Enlaces accesibilidad

Patrik Svensson: "El 70% de los océanos permanece sin explorar, y no sabemos qué tipo de vida hay allí"

  • El autor sueco presenta 'Un inmenso azul', un ensayo sobre el mar y lo que este representa para el ser humano
  • El libro repasa la vida de personajes que tuvieron en el océano su principal fuente de inspiración

Por
La caza de cetáceos es uno de los aspectos que aborda el libro de Svensson.
La caza de cetáceos es uno de los aspectos que aborda el libro de Svensson. GETTY IMAGES

El ser humano siempre ha sentido fascinación por los océanos. El mar es sinónimo de vida, de aventura, de libertad... Representa, por encima de todo, la insaciable curiosidad que caracteriza al Homo sapiens, esa inclinación hacia lo desconocido que parece llevar grabada en lo más profundo de sus genes.

Patrik Svensson: 'Un inmenso azul'

El escritor sueco Patrik Svensson. EMIL MALMBORG

Pero no se trata únicamente de un estado de ánimo, sino que también es una cuestión de necesidad. La influencia de los océanos es fundamental para la vida sobre el planeta Tierra, pero en las últimas décadas estos han sufrido un alarmante proceso de degradación. El mar se ha convertido en un gran vertedero, maltratado y depredado sistemáticamente por una humanidad cuyo futuro depende en buena medida de la salud de este medio. Para intentar poner freno a su brutal deterioro, Barcelona acoge desde este miércoles la Conferencia del Decenio del Océano 2024, organizada por la Unesco, con el objetivo de buscar las soluciones que puede ofrecer la ciencia en la regeneración de los mares de todo el mundo.

Una necesidad de protección que no pasa desapercibida en el último libro de Patrik Svensson, 'Un inmenso azul' (Libros del Asteroide), que el escritor sueco acaba de presentar en España, y que no es otra cosa que un canto de amor hacia el mar y las criaturas fascinantes que lo habitan, en forma de ensayo de carácter divulgativo que invita al lector a sumergirse durante casi 300 páginas en la vida de personajes relativamente desconocidos, o no tanto, que tuvieron en el mar su principal fuente de inspiración.

Personajes como Enrique, el esclavo malayo de Magallanes, que seguramente fue la primera persona en circunnavegar el globo terráqueo. O los exploradores Jacques Piccard y Don Walsh, los dos primeros que descendieron al punto más profundo de la fosa de las Marianas, en 1960. O Rachel Carson, escritora y precursora del movimiento ecologista moderno, que supo conjugar como pocos el rigor del lenguaje científico con la belleza de las palabras a la hora de describir la naturaleza.

Después de conseguir lo impensable, que un libro sobre unos animales tan extraños y en principio poco atractivos como las anguilas se convirtiese en un best seller internacional ('El evangelio de las anguilas', Libros del Asteroide), Svensson regresa con un relato sobre el mar y lo que este representa para el ser humano. Un texto a mitad de camino entre el ensayo científico, el relato de aventuras, el de historia y el de memorias, que se convierte en una lectura obligada para todos aquellos que alguna vez han sentido esa misma pulsión irresistible que describe Ismael en el comienzo de 'Moby Dick': la de dejarlo todo y echarse al mar para ver la parte acuática del mundo.

PREGUNTA: ¿Navegar es necesario?

RESPUESTA: Sí, desde luego. En el sentido metafórico, navegar significa explorar, viajar, descubrir lo nuevo, buscar lo desconocido, tratar de comprender lo que te rodea... Por eso creo que es necesario. Sería muy negativo que el ser humano perdiese su curiosidad por el mundo.

P: ¿A qué crees que se debe esa fascinación del ser humano por el mar?

R: Los océanos representan lo desconocido, las cosas sobre las que no sabemos nada. Es un espacio tan vasto, tan profundo, tan difícil de explorar… Los científicos aseguran que el 70% de los océanos permanece inexplorado, y no sabemos qué tipo de vida hay allí. Lo desconocido es fascinante y siempre resulta atractivo para la curiosidad humana, por eso despierta en nosotros el sentido de la aventura.

P: ¿Qué sorpresas crees que pueden esconder aún los océanos en ese 70% que permanece inexplorado?

R: Para mí es extremadamente fascinante que la ciencia haya descubierto ya 250.000 especies en los océanos, desde los crustáceos más pequeños a las ballenas más descomunales, pero que todavía queden 750.000 especies por descubrir, según las estimaciones de los científicos. Es alucinante pensar en las especies que puede haber en el fondo del mar y todavía no conocemos.

P: En tu libro, describes al mar como un lugar sin tiempo, donde parece que no sucede nada. ¿Buscamos también la inmortalidad, la eternidad, en el mar?

R: Metafóricamente, sí, si hablamos de cómo describimos el tiempo: las estaciones, el día, la noche… Todos estos conceptos de carácter cíclico no existen bajo el mar, porque allí siempre está oscuro, y a la misma temperatura, como si no pasara el tiempo. Se trata solo de una sensación, porque allí sí que pasa el tiempo, pero siempre que pensamos en las formas de vida más longevas que existen, muchas de ellas están bajo el mar, a grandes profundidades, como el tiburón de Groenlandia, o determinadas medusas y algas que son capaces de vivir miles de años. Por supuesto que la inmortalidad no existe, pero puedes tener la sensación de inmortalidad en las profundidades del océano.

P: Dice Melville en 'Moby Dick' que el mar “ahoga el rastro”. ¿Cuánto tiene de olvido?

R: A lo largo de la historia, para mucha gente el océano ha representado una manera de desaparecer, de evadirse de todo. Al zarpar hacia mar abierto, se deja todo atrás. Muchos aventureros o personajes del pasado han hecho esto para olvidar su pasado y empezar una nueva vida. Creo que esto es a lo que se refiere Herman Melville. 

P: Hablando de 'Moby Dick', que como aseguras, junto con ‘Lord Jim’ y ‘El viejo y el mar’ son las tres “grandes novelas del mar”; los balleneros representaban como nadie el carácter aventurero, pero estos también se convirtieron en el testimonio de la capacidad depredadora del ser humano...

R: Quería hablar en mi libro de la industria ballenera por esa dualidad entre aventura y exploración de lo desconocido, y a la vez su capacidad de destrucción del medio marino, precisamente por eso, porque los balleneros concebían al océano como un recurso inagotable que es imposible cambiar, que no importa cuánto se pesque porque va a recuperarse. Este concepto se ha transmitido de alguna manera hasta la actualidad y es el que rige la industria pesquera, que está sobreexplotando los océanos como si siempre fuese a haber más, y este es un punto de vista muy peligroso.

P: Ahora, además, el mar y las especies que lo habitan se han convertido en una de las principales víctimas de la contaminación y el calentamiento global...

R: Hemos descubierto que el océano y la vida del océano es extremadamente vulnerable. El cambio climático nos muestra que con que haya solamente un grado de diferencia en la temperatura del agua, eso tiene un impacto negativo enorme, y esto también es muy peligroso.

P: Citas también en tu libro varias veces a los antiguos polinesios. ¿Crees que han sido los navegantes más habilidosos de la historia, o al menos los más asombrosos?

R: Creo que la historia de la Polinesia es fascinante. Gente que procedía del sudeste de Asia y colonizaron el océano Pacífico a bordo de embarcaciones muy sencillas, sin instrumentos de navegación, y consiguieron llegar muy lejos: a Tahití, a Hawai, a la isla de Pascua... Aún hoy en día nos seguimos preguntando cómo fue posible que consiguieran orientarse. Y lo hicieron usando sus sentidos, mirando a las estrellas, observando la dirección del vuelo de los pájaros, oliendo, escuchando…. Es algo fascinante, especialmente hoy en día, que estamos perdiendo todas estas habilidades físicas y sensoriales, porque nos hemos acostumbrado a que la tecnología lo haga por nosotros.

P: Siendo sueco, se hace extraño que no hayas dedicado ni una sola línea a otros de los más grandes navegantes: los vikingos, que recorrieron el Atlántico y el Mediterráneo a bordo de sus míticos drakares…

R: Es cierto. Creo que una de las principales razones es que estas navegaciones no están muy documentadas. Si miras la navegación en el Mediterráneo, todos esos famosos exploradores como Colón, Vasco de Gama… Sus viajes están muy documentados, y eso es lo que hizo que me decantase por ellos en mi libro.

Otros que me parecen muy interesantes son los navegantes chinos, que hicieron viajes memorables hace cientos de años, y se piensa que seguramente llegaron a África incluso antes que Vasco de Gama.

P: Cuando preguntaron a George Mallory que por qué quería escalar el Everest, él simplemente respondió: “Porque está ahí”. ¿Consideras que esta es la misma razón que impulsa a muchos navegantes a hacerse a la mar y perseguir el horizonte: la simple curiosidad?

R: Sí, la curiosidad es una de las principales razones. Pero también el deseo de fama, poder y celebridad está detrás de querer ir más arriba, o más abajo. Cuando hablo en mi libro de la zona más profunda del océano, a casi 11.000 metros, se trata de un lugar muy peligroso al que no llegó nadie hasta que lo hicieron Piccard y Walsh en 1960. Después de ellos, hasta 2020, solo dos personas han vuelto a bajar hasta allí. En todo ese tiempo, más de 500 personas han viajado al espacio exterior, o más de 10.000 han subido al Everest, y esto nos da una idea de lo difícil y peligroso que es llegar a las profundidades del océano.

Después de Piccard y Walsh, luego fueron James Cameron, el director de Titanic, y otro millonario americano, Victor Vescovo. Se trata en buena medida de gente con mucho dinero que está buscando experiencias extremas.

P: Dedicas el penúltimo capítulo a Rachel Carson, gran amante de los océanos y también precursora del movimiento ecologista moderno. ¿Este es también a su manera un libro ecologista?

R: Gracias por verlo así. Desde luego que es un libro ecologista y eso es algo que une a los distintos personajes. Para mí Rachel Carson es una gran inspiración, y en cierto modo es un personaje que está olvidado. Lo que me inspira especialmente de ella es su modo de escribir tratando de aunar la parte científica, con un vocabulario científico, y siendo realmente aceptada por toda la comunidad científica; y al mismo tiempo con un lenguaje poético y con una gran habilidad para ver la belleza que se esconde en la naturaleza. Creo que es un muy buen modo de difundir el conocimiento de una manera más atractiva, y despertar el asombro del descubrimiento en la gente. Rachel Carson también tiene un libro sobre despertar el sentido del asombro, que es algo que tenemos cuando somos niños y después se pierde al ser adultos. Al hacernos ver esto con un vocabulario a la vez preciso y científico, y a la vez poético, es una gran manera de divulgar.

P: Pero a quien dedicas el libro sin ninguna duda es a tu madre, que te inculcó el amor hacia el océano y sus habitantes por medio de aquellas lecturas infantiles. ¿Has conseguido reencontrarte con ella en estas páginas, en ese mar y en ese horizonte que son una metáfora de la vida y de la muerte?

R: Cuando escribí el libro, mi madre estaba muy enferma y yo estaba tratando de pensar de dónde surgía mi fascinación por la naturaleza, por los animales… Y llegué a la conclusión que venía de los libros que mi madre me leía cuando era pequeño. Aunque no tenía mucha formación, mi madre me llevaba a la biblioteca y cogíamos libros de naturaleza; algunos más científicos, pero otros también de ficción, y ella hizo que surgiera en mí esta curiosidad y esta fascinación. Cuando estaba escribiendo ya las últimas páginas, ella estaba ya muy mal y entonces yo convivía con ella y la cuidaba. El libro anterior era sobre las anguilas y sobre mi padre y mi relación con él. Este libro no es sobre mi madre, pero sí que es para ella.