Luto por el tiroteo en la escuela: "No podemos seguir adelante sin preguntarnos quién compra armas en Austria y para qué"
- Un joven de 21 años irrumpió armado en un instituto y mató a tiros a nueve alumnos y a un profesor antes de suicidarse
- El suceso ha abierto el debate sobre la necesidad de reforzar los requerimientos para acceder a las armas
Las sinuosas calles empedradas del centro de Graz (Austria) desembocan en su plaza mayor, de origen medieval. Frente al monumento al Archiduque Juan de Austria se extienden las velas y las flores por las víctimas del tiroteo en una escuela el pasado martes que dejó 11 muertos, entre ellos el autor de la masacre. Quienes las depositan se quedan unos minutos mirando las ofrendas en silencio, ensimismados. Otros musitan algunas palabras entre dientes. Hay quien no puede aguantar el llanto.
Sophie, una joven estudiante de la ciudad, nos cuenta que algunos de sus amigos estudiaban en el centro de secundaria en el que este martes murieron asesinadas diez personas. Conocía a uno de los fallecidos. "Vivíamos en un lugar tranquilo. Ahora no podré sentirme segura nunca más", concluye antes de alejarse en dirección al río Mura, que divide la ciudad.
Una mujer permanece arrodillada junto a las pequeñas velas rojas. Al incorporarse, nos dice que su hija iba al instituto BORG Dreierschützgasse y que nunca jamás pensó en vivir algo semejante. "No tengo palabras", remata entre aspavientos.
Hace un rato que el reloj ha marcado las diez de la mañana. A esa hora del miércoles, todo el transporte público de la ciudad se detuvo. Los tranvías, los autobuses, dejaron de circular en señal de duelo. La radio se quedó en silencio y la televisión pública dejó de emitir. Durante un minuto, la ciudad entera se quedó congelada.
Dos amigas permanecen juntas en mitad de la plaza. Johanna relata que estudió en Estados Unidos antes de regresar a Austria. "Pensaba que un tiroteo semejante solo podía suceder en América (sic)" dice. Junto a ella, Fitza señala: “No podemos seguir adelante sin preguntarnos quién compra armas en Austria y para qué". Nos lo dice cerca de una armería, una de las que hay en pleno centro de la ciudad, con una fachada empedrada y carteles verdes que rezan "armas" y "munición". Cerca hay otra de grandes escaparates que presenta un cartel publicitario con la bandera de Estados Unidos.
Las armas de fuego, en el punto de mira
El campus de la universidad está a medio gas ante las vacaciones de verano. Stefan Storr, profesor de Derecho, nos atiende en su despacho. "Austria es un país muy liberal a la hora de acceder a armas de fuego", asegura.
Desgrana que las armas en el estado federal están divididas en cuatro tipos desde la A, armas de guerra, cuyo uso está prohibido por la población civil, hasta las menos dañinas encuadradas en el tipo D. Las que utilizó el presunto asesino, Artur A., estarían clasificadas como B, según Storr y otros expertos.
Es decir, en atención a las leyes austríacas, el presunto asesino tuvo que superar una evaluación psicológica para acceder a ellas. Y la pasó recientemente, puesto que tenía 21 años, la edad mínima para comprarlas legalmente.
“Es probable que los políticos se planteen ahora reforzar los requerimientos para acceder a armas”, vaticina Storr.
En las primeras horas tras la matanza, ningún partido se había lanzado a tratar de utilizar la tragedia como arma arrojadiza contra adversarios. La nacionalidad austríaca del presunto asesino ha contenido los primeros ataques. Pero todos se miran ya de reojo en una ciudad dirigida por una alcaldesa comunista, Elke Kahr, y que a la vez es la capital de Estiria, una región gobernada por la ultraderecha, donde FPÖ duplicó el año pasados los resultados obtenidos en las anteriores elecciones estatales. El ayuntamiento pide restringir al máximo el acceso a este tipo de armas. El gobierno estatal dice que sería una medida simbólica que no serviría de nada.
"Graz permanece unida"
Atardece a las puertas del centro educativo. Allí los servicios sanitarios han montado una carpa a salvo de los transeúntes y de las cámaras para que los familiares de las víctimas reciban atención psicológica.
A unos metros, una gran pancarta cuelga de la valla del instituto. En letras blancas sobre fondo negro pone: “Graz permanece unida”; una llamada a mantener el ánimo mientras avanza la investigación.
De los minutos que transcurrieron entre los primeros disparos y el momento en que la policía anunció que el recinto estaba asegurado tras una intervención con 300 agentes y fuerzas especiales se sabe ya casi todo. Las armas que usó el presunto asesino, las aulas en las que abrió fuego, dónde murieron los fallecidos, dónde apareció el cuerpo del presunto atacante después de que se quitara la vida. Pero sobre el rastro de Artur A. desde que abandonó el instituto hace años hasta que regresó para desencadenar el peor tiroteo en la historia moderna de Austria, hay aún muchas incógnitas. No tenía antecedentes penales. Aparentemente, tampoco redes sociales. Sus vecinos en Kalsdorf, a pocos kilómetros de Graz, le describían como una persona solitaria.
Junto a una carta de despedida, la policía encontró en su casa una bomba de tubo inoperativa. Poco a poco siguen armando el retrato de alguien invisible que cambió para siempre el futuro de Graz.