevó la expulsión de los vecinos de unos 100 hogares.

Asociaciones locales, ecologistas y varios científicos lo ven como un proyecto "temerario", ya que, si la presa llega a romperse, en los peores escenarios podría inundar Zaragoza y decenas de localidades en el río Aragón y el Ebro en cuestión de horas. La CHE, por su parte, insiste en que el recrecimiento "cumple con los cánones más exigentes en materia de seguridad de presas".

El proyecto ya cambió sustancialmente en 2004, con la llegada al Gobierno central de José Luis Rodríguez Zapatero. Hasta entonces, se planteaba triplicar la capacidad del embalse, llegando a los 1.500 hectómetros cúbicos, lo que provocaría la inundación del casco urbano de Sigüés, en Zaragoza. Con el nuevo plan, aprobado a instancias del Gobierno de Aragón, se rebajaba la cota y la capacidad, y así ningún pueblo tendrá que ser desalojado. Sí que se inundan tierras fértiles de varias localidades ribereñas, como Artieda, y parte del Camino de Santiago, que recorre la zona.

La nueva presa de Yesa aumentará su capacidad un 140%

DatosRTVE, InfografíaRTVE Fuente: Confederación Hidrográfica del Ebro / Elaboración propia

Una "nueva cultura del agua" frente a la política "pantanista"

Pero el debate alrededor de Yesa no se circunscribe solo al embalse. Simboliza también un conflicto latente entre la "vieja" y la "nueva" cultura del agua, afirma el profesor de Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Zaragoza César González Cebollada. Según él, el recrecimiento representa un "vestigio" de un modelo "obsoleto", más propio del siglo XX, en el que primaba un enfoque "utilitarista" de un recurso natural cada vez más escaso en nuestro país.

España es el país de la Unión Europea con un mayor número de grandes presas, 1.225. Son infraestructuras de gran utilidad en un clima mediterráneo como el nuestro, con lluvias irregulares. Sin embargo, "cada nuevo embalse es menos útil que el anterior porque cada vez hay menos agua y además, cuesta más hacerlo, porque el embalse barato ya lo has hecho anteriormente", expone González.

Él, como Casas, forma parte de la Fundación Nueva Cultura del Agua, que nació a finales del siglo pasado en Aragón contra grandes obras hídricas como, precisamente, la de Yesa o el trasvase del Ebro que planteaba el Gobierno de José María Aznar con su Plan Hidrológico Nacional.

Esta nueva cultura del agua, apunta, propone "medidas blandas", centradas en la gestión de la demanda, frente a las soluciones "duras" de "obra y hormigón", como las presas. Estas generan "fuertes impactos no solo ambientales sino sociales", como la expulsión de vecinos de sus casas o la inundación de localidades enteras.

Coincide Solana, quien cree que la política "pantanista", que tuvo su esplendor en el franquismo, aunque ya se planteaba a inicios del siglo XX, "era entendible en aquellos momentos, en los que había que fortalecer el sector primario y dar de comer a una población hambrienta". Hoy esas necesidades han perdido vigencia, cree, y han aparecido otras nuevas, como la de "respetar el medio ambiente". "Estas obras hoy en día no se plantearían. Son resquicios del pasado a los que nadie les sabe poner el último clavo", reivindica.

Desde la Fundación Nueva Cultura del Agua creen que la atención debería centrarse, en lugar de seguir construyendo grandes infraestructuras, en "buscar sistemas eficientes pero a la vez rentables para los agricultores", los principales beneficiarios del recrecimiento.

El nuevo talud de la presa de Yesa. Desde aquí nace el Canal de las Bardenas

El nuevo talud de la presa de Yesa. Desde aquí nace el Canal de las Bardenas CONFEDERACIÓN HIDROGRÁFICA DEL EBRO

Garantía de riego para más de 90.000 hectáreas

De Yesa nace el Canal de las Bardenas, un conducto de más de cien kilómetros que riega principalmente la comarca zaragozana de las Cinco Villas y también varias zonas de Navarra. El recrecimiento de la presa es un elemento fundamental para la economía de la comarca, ya que garantizaría el regadío para más de 90.000 hectáreas.

"Tenemos una carencia importante de agua, por lo tanto queremos que esta obra se termine cuanto antes", defiende José María Vinué, presidente de la Comunidad General de Regantes del Canal de las Bardenas.

Consideran que el actual embalse se queda corto para almacenar el agua de lluvia. En el último otoño e invierno, pone de ejemplo, se han ido al río Aragón más de mil hectómetros cúbicos que la presa no ha podido retener porque ya estaba llena. "Luego en verano, como no se ha podido embalsar, el agua ha sido insuficiente. No nos llegaba el agua para terminar la campaña a pesar de haber sido un otoño e invierno favorables", plantea.

Existen alternativas "menos costosas" que el recrecimiento para mantener el regadío, según González Cebollada, muchas de las cuales ya están en marcha, como balsas laterales de almacenamiento en el canal, o mejoras en el transporte para evitar "pérdidas de agua" o mejorar "notablemente" los sistemas de riego.

Vinué, por su parte, se muestra favorable a estas medidas para mejorar la eficiencia "en paralelo al recrecimiento", pero esta ampliación sigue siendo "la madre del sistema". "¿Si no tenemos esa garantía, para qué queremos esas obras?", se pregunta.

"Incluso en un año húmedo como este no se hubiera llenado completamente"

El agua ha permitido florecer a esta comarca desde su llegada hace 60 años. Por poner un ejemplo, Ejea de los Caballeros, su capital, ha doblado en este tiempo sus habitantes, lejos de los problemas de despoblación que afectan a otras zonas de Aragón. La construcción del canal llevó a la creación de varios pueblos de colonización, característicos del franquismo, poblados en muchos casos por los habitantes expulsados por la construcción del embalse de Yesa.

Sin embargo, el agua se vislumbra como un bien cada vez más codiciado a medida que aumente su escasez. El cambio climático provocará sequías más largas e intensas, tal y como muestran los datos de los últimos años y las proyecciones para los próximos.

Este contexto de menor disponibilidad de agua, considera González Cebollada, le resta sentido a la ampliación. "Dudo que se vaya a llenar nunca. Incluso en un año especialmente húmedo como ha sido este no se hubiera llenado completamente [el pantano recrecido]", asegura, y las predicciones para los próximos años establecen que solo en "uno de cada 20 años" Yesa podría almacenar una cantidad extra sobre la que almacena el embalse actual.

Solana se muestra de acuerdo con él. Ya jubilado, se remonta a su infancia y recuerda cómo entonces el río Aragón bajaba "mayenco", como se conoce en aragonés al aspecto de los ríos pirenaicos que en mayo, por el deshielo, discurren "enormes", algo ya no tan habitual.

¿Una presa a prueba de danas?

Además de sequías, el calentamiento global trae consigo, aunque suene paradójico, lluvias torrenciales e inundaciones. La trágica dana de Valencia, ocurrida justo hace un año y que dejó 229 víctimas, trajo a la actualidad de nuevo el debate sobre la seguridad de Yesa.

La Chunta Aragonesista, partido integrado en el grupo parlamentario de Sumar, preguntó al Gobierno sobre las garantías de seguridad de una obra que tachaba de "verdadero peligro" en caso de una dana por su capacidad para aliviar agua. El recrecimiento es "una auténtica bomba de relojería", afirmó el diputado del partido en el Congreso, Jorge Pueyo.

Frente a ello, la Confederación Hidrográfica del Ebro insiste en que los trabajos realizados hasta el momento, junto a los que incluye la "Modificación nº 4" de la obra -la que se está llevando a cabo actualmente- y la estabilización de la margen derecha "permitirán asegurar la ladera, con relación a la presa y al embalse recrecidos, en cualquier circunstancia que se pueda presentar".

"Cuando viene una precipitación extraordinaria las presas pasan de amigo a enemigo

Es cierto que las presas permiten controlar inundaciones al regular grandes cantidades de agua. Sin embargo, "cuando viene una precipitación extraordinaria", del nivel de la de Valencia en 2024, estas obras pueden pasar "de amigo a enemigo", alerta González Cebollada.

Primero, "porque no puede albergar de ningún modo toda el agua que genera una dana", y además porque "corre el riesgo de romperse y añadir toda el agua que tiene almacenada a la que está cayendo".

Entre 20 y 30 minutos para evacuar Sangüesa en caso de inundación

Este profesor elaboró en 2021 una simulación de qué ocurriría en caso de rotura de la presa. En el peor de los escenarios —en el que se unirían varios factores: embalse lleno, lluvias torrenciales y problemas en las compuertas— la situación sería "realmente dramática": "Todas las localidades ribereñas se verían severamente dañadas", desde el río Aragón hasta el mar Mediterráneo. La primera sería Sangüesa, un municipio navarro de 5.000 habitantes situada unos 20 kilómetros al sur del embalse.

Sus vecinos tendrían entre 20 y 30 minutos para refugiarse en una zona segura, según el plan de evacuación, que plantea también simulacros periódicos con megafonía. En Zaragoza tendrían más tiempo para evacuar, unas 13 horas, calcula este experto, pero los daños serían en todo caso muy graves. En la plaza del Pilar, señala, el agua podría llegar a los cinco metros.

Los vecinos de las localidades afectadas tienen en la mente la tragedia de la presa italiana de Vajont, en 1963, cuando un deslizamiento de tierra en esta zona alpina provocó una gran ola que rebasó el dique y provocó la muerte de unas 2.000 personas. Sin ir más lejos, la dana de Valencia elevó al máximo la preocupación sobre la situación de otras presas, las de Forata y Buseo, cerca de su capacidad máxima por las lluvias.

Pintada contra la presa en Artieda, Zaragoza

Pintada contra la presa en Artieda, Zaragoza Á. CABALLERO

La CHE tildó en su momento de "alarmismo" las tesis de González Cebollada. El organismo dependiente del Miteco recalca la seguridad de la presa remitiéndose a un informe encargado por el Gobierno al Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y publicado en 2021, que consideraba que la ladera tiene "estabilidad suficiente" y que la ladera se mueve a un ritmo "lento".

Un polémico muro para separar Sigüés del agua

En los años 50, la construcción del embalse actual inundó las localidades de Escó, Tiermas y Ruesta, expulsando a 1.500 vecinos de sus casas. Gracias a la modificación de 2004, la obra de ampliación no plantea inundar ningún pueblo, pero sí que transformará el entorno de Sigüés.

El río Esca, que baña la localidad, será represado en el llamado embalse de cola, adyacente al de Yesa. El fin es evitar que, en épocas de pocas lluvias, se genere un paisaje árido, "lunar", como lo define Solana, y crear en su lugar un largo artificial permanente "que permitirá usos lúdicos", según la CHE.

Para separar el futuro lago del pueblo ha sido necesario construir un polémico muro de 15 metros de altura. "Llámalo muro de la vergüenza, de las lamentaciones…", rumia Lourdes Bronte, vecina de Sigüés, mientras muestra la vista desde su casa. Antes, desde el balcón podía ver el río, una chopera y las huertas. Ahora, se topa contra esta barrera pintada de negro.

La mirada de Lourdes Bronte se topa contra el muro desde la ventana de su casa

La mirada de Lourdes Bronte se topa contra el muro desde la ventana de su casa Á. CABALLERO

Ella nació en el pueblo de Escó, ahora abandonado por el primer embalse de Yesa. "De Escó me echó el agua y de aquí casi, mi casa es la única que se ha quedado de todo alrededor sin ser expropiada", relata. Varias viviendas del alrededor han sido demolidas, y como parte de las compensaciones a los pueblos afectados por el embalse, la CHE construirá en su lugar equipamientos como piscinas, zonas deportivas, de juego infantil y un embarcadero.

De Escó me echó el agua y de aquí casi, mi casa es la única que se ha quedado de todo alrededor sin ser expropiada

Ella, sin embargo, no aprecia la mejora que supuestamente llegaría al pueblo con estas nuevas instalaciones. "Ya no viene gente a la piscina natural del río, el pueblo lo que ha hecho es ir para abajo", lamenta. Los vecinos cuyas viviendas han sido expropiadas, por ejemplo, ya no han vuelto, una pérdida que se nota en una localidad de apenas 70 habitantes.

25 años de la huelga del Pirineo

Miguel Solana, como Lourdes, lleva la historia de la presa en el ADN. Su abuela era de Tiermas, otro pueblo abandonado por el embalse y del que solo quedan los restos del antiguo balneario, ahora frecuentado por bañistas que nadan en las aguas sulfurosas de sus ruinas.

Bañistas en las ruinas del balneario de Tiermas

Bañistas en las ruinas del balneario de Tiermas Á. CABALLERO

Él nació a pocos kilómetros, en Artieda, centro neurálgico de la oposición a la obra, como demuestran las múltiples pintadas contra la presa que colorean el pueblo. Solana fue uno de los impulsores del Movimiento Por la Dignidad de la Montaña, creado a finales de los 90, cuando sobre el Pirineo sobrevolaban cuatro grandes proyectos de presas: Jánovas, Biscarrués, Santaliestra y la ampliación de Yesa.

El movimiento reivindicaba "el derecho de la montaña a ser respetada y a que no estuviera al albur de los intereses ajenos a ella". Su mayor demostración de fuerza fue el llamado Paro general del Pirineo, una huelga que paralizó industrias y comercios durante varias horas el 25 de octubre del 2000, hace justo un cuarto de siglo.

Pintadas contra la presa y

Pintadas contra la presa y "por la dignidad de la montaña" en Artieda Á. CABALLERO

"Fue una cosa inaudita que además dio resultados", defiende. De los cuatro embalses proyectados, solo Yesa sigue adelante. Ahora, el movimiento se ha modernizado para hacer frente a nuevas problemáticas que afectan a la zona: la unión de pistas de esquí en Canal Roya, la instalación de grandes macroplantas solares o el problema de vivienda por la "turistificación".

"Pero en el fondo estamos hablando de lo mismo: el Pirineo sigue siendo un territorio para expoliar, para colonizar y para aprovecharse de él. Y este nuevo movimiento, igual que se hizo hace 25 años, plantea que ha de ser de aquí de donde se tomen las decisiones", remata.

Al fondo, el nuevo dique de Yesa se yergue imponente sobre la canal de Berdún, el valle que hace 60 años fue transformado por el primer embalse. Si finalmente llega a llenarse la presa recrecida, el entorno volverá a cambiar por completo. Aguas abajo, en la fértil llanura regada gracias al pantano, esperan como agua de mayo la ampliación. Pero allí, entre muchos de los habitantes de la falda del Pirineo, la presa no deja de despertar inquietud.

Créditos

Coordinación de contenidos: Lucía Rodil | Redacción: Álvaro Caballero | Diseño:Sonia San José (InfografíaRTVE · Hiberus) | Maquetación: José Javier Ramos (InfografíaRTVE · Hiberus) | Infografías: Jorge Moreno (InfografíaRTVE · Hiberus).

*Este trabajo ha sido realizado con el apoyo de Journalismfund Europe

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