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Perdón para vencer al odio y la venganza que dejó el genocidio tutsi en Ruanda

Noticia Documentos TV

  • En tres meses, casi un millón de tutsis fueron masacrados por extremistas hutus
  • La ONG del joven Amani trabaja con niños y familias para que la historia no se repita
Documentos TV - A la sombra de las colinas
MILAGROS DE DIEGO CEREZO

*Documentos TV, nuevos programas la madrugada del miércoles al jueves a las 00:10 horas en La 2 de TVE y desde las 20:00 en RTVE Play

El 7 de abril de 1994, comenzó en Ruanda el genocidio tutsi a manos de extremistas hutus. El rencor entre los dos grupos sociales se generó en la época colonial y terminó estallando con toda su fuerza a finales del siglo XX.

El odio y la venganza entre hutus y tutsis es lo que hoy Amani y otros jóvenes supervivientes del genocidio trabajan con los niños y sus familias vulnerables. El objetivo es volver a estar unidos y que unos puedan pedir perdón y los otros puedan perdonar. Documentos TV ha estrenado la madrugada del miércoles al jueves A la sombra de las colinas para recordar el 31 aniversario del genocidio ruandés.

Nunca más

Amani tiene 31 años, los mismos que hace que estalló el conflicto bélico en Ruanda y que llevó al genocidio de los tutsis por los extremistas hutus. Creció sin padres porque fueron asesinados. Es un superviviente del genocidio de 1994.

Se cumplen 30 años del genocidio de Ruanda

Sabe muy bien lo que es el odio y la venganza. Ha vivido con ello durante décadas, pero en este tiempo ha terminado convenciéndose de que hasta las malas personas pueden ser capaces de pedir perdón. “Creo que sí podría perdonar a alguien que admitiera haber cometido un crimen y que me pidiera perdón”, explica Amani.

Hombre con rastas sonriendo rodeado de niños, mostrando alegría y conexión en un ambiente interior positivo.

Amani, traslada el sentimiento del perdón a los niños de la ONG ©Thibault Delavigne

Y este sentimiento le ha impulsado, junto a otros supervivientes del genocidio, a transmitirlo a los niños para construir una nueva y pacífica sociedad ruandesa. El mantra que repiten es que esto no suceda nunca más.

Creo que sí podría perdonar a alguien que admitiera haber cometido un crimen y que me pidiera perdón

En Nyamirambo, uno de los barrios más desfavorecidos de Kigali, la capital, Amani y sus amigos han fundado la ONG One help, one direction. El punto de partida es que la desigualdad social y los traumas del genocidio son un caldo de cultivo donde puede crecer la inestabilidad de Ruanda y por ello trabajan en un proyecto con los niños y sus familias a fin de evitar que la pobreza y la discriminación alimenten el deseo de conflicto. Amani cuenta que han creado One help, one direction con la mira puesta en defender y promover los derechos de la infancia. “Unir, equilibrar y responsabilizar, eso es todo lo que se necesita para acabar con la tristeza vinculada a un pasado traumático”, asegura Amani.

Dos niños, uno con camiseta que parece decir

Niños ruandeses aprenden a esstar unidos y crecer sin odio ©Thibault Delavigne

Aquel 7 de abril de 1994

Una de las actividades que se llevan a cabo en la ONG es enseñar la historia de Ruanda a los niños. “Es muy importante conocerla porque todos somos ruandeses”, les dice. Insiste en que “tenemos que centrarnos en lo que nos une y no en lo que nos separa”.

Tanto Amani como Tonton, otro de los educadores, les cuentan que, en Ruanda, antes de ser colonia, convivían hutus, tutsis y batwas. A finales del siglo XIX, “cuando llegaron los colonizadores, su objetivo fue dividir a la gente”, relata Tonton. Los belgas crearon la división por la que se señalaba a los tutsis como la clase dominante y con mejor posición social y se relegaba a los hutus, mucho más numerosos, a ser un grupo subordinado y sometido a los tutsis.

Durante años, la tensión y el odio se fueron exacerbando y después de varios conflictos y de la guerra civil de 1990, finalmente, se llegó a un acuerdo que terminó con la creación de un gobierno de transición conformado por hutus y tutsis liderado por el hutu, Juvenal Habyarimana.

Pero la paz terminó el 6 de abril de 1994, cuando el avión en el que viajaba el presidente fue derribado por dos misiles lanzados desde tierra. Los dos bandos se culpabilizaron mutuamente y, al día siguiente, el 7 de abril, los extremistas hutus pusieron en marcha una cruel y organizada masacre contra los tutsis.

Se ordenó a los genocidas matar a todos los niños y luego a las mujeres embarazadas para que no diesen a luz a cucarachas, como nos llamaban

“Yo era adolescente cuando el genocidio”, dice la madre de uno de los niños que asisten a la ONG de Amani. “Se ordenó a los genocidas matar a todos los niños y luego a las mujeres embarazadas para que no diesen a luz a cucarachas, como nos llamaban”, recuerda con dolor. “Las niñas tuvimos que presenciar aquella terrible matanza”, subraya.

Mujer africana con expresión seria, viste pañuelo negro y ropa verde oliva.  Se observa parte de otra persona desenfocada al fondo.

Esta mujer, madre de uno de los niños que asisten a la ONG "One help, one direction" sufrió el genocidio ©Thibault Delavigne

La Radio Televisión Libre de las Mil Colinas

La historia ha dejado documentado que el genocidio fue organizado meticulosamente. Había listas donde aparecían los nombres de los tutsis que los genocidas hutus consideraban que debían morir. A las poblaciones se les dotó de armas, machetes y palos con los que asesinar a sus vecinos y familiares tutsis.

Para que estos actos resultaran eficientes, se creó la RTML, la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas. Desde sus micrófonos se leían los nombres de los tutsis que debían ser asesinados a manos de los hutus.

Imagínate a una persona con un machete afilado como una cuchilla de afeitar que mata a un hombre como mi padre

En tan solo cien días, 800.000 tutsis fueron asesinados de modo cruel y violento en todo el país. “Imagínate a una persona con un machete afilado como una cuchilla de afeitar que mata a un hombre como mi padre”, cuenta el educador de la ONG, Jean Pierre, dirigiéndose a los pequeños. “¿Se pueden perdonar semejantes actos?”, les lanza la pregunta.

Pedir perdón para acabar con el odio

La ONG de Amani y sus amigos supervivientes del genocidio pretende que las nuevas generaciones no integren el odio y la venganza heredado de sus familias como algo natural. El mismo Jean Pierre se dirige a los pequeños y les confiesa que “el genocidio fue una época aterradora, tenéis suerte de no haberlo vivido”.

Tres niños, posiblemente ruandeses, posan cerca de una pared con textura.  Uno sonríe, otro mira a la cámara y el tercero mira hacia abajo.

Tres niños con los que Amani y sus compañeros trabajan en "One help, one direction" ©Thibault Delavigne

Petero también les cuenta que “mis padres fueron asesinados cuando yo tenía dos años”. Al principio, le resultaba imposible perdonar al hombre que mató a sus familiares, pero al final sintió que si no lo hacía se convertiría en alguien como él. “¿Qué es más difícil, pedir perdón o perdonar?", les pregunta a los chicos. Y dándoles una lección de generosidad les anima a dejar de lado el orgullo. “Da igual que te perdonen o no, ¿lo habéis entendido?”, les hace pensar en ello.

Si la gente venga las muertes, habrá más muertes y nos llevarán a otro genocidio y a un clima de guerra permanente

Amani tiene claro que los jóvenes tienen que saber la verdad para luchar contra la ideología genocida y que hay que erradicar la división entre hutus y tutsis porque, como advierte, “si la gente venga las muertes, habrá más muertes y nos llevarán a otro genocidio y a un clima de guerra permanente”. Todos estos supervivientes han pasado por el difícil proceso del perdón, aunque son totalmente conscientes de que van a tener que ser muy valientes para defender la unidad y la reconstrucción del país.