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Bagdadíes

JOSÉ ANTONIO GUARDIOLA

La voz de los iraquíes ha sido la menos escuchada desde que Estados Unidos invadió el país en 2003.

Desde ese 2003, las guerras que ha sufrido este país (entre el Ejército y células de Al Qaeda, entre suníes y shiíes, entre las tropas internacionales y shiíes y suníes) nos han llegado casi siempre a través de imágenes impactantes. Bien sea el coche bomba, el desalmado de Al Qaeda que degüella al occidental de turno o el famoso zapatazo a Bush. Imágenes con contexto o sin él, según el medio que la transmitiera.

Durante años, hacer periodismo de televisión en Irak ha sido una labor casi imposible para los occidentales. En las calles, miles de ojos vigilaban los pasos de los reporteros. Miles de teléfonos móviles esperaban una llamada que señalara el objetivo. En esas circunstancias resultaba dificilísimo saber qué sentían, cómo sobrevivían, cómo reían los iraquíes.

Hoy la limpieza étnica aplicada por las milicias en los barrios de Bagdad ha consolidado el pensamiento único. En los barrios shiíes se habla con cierta condescendencia del Gobierno del primer ministro Nuri al Maliki. En los barrios suníes brota por encima de todo el deseo de una pronta retirada de las tropas estadounidenses. En los barrios en los que aún quedan células de Al Qaeda es mejor no bajar del coche.

Hassan es un periodista shií que se dedica a vender perejil en un puestecito en la calle Karrada. No critica a Estados Unidos y culpa a los políticos de no estar a la altura, de no haber sido capaces de ponerse de acuerdo para crear algo de riqueza en el país. Pide un Gobierno fuerte. Algo muy parecido a lo que ansía desde hace tiempo al Maliki, harto de tener que consensuar sus decisiones con las minorías suní y kurda.

Abú es un albañil suní que disfruta ahora de cierta calma después de haber visto en su barrio combates de todos contra todos. Cree que los iraquíes darán la talla el día en que Estados Unidos retire a su último soldado.

¿Y las mujeres? Muy complicado que hablen en público y menos ante un occidental, salvo aquéllas que trabajan, por ejemplo, como profesoras o periodistas. Las mujeres sí han cambiado el paisaje de Bagdad. El laicismo que defendió el partido Baaz de Saddam Husein ha pasado a la historia y hoy muchas de ellas cubren su cabello con un velo o lucen un chador.

Esto es parte de lo que ocurre en este microcosmos llamado Bagdad. Otras cosas muy diferentes ocurrirán en ciudades tan dispares como Basora, Irbil, Kerbala o Faluya.