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Rodrigo Cortés y Tomás Hijo: "'La piedra blanda' es pura artesanía, una fábula gráfica"

  • Una bella y original mezcla entre novela gráfica y códice medieval tallada con gubias
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Grabado en blanco y negro: escena íntima entre una mujer de cabello oscuro y un hombre calvo.  Sus rostros están muy cerca; sus manos se tocan.  Textos en la imagen indican un lugar secreto.
Detalle de un grabado de 'La piedra blanda' (Random House)

El cineasta y escritor Rodrigo Cortes (Orense, 1973) y el ilustrador y grabador Tomás Hijo (Salamanca, 1974) publican uno de los libros más sorprendentes del año: La piedra blanda (Random House), una mezcla de novela grafica, grabado y códice medieval que, además, esconde numerosos experimentos y hallazgos visuales.

Un libro que, según confesa el propio Tomás: "Es difícil de definir. Lo que sí que tenemos claro es lo que no es: no es una novela gráfica, ni un cómic, ni una novela ni un texto ilustrado al uso. Es un invento. En la editorial lo llaman "fábula gráfica" y me parece una una descripción muy buena. Lo que me gusta destacar es que es fruto de una amistad y un montón de referencias comunes, de conversaciones previas y de un conocimiento mutuo que permite cosas como que, de repente, Rodrigo abra un camino en una dirección determinada por la que yo puedo transitar muy cómodamente con mis imágenes y mis grabados".

"Somos amigos desde hace mucho tiempo -añade Rodrigo-. Y nos admiramos respectivamente. Por eso, aunque Tomás ya hizo el storyboard de mi primera película, Concursante (2007), sentíamos que nos debíamos algo así, una colaboración con fuste. Así que un día hablamos y me senté a imaginar un traje para nuestras inquietudes y afinidades, las cosas que nos unían. Y eso es lo que fue trazando el camino. Siempre partes de una semilla y no piensas en nada más".

"Al final, La piedra blanda, es algo que se ha ido madurando durante mucho tiempo, porque el proyecto lo empezamos hace cinco años -concluye Tomás-. No ha sido un trabajo continuo, porque nos han ido surgiendo libros, películas... Y ha ido evolucionando, porque al principio no teníamos muy claro como iba a ser. Y durante ese proceso es cuando lo hemos ido dando forma. Así que no hubo una voluntad inicial de hacer algo de por sí diferente, sino que eso ha surgido también de forma natural".

Figura humana delgada y desnuda en un bosque, con dos bocadillos de texto que aluden a la falta de comida y a un pasado distinto.

Ilustración de 'La piedra blanda' (Random House)

Monje, ladrón, santo, mendigo, pastor, nada

La piedra blanda nos cuenta la historia de un pícaro medieval, Pedro de Poco "que nació boca abajo y a la segunda. Ha sido monje, ladrón, santo, mendigo, pastor, nada. Su vida transcurre con la cadencia de las cosas pequeñas y las cosas grandes, que son las mismas cosas, inexplicables e ignoradas. En el mundo de Pedro de Poco hay jilgueros, grajos y buitres, sirenas y niños que tocan la vihuela, sobre un suelo lleno de milagros que no importan, maravilloso e indiferente. Pedro de Poco no es indiferente, es solamente una piedra que late. Una piedra blanda".

"Pedro de Poco es lo que cada uno decida -asegura Rodrigo-. Porque él es la piedra blanda. Es esta persona que no parece tener ningún tipo de sentimiento, simplemente porque cualquier cosa que sienta es completamente ilegible para quien tenga enfrente, pero probablemente algo late dentro de él, aunque no seamos capaces de verlo. Es cierto que las cosas, en gran medida, le suceden. Del mismo modo que es cierto que no se queja y que no parece ser particularmente proactivo, aunque reacciona cuando le pasan algunas cosas. Es una especie de testigo de su propia vida".

El personaje también tiene algo del Lazarillo de Tormes y de esa novela picaresca española. "Seguro que sí, aunque sea de forma inconsciente -añade Rodrigo-. Porque hemos vivido siempre en Salamanca y hemos pasado muchas veces junto a ese toro que todavía resiste, aunque ninguno le ha dado un cabezazo al otro contra él. Las uvas sí que las hemos comido. Y hay algo, efectivamente, que es muy castellano: la novela que surge en parte de una ciudad hecha de piedra y frío y que resulta muy descarnado en las emociones. Por eso en el libro hay, espero, mucha belleza, mucha emoción, pero no hay blandura y eso tiene mucho que ver con ese carácter. También sospecho que se ha colado parte de la Galicia de mi doble nacionalidad, a través de Álvaro Cunqueiro, que también le es muy grata a Tomás. Así que vamos a considerar que nos encontramos en ese cruce de caminos".

Ilustración en blanco y negro de dos manos sujetando la cabeza de un bebé boca abajo, con textos que sugieren un nacimiento no deseado.

Ilustración de 'La piedra blanda' (Random House)

El libro trata muchísimos temas, como el amor, la naturaleza, la religión, la soledad... y tiene algo que es como la vida misma: planeta misterios que no resuelve. "Cuando escribo trato de darme libertad -asegura Rodrigo-, lo que significa que acepto ideas e imágenes que surgen en mi mente de forma no necesariamente racional, sin cuestionarlas y sin tratar de atribuirlas significado. Eso no significa que no lo tengan, no significa que acumules arbitrariamente imágenes. Significa que la conexión es vital, es intuitiva, la comprendes... entiendes que tiene sentido y sigues adelante. No tratas de poner debajo una leyenda, como en los mapas, ni psicoanalizarme para saber que está sucediendo. Hay una percepción intuitiva del mecanismo narrativo y de su equilibrio. Y tratas de no cerrar las cosas".

"Eso tiene mucho que ver también con la forma de trabajar de Tomás -concluye-. Procuramos que el libro esté lleno de preguntas, de sugerencias, de evocaciones. Tenemos incluso un personaje sin expresión en el que es muy difícil que cada lector no se proyecte a sí mismo, porque puede atribuirle cualquier emoción, ya que su rostro permite que cada cual lo rellene y eso hace que las lecturas posibles sean múltiples. Y nos sentimos muy cómodos con eso".

Viñetas en blanco y negro: bebé abandonado, figura arando.  Textos:

Ilustración de 'La piedra blanda' (Random House)

Una mezcla de poesía y artesanía

También podríamos definir este libro como una mezcla de poesía y artesanía. "Creo que siempre hay algo muy poético en casi todo lo que escribo, entre otras cosas porque la poesía está en la prosa, pero en este caso aún más porque hay un trabajo inevitable de condensación. Cada letra tiene que ganarse su sitio porque Tomás la va a labrar y no hay marcha atrás. Todo tiene que significar algo. Además, ha habido un trabajo constante de ida y vuelta en las modificaciones de los borradores iniciales a partir de lo que proponía el al otro".

"Primero escribí un texto inicial y Tomás hizo unos bocetos -añade el director-. Eso me hacía modificar algunos textos, porque buscaba una concisión mayor o que el texto callara para que hablara solamente en la imagen. En otras ocasiones también cambiaba el texto para generar algún tipo de contraste o de ironía. O para banalizar algo dramático o milagroso. Y eso obliga a que tengas que tratar de conseguir las siete palabras que son, en el orden que es. Y eso está muy cercano a la poesía".

Y luego Tomás Hijo tenía que grabar esa poesía en linóleo. "Este libro también es pura artesanía, porque la técnica con la que está hecho es el grabado -Todo el libro está hecho a partir de grabados en linóleo reales. Partimos de un boceto artesanal que después se traspasa a una plancha, que después se detalla con una gubia y que, finalmente, se estampa en un tórculo. Se ha hecho de la misma forma que los grabadores de hace tres o cuatro siglos. Así que, en el núcleo de la obra está esa voluntad de artesanía que, además, a los dos nos ha parecido que casi podía formar parte del mundo que se muestra en el libro, que es pseudo medieval pero también atemporal".

"Se podría incluso fantasear con que las imágenes del libro han sido creadas dentro del mundo del propio libro -añade el ilustrador-. Sería como una cosa muy bonita que se podría llegar a plantear".

"Y hemos tratado de llevar eso al propio libro como objeto que trata de contar eso desde fuera: ¿Qué sucede dentro? -puntualiza Rodrigo-. Esa encuadernación holandesa con el lomo de tela... El golpe seco en la portada que permite que los dedos también lean, como sucede con el propio grabado. Ya que cuando recibe la estampación de ese tórculo del que te hablaba Tomás, de más de mil kilos de presión, queda esa ese relieve que, de forma técnica, se llama gofrado y que la tapa trata de recrear para que el lector se sienta bien recibido en el universo de La piedra blanda".

Viñetas de cómic: niño serio en cama y luego de pie con padres preocupados. Textos describen la reacción familiar y la explicación del niño sobre su expresión.

Ilustración de 'La piedra blanda' (Random House)

"El viaje del ojo"

Una de las cosas más sorprendentes del libro es que las viñetas estampadas parecen flotar en las páginas en blanco. Pero eso también surge de ese viaje poético y visual que nos proponen: "Hay una parte muy bonita, muy difícil de explicar, que es el viaje del ojo -nos comenta Rodrigo-. Porque el libro no solamente se lee, sino que se recorre visualmente. Hay una navegación de la mirada a través del espacio en blanco y también toda una serie de decisiones narrativas sobre cuál va a ser ese viaje. ¿Dónde se coloca cada imagen? ¿Si va progresando en diagonal, de forma escalonada?, ¿Si ocupa el mismo lugar para sugerir el paso del tiempo? ¿Si ocupa la página completa o queda arrinconada en una imagen mínima en una esquina?. Y es un proceso minucioso que hemos hecho en sucesivas fases y siempre en común".

"Si, ha sido un trabajo muy minucioso y con numerosos cambios -continúa Tomás. Porque primero tomamos las decisiones narrativas en cuanto a encuadres, en cuanto a cómo se va a relacionar el texto, con la imagen... Ahí hemos colocado un montón de juegos, porque si te fijas, la imagen y el texto van teniendo una relación extraña. A veces van muy pegaditos, casi de forma redundante. Otras veces se separan, creando una serie de efectos narrativos que van desde la ironía al contraste...".

Ilustración en blanco y negro con red de líneas desde un círculo central con un corazón y recuadros de texto con frases como

Páginas de 'La piedra blanda' (Random House)

"No hay una decisión fija para todo el libro -añade el ilustrador-. En ocasiones nos convenía que las imágenes se desplazarán por la página para que el ojo se moviera con ellas. Y en otras ocasiones las imágenes están superpuestas, casi como en un flipbook, estos libros de animación en los que en cada página hay una imagen y si las pasas muy deprisa se mueven, generando una película. Ese efecto también está en el libro y, a veces, cuando pasas la página, hay un personaje que desaparece o hay otro que aparece en su lugar. Hay algunas soluciones en el libro que son ahí que son cuasi cinematográficas o proto cinematográficas, que que funcionan muy bien".

"Y después -concluye el dibujante- todo eso fue pasando por un proceso de sucesivos reajustes muy finos, porque ya las anotaciones eran "reducir un 4% la imagen", en la siguiente pasada ya era "reducir un 2% y mover un pelín". Ha sido como un trabajo de orfebrería. Toda la precisión que yo he puesto en mis grabados también hemos intentado llevarla a todas las partes del libro. Ha sido una serie de pequeñas decisiones que, como dice Rodrigo, al final son las más importantes".

"Es curioso -añade Rodrigo-, porque generalmente cuando escribo me deshago de la gorra de cineasta y me pongo estrictamente la de escritor, usando armas literarias que son muy diferentes a las del cine. Pero en esta obra sí que he dejado que pase un porcentaje del cineasta a escena, porque hay un trabajo con el espacio, con el tiempo también a través de la imagen... y de alguna manera se genera un ritmo que sigue una cadencia específica y que va generando un sensación muy concreta en el lector, que siente que las cosas suceden con una suspensión, en ocasiones, del tiempo y una precipitación en otras".

Presentación del libro

Rodrigo Cortés y Tomás Hijo durante la presentación del libro 'La piedra blanda' (EFE/ Rodrigo Jiménez)

"Los códices medievales son una de mis referencias plásticas"

Señalamos a Tomás Hijo que el libro nos recuerda a uno de esos maravillosos códices medievales manuscritos anteriores a la invención de la imprenta (1440): "Es un tema que me interesa muchísimo y agradezco mucho que lo menciones porque esos códices son una de mis referencias plásticas fundamentales. De hecho, cuando empecé a hacer grabados fue animado por toda esa estética medieval o pseudo medieval que tienen esos códices. Me fascinan particularmente los bestiarios medievales. También esas barajas de Tarot que están hechas con esa estética pseudo medieval a partir de grabados. De hecho, yo he realizado algunas de esas barajas de tarot y ese tipo de grafismo forma parte de mis influencias".

"Por ejemplo -interrumpe Rodrigo-, hay una gran imagen inesperada, a doble página, que rompe mucho con la estética del libro hasta ese momento y que tiene mucho de códice o de atlas medieval. También hay una parte donde se describe a los personajes que habitan el monasterio: el monje que levita, la mujer que hace carreras de insectos... Si te fijas, esas imágenes son casi pequeñas cartas de tarot. Casi apetecería seguir haciendo alarde de personajes y acabar haciendo una baraja o algo por el estilo".

Grabado en blanco y negro de un rostro con mirada intensa; texto

Ilustración de 'La piedra blanda' (Random House)

En cuanto a influencias concretas en La piedra blanda, Tomás nos comenta: "Además de esos grabadores medievales, las barajas del Tarot y los bestiarios, hay una gran influencia de otros grabadores e ilustradores checos y de Europa del Este que a mí me me gustan muchísimo y que siempre trato de tener muy presentes. Pero lo que intento es darle a esa tradición, que es muy hierática, muy inexpresiva, muy solemne... una frescura y una viveza que tiene mucho que ver con el mundo de la animación de los dibujos animados, donde los personajes son más divertidos, se mueven más, están llenos de expresión, de vida... Eso siempre es lo que intento hacer. Y aquí me he encontrado con el desafío de dibujar a Pedro de Poco, que es un personaje que es todo lo contrario, que me devuelve a ese sitio del que yo siempre he querido salir: del hieratismo, de la falta de expresividad, de la falta de acción..."

"Es algo que me ha costado mucho -añade el ilustrador-, porque cuando llevas toda la vida entrenándote para que tus personajes expresen sentimientos, tengan vida, se muevan... Intentar borrar todo eso de la ecuación es muy difícil. De hecho, hemos tenido que revisar con muchísima atención los dibujos de Pedro de Poco para asegurarnos de que no hubiera ninguna sonrisa, ni un enfado, ni un residuo de expresión. Eso ha sido otro desafío".

Mujer mayor con flor y niño observándola.  Pensamiento de la mujer:

Ilustración de 'La piedra blanda' (Random House)

"Me gustaría añadir un nombre más a las influencias que ha mencionado Tomás -puntualiza Rodrigo-, el de Lynd Ward (1905-1985). Un ilustrador de principios del pasado siglo al que admiramos mucho y al que usamos como referencia de ritmo en el paso de la páginas, con esos grabados situados estrictamente en las páginas impares, con los que intentamos conseguir generar ese latido lento. Aunque Lynd Ward no juega con las trayectorias a través del espacio en blanco ni trabaja con las palabras. Hace novelas talladas, mudas, por decirlo de alguna manera... pero fue un buen referente para explicar a la editorial el sentido que iba a tener ese paso de la hoja según la colocación de cada grabado".

Quieren hacer una edición de los grabados

Como curiosidad, preguntamos a Tomás cómo almacena las planchas de esos grabados: "Como puedo, desgraciadamente no de la forma más rigurosa ni aconsejable, porque ocupan mucho espacio. Lo que si prevemos en un futuro, es hacer una edición de grabados puros de las planchas. No sabemos ni cuántos van a ser, ni cómo ni cuándo lo haremos. Pero en algún momento se podrán ver esos grabados reales a partir de los que está construido el libro".

"Además -señala Rodrigo-, la ley del grabado dice que hay que predeterminar el número que se pueden extraer de cada plancha. Por eso, si se comercializaran estos grabados sería en una tirada de 100 ejemplares o 150 ejemplares, nunca más. Y en cada uno de ellos tendría que figurar claramente la serie y el número".

"El grabado -concluye Tomás-, como es una cosa rancia en el fondo, necesita todas esas leyes que son muy rígidas: Todos tienen que ser en un formato determinado, todos tienen que estar firmados o autentificados. En el fondo es un ritual muy chulo. Y esperamos meternos en él de aquí a un año o cuando podamos".

Portada en blanco y negro de un cómic con un pájaro sobre el título

Portada de 'La piedra blanda' (Reservoir Books)