La bisexualidad, cuestionada hasta en el colectivo LGTBIQ+: "Es una salida del armario continua"
- En pleno mes del Orgullo se multiplican los comentarios que invisibilizan esta identidad
- La B del acrónimo LGTBIQ+ se asocia a la sospecha, al doble juego: "Una vez me dejaron por bisexual"
"Me enamoré. Y no fue de quien pensaba", canta la artista estadounidense Fletcher en Boy, su último single. Una confesión sencilla, pero que no ha caído nada bien. Hasta ahora, la cantante había hablado casi exclusivamente de mujeres en sus letras y buena parte de su público la había abrazado como referente lésbico. Pero al hablar de una relación con un hombre, muchas fans se han sentido engañadas, han criticado que utilice a las lesbianas para hacerse famosa e incluso la han acusado de promover valores tradicionales. Critican, además, que haya publicado la canción en junio, en pleno mes del Orgullo LGTBIQ+.
Irónicamente, en la propia letra de Boy, Fletcher anticipaba ya el rechazo de quienes olvidan el significado de la letra B en el acrónimo LGTBIQ+: "Sé que no es lo que queríais oír (…). Y me da miedo pensar lo que pensaréis de mí". Acertó.
¿No será una fase? ¿Te gustan más los hombres o las mujeres? ¿Si estás con un chico, no serás hetero? ¿Si no has estado con alguien del mismo sexo cómo sabes que eres bi? A las personas bisexuales, aquellas que sienten atracción hacia ambos sexos, les persiguen preguntas que suenan más a juicio que a curiosidad, una discriminación específica que tiene un nombre: bifobia.
"He sentido bifobia desde siempre. Es una sensación de tener que demostrar mi orientación una y otra vez, una salida del armario continua. Primero se presuponía que era heterosexual y cuando he empezado a tener relaciones con personas de mi mismo género se me lee como lesbiana. Parece que tienes que elegir un lado o el otro, que la bisexualidad es imposible", cuenta Laura, de 38 años.
Bifobia en el colectivo LGTBIQ+: "Puede doler más"
La bifobia se sufre en el día a día, con la familia, amigos o en el trabajo, pero también dentro del colectivo LGTBIQ+. "No diría que hay más bifobia en el colectivo, pero sí que puede doler más porque se espera que haya una acogida, una comprensión", lamenta Trenado. Coincide con ella Ana, de 32 años, y también activista bi: "En los espacios queer hay una decepción porque esperas que te vayan a tratar bien. Lo bi está en el colectivo, pero parece que es menos".
En estas últimas semanas, coincidiendo además con el mes del orgullo, se han multiplicado en redes los ejemplos de este cuestionamiento de la identidad bisexual por parte de fans LGTBIQ+. Además de Fletcher, han recibido comentarios del mismo tipo otras artistas queer por el hecho de tener una relación con alguien del sexo opuesto, como Billie Eilish o Jojo Siwa. "Supongo que es guay ser bisexual hasta que llega el momento de salir con alguien del mismo sexo", se lee en una publicación con casi 50 millones de visualizaciones en la red X acerca de una foto en la que Eilish aparece besando un hombre.
No solo ocurre fuera de nuestras fronteras. En España, el cantante Paul Thin -que siempre se ha definido como bisexual-, también recibió críticas por un vídeo reciente en el que defiende que sigue siendo bi aunque actualmente tenga novia. Son "modernitos que se hacen llamar bisexuales y no han estado en la vida con un tío", decía uno de estos comentarios.
"Que acabe con un tío o una tía no va a hacer que yo deje de ser bisexual"
Estoy cansada de que tengamos que demostrar o validar una especie de carné de pertenencia al colectivo. Todos los orgullos, todos los años lo mismo", denuncia en este sentido la periodista especializada en cuestiones de género y activista bisexual Noemí López Trujillo.
Muchas personas que se definen con la B de LGTBIQ+ sufren que se les vea como "un agente doble" dentro del colectivo, apunta Ana, y que se dude de su compromiso y su legitimidad como parte de esta lucha, tal y como ocurre con Fletcher o Eilish. En algunos espacios militantes, Laura reconoce que ha tenido que "ocultar" el hecho de estar con un hombre, algo que se sentía como una "traición", mientras que otras compañeras, por ejemplo, han dejado de llevar faldas en estos contextos porque se ve como "poco queer", añade Ana.
“Es muy peligrosa esa idea de que la pareja que tengas a largo plazo es la que define tu identidad“
"Que acabe con un tío o una tía no va a hacer que yo deje de ser bisexual. Es una de las orientaciones más invalidadas, o la que más", sigue Laura. Es otra de las experiencias más compartidas por las personas bisexuales: ser visto como heterosexual u homosexual según quién sea tu pareja en cada momento. "Es muy peligrosa esa idea de que la pareja que tengas a largo plazo es la que define tu identidad", señala López Trujillo.
Casi el 40% de las chicas jóvenes se definen como bisexuales
Este cuestionamiento hacia la identidad bisexual llega precisamente en un momento en el que cada vez más personas se definen con esta etiqueta. En España, el porcentaje de personas que se identifican como bi se ha duplicado en unos pocos años -pasando del 2,3% en 2021 al 5,9% en 2025, según el CIS-, pero los números son mucho más altos entre los jóvenes.
Uno de cada cuatro jóvenes entre los 18 y los 24 años son bisexuales, mucho más que quienes se consideran homosexuales -un 3%-, y el dato se dispara hasta casi el 40% en el caso de las mujeres en esta franja de edad. También en este grupo el porcentaje de bisexuales se ha duplicado en apenas cuatro años.
Una identidad bajo sospecha: "Una vez me dejaron por bisexual"
Otra de las manifestaciones más habituales de la bifobia es la asociación de la bisexualidad con la sospecha, lo indefinido, el doble juego, algo habitual en la pantalla. "Para que un personaje se lea como bisexual, su identidad tiene que definir la trama. En el cine, tradicionalmente, se ha utilizado la bisexualidad para presentar a personajes con intenciones ocultas", analiza López Trujillo.
El ejemplo canónico es el personaje de Sharon Stone en Instinto Básico, una de las primeras representaciones de una mujer bisexual en la cultura de masas, y que era precisamente una asesina manipuladora.
Dani Cargol, un joven de 24 años, ha vivido esta sensación de sospecha en sus propias carnes. "Una vez me dejaron por bisexual. Mi novia me dijo que no podía fiarse del todo de mí y que siempre le quedaría la duda de si me faltaría algo con ella", recuerda.
"Si quiero ligar con una chica intento parecer más hetero"
A menudo, siente que tiene que adaptar su forma de presentarse: "Si quiero ligar con una chica intento parecer más hetero. Y al revés. Decir que eres bisexual echa para atrás". Ana, que por su aspecto suele ser leída como lesbiana, también ha vivido experiencias similares: "Yo si me mola un tío tengo que interpretar una feminidad superextrema", explica.
No solo tiene que lidiar con el juicio ajeno, también con el propio. "Tengo que reafirmarme todo el rato y recordarme que no tiene por qué ser un 50-50", asegura Dani. "Vivo con la duda constante sobre mi sexualidad. Si de repente hay una temporada larga en la que solo me fijo en chicas, pienso: "¿seré hetero?", añade.
Está lejos de ser una experiencia única. En su libro de 2021Resistencia bisexual, la escritora Elisa Coll escribía que "no soy suficientemente bi" es un pensamiento recurrente entre las personas bisexuales, el "miedo a apropiarnos de una categoría a la que no tenemos derecho" por no haber tenido nunca relaciones con el mismo sexo, por ejemplo. "La bisexualidad no es un club selecto en el que hay enseñar un carné por puntos", señalaba, es también para "las confusas e indecisas, para quien no se atreve a decirlo".
Sin referentes bi
En comparación con gays o lesbianas, las personas bi suelen salir del armario más tarde, algo que se explica en gran parte por la falta de referentes. "Yo lo identifiqué hace mucho, de adolescente, pero a mí me costó mucho verlo porque yo no conocía a nadie bisexual, ningún referente", reconoce Laura.
No solo hay una escasa representación bisexual en la pantalla o en la cultura, sino que aquellas figuras que sí que se definían de esta manera han sido invisibilizadas. Es el caso de Virginia Woolf o Gloria Fuertes, consideradas históricamente como lesbianas. En el caso de Woolf, se suele decir que se casó por obligación de la moral victoriana, pero ella insiste en que "amaba profundamente a su marido, como deseaba a Vita Sackville-West", resalta López Trujillo.
Ocurre también con Freddie Mercury: mientras que en vida se le veía como heterosexual, tras su muerte se asumió que era gay, ignorando que tuvo relaciones amorosas tanto con hombres como con mujeres -a Mary Austin, su novia durante años le dedicó Love of my life-.
Mayores tasas de violencia sexual en las mujeres bisexuales
De las personas bisexuales se asume en ocasiones, dentro del colectivo LGTBIQ+, que sufren menos discriminación que las personas homosexuales por tener relaciones con personas del sexo opuesto. Pero esto puede ser un arma de doble filo, advierte López Trujillo. El argumento invalida problemáticas propias de la bisexualidad, y varios estudios demuestran que las mujeres bisexuales sufren mayores tasas de violencia sexual, de género e intragénero.
Un estudio elaborado por la agencia de salud pública de Estados Unidos (CDC) en 2017 mostraba que el 46% de mujeres bisexuales declaraba haber sufrido una violación, seguidas por el 17% de las mujeres heterosexuales y el 13% de las lesbianas, mientras que el 75% de las mujeres bisexuales habían padecido algún otro tipo de violencia sexual, frente al 46% de lesbianas y al 43% de heterosexuales. "Y, sin embargo, eso no forma parte de la agenda LGBTI", lamenta la periodista.
Advierte además de que es contradictorio afirmar que "vivir en el armario es horrible", al mismo tiempo que se asegura que "las personas bisexuales tienen privilegios por ser leídas como heterosexuales". Vivir libremente la propia identidad de género y la orientación sexual, insiste, son bases nucleares de la dignidad de la persona: "Si no compras eso, tiras por tierra todos los postulados de las últimas décadas sobre lo queer".
La bisexualidad, una herramienta de subversión
Aun así, Ana Amigo, activista y una de las fundadoras de la Rede Galega de Estudos Queer (RGEQ), advierte del peligro de centrar la crítica en el colectivo LGTBIQ+. Asegura que la bifobia está en todas partes y culpar únicamente a los espacios queer puede dar lugar a "discursos simplistas, superfluos y, probablemente, con consecuencias LGBTIfóbicas", además de eximir de responsabilidad a las instituciones y las demás personas que la ejercen. Lo fundamental, apunta, es "cuestionar la heterosexualidad, que sigue siendo la identidad intocable que define a las demás".
Sostiene, además, que es posible utilizar la bisexualidad como herramienta para cambiar los marcos de pensamiento establecidos. La invisibilización de la bisexualidad tanto en la historia como en las teorías y activismos LGTBIQ+ "tiene unos efectos devastadores, ya que contribuye a fortalecer los mismos binarismos que desde las teorías queer tratan de ponerse en cuestión".
Por eso, la experta defiende que todo lo clasificable como "confuso, fluido o ambiguo" puede utilizarse como algo subversivo. "¿Qué hay más potente a nivel político que apostar por la presunción de bisexualidad?", plantea.