¿Qué fumas cuando vapeas?: un cóctel de sustancias cancerígenas camufladas entre vapor de agua
- El líquido del interior de los vapeadores contiene sustancias cancerígenas y nocivas para la salud
- La industria del vapeo dedica muchos esfuerzos a normalizar esta forma de consumo de tabaco
Aunque su olor recuerde a menudo a frutas tropicales y su forma se confunda con un USB, los vapeadores implican graves riesgos para la salud. Su funcionamiento es sencillo. "Tiene tres partes: una batería, un atomizador y un cartucho con líquido", explica Maribel Cristóbal, coordinadora del Área de Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). La batería calienta el atomizador y este convierte el líquido en vapor, "por eso se llama vapear", pero lo que se inhala no es solo vapor de agua, sino un cóctel de sustancias químicas muy peligrosas para el cuerpo humano.
El líquido de los vapeadores contiene carbonilos, como formaldehído y acetaldehído, presentes también en los cigarrillos; metales pesados procedentes del atomizador, como plomo, níquel y cromo; hidrocarburos aromáticos policíclicos; nitrosaminas específicas de la nicotina y, en la mayoría de los casos, nicotina pura. En definitiva, sustancias cancerígenas reconocidas que pueden hacer mucho daño al organismo.
Les acompañan los derivados de colorantes, saborizantes y dispersantes. Algunos de ellos provocan enfermedades pulmonares graves, como se ha visto recientemente en Estados Unidos, con el llamado EVALI, una lesión asociada al uso de cigarrillos electrónicos o vapeadores. Lo preocupante, señala la experta, es que estos ingredientes no siempre aparecen en el etiquetado: "Se sabe lo que llevan porque se han analizado en laboratorio, no porque lo indique el producto".
Incluso cuando se venden como "sin nicotina", pueden contenerla. Según Cristóbal, "hay poquísimos que no la llevan, están diseñados para crear nuevos adictos". Esto no solo lo produce la nicotina, a ello contribuyen también los sabores dulces y los colores llamativos, que están pensados para seducir. "Algunos tienen dibujos, parecen golosinas", advierte. La juventud es el público objetivo de muchos de estos productos y esta franja de edad opta en mayor medida por esta forma de consumir tabaco sobre la tradicional. Se ha extendido incluso entre los adolescentes, aunque no deberían poder comprarlo: "Cuanto antes empiezas a fumar, antes empiezas a hacerte daño".
Las consecuencias no solo afectan a quienes eligen vapear. Como ocurre con el tabaco tradicional, lo que inhalan las personas que están cerca también es muy perjudicial. "Por eso desde SEPAR pedimos que se legisle igual", sostiene Cristóbal.
¿Qué hace tan atractivo vapear?
Los vapeadores hacen del acto de fumar algo colorido, festivo e incluso viral. En los últimos años, esta moda se ha colado en discotecas, festivales, terrazas y redes sociales. Basta con escribir la palabra 'vape' en TikTok para que aparezcan cientos de vídeos que promocionan su consumo: "Tres años fumando vape y sigo sin ser adicta", "El vaper no tiene calorías", "Me encantan los hombres que vapean". Entre ellos, sin embargo, también aparecen otros muchos que relatan en primera persona consecuencias médicas serias, desde daños pulmonares hasta problemas cardiovasculares.
Aun así, triunfan porque están diseñados para hacerlo, como recuerdan los expertos. El diseño de estos productos está cuidadosamente pensado para resultar atractivo. Una visita a una tienda de vapeadores explica gran parte de su éxito. Los envases usan un estilo grafitero, con ilustraciones modernas, colores neón y una estética veraniega que evoca diversión. El aspecto no tiene nada que ver con las cajas de tabaco tradicionales, que incluyen advertencias sanitarias, imágenes de tumores y tonos apagados que buscan disuadir al consumidor. En el caso de los vapeadores, algunas marcas añaden una pequeña frase que avisa de su posible potencial adictivo y desaconseja su uso a no fumadores.
Los sabores también son clave para su éxito. Algunos de los más populares son manzana, sandía, fresa, arándanos, plátano o menta. Incluso existen los que añaden CBD, una sustancia que se extrae del cannabis, para generar una sensación relajante. Las marcas de vapeadores son una gran alternativa para los festivales a la hora de elegir patrocinadores, más allá de las distribuidoras de bebidas alcohólicas. Muchas de ellas cuentan con sus propios puestos en estos recintos e incluso regalan productos a modo de promoción. Los influencers los muestran con naturalidad en sus vídeos o los sortean entre sus seguidores. Todo ello forma parte de una campaña de normalización, que desde SEPAR entienden como un "retroceso" frente a los avances en la concienciación de los riesgos del tabaquismo.
"Es como David contra Goliat. Las campañas informativas que impulsamos las sociedades científicas no pueden competir con los recursos y la capacidad de seducción de la industria tabaquera", lamenta Cristóbal. A pesar de ello, dedican numerosos esfuerzos para tratar de concienciar a los consumidores.
Tampoco ayuda la facilidad para usar vapeadores en casi cualquier lugar. "Con el tabaco convencional, habíamos logrado reducir su consumo gracias a la ley antitabaco de 2005, que lo prohibía en muchos espacios", explica Cristóbal. La falta de regulación sobre estos nuevos formatos ha permitido que se vuelva a asociar al ocio. De hecho, el gesto de llevarse el dispositivo a la boca, explica la experta, se repite hasta cuatro veces más que con un cigarro convencional.
Campañas de desinformación impulsadas por su industria
Mientras los médicos alertan de los peligros de vapear, las empresas comercializadoras de estos productos despliegan una batería de mensajes para defenderse y contrarrestar las advertencias sanitarias. Al buscar información en internet, es fácil toparse con discursos interesados por parte de las distribuidoras que desmienten el riesgo de daños pulmonares y la relación del vapeo con el cáncer. Aseguran que no existen evidencias científicas y señalan que los estudios que lo demuestran utilizan en su muestra productos ilegales o de dudosa procedencia.
Insisten, además, en que no todos los líquidos contienen nicotina ni sustancias perjudiciales y remarcan la posibilidad de personalizar los ingredientes. Presentan estos productos como una alternativa más saludable al tabaco tradicional que puede ayudar a reducir el consumo de cigarrillos. Cristóbal, sin embargo, recuerda que el vapeo es "más una puerta de entrada que de salida".
Las marcas utilizan sus propios informes para negar que los vapeadores afecten negativamente a la salud e incluso algunas sugieren que puede mejorar la función respiratoria en personas asmáticas. En su narrativa, equiparan el impacto del vapeo con pasear por una ciudad contaminada y acusan a los reguladores de dejarse influenciar por la industria farmacéutica. A modo de contraataque a las iniciativas legislativas dedicadas a reducir el vapeo, denuncian, por ejemplo, que eliminar los sabores y olores tan atractivos sería perjudicial para los exfumadores, porque sentirían más tentación de volver a fumar. Estas campañas de desinformación dificultan el esfuerzo de los organismos de salud pública por informar sobre los riesgos reales.
Los bulos más recurrentes sobre los compuestos de los vapeadores
El equipo de VerificaRTVE ha recopilado los falsos mitos que han contribuido a una percepción errónea de que el vapeo es inofensivo o incluso beneficioso. Con ayuda de Laura del Horno Plaza, enfermera y experta en Promoción de la salud y prevención de la Asociación Española contra el Cáncer, explican cuáles son los bulos más extendidos sobre los cigarrillos electrónicos y sus componentes.
Es el caso del mito que asegura que "con el vaper no se fuma, solo es vapor de agua". Esta enfermera aclara que "el líquido del vapeador presenta multitud de sustancias tóxicas, más de 200, y algunas con potencial cancerígeno. Por este motivo, Plaza es tajante: "Lejos de lo que quieren vender, es una nueva forma de fumar". El Plan Nacional de Drogas del Ministerio de Sanidad también advierte en su página web de los ingredientes de los vapers, indicando que "la solución que está dentro de los dispositivos y el vapor de los cigarrillos electrónicos contienen sustancias químicas nocivas (...), dietilenglicol y agentes cancerígenos". Sobre este punto, este órgano revela que "el vapor o el humo de segunda mano [respirar el humo de otra persona] de los cigarrillos electrónicos son perjudiciales para los pulmones en crecimiento". En esta misma línea se manifiesta la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC) en un documento llamado "Mitos y realidades sobre el vapeo, desde la evidencia científica". En este informe alertan de que "sus efectos respiratorios y cardiovasculares a corto plazo son similares a los del tabaco".
Otro bulo frecuente es el que afirma que "los saborizantes que incluyen los vapeadores no son cancerígenos". Según explica Plaza, "esto es falso porque así lo dice la ciencia" y añade que "son varios los estudios que hablan de la toxicidad y el potencial cancerígeno que tienen los componentes de los líquidos del vapeador, entre ellos los saborizantes". Además, sostiene que muchos de estos saborizantes "están presentes en productos de cosmética y alimentación y se convierten en sustancias todavía más tóxicas cuando se calientan". Tras compartir esta información, Plaza es clara al respecto: "Lejos de ser inocuos pueden presentar altos riesgos para la salud". Además del EVALI, existen, según Plaza, otras patologías vinculadas a esta práctica nociva como "problemas respiratorios como el asma, problemas cardiacos, daño cerebral, incluso ya se conoce que muchos de los compuestos presentes en el vapeador podrían provocar cáncer".