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Entrevista en TVE

Karim Khan: "No hay cheque en blanco para ningún beligerante en ningún lugar del mundo"

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Karim Khan, fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional concede una entrevista a Documentos TV, de TVE
Imagen de archivo del fiscal de la Corte Penal Internacional Karim Khan

El fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional (TPI), Karim Khan, recibe al equipo de Documentos TV en la sede de la corte, en La Haya, en un día lluvioso que él mismo califica de sombrío, y añade: “como la situación en el mundo con multiples guerras y conflictos”.

Nos conocimos en 2020, en Irak, cuando él era el jefe del equipo de la ONU encargado de investigar los crímenes cometidos por el autodenominado Estado Islámico, sobre todo contra la minoría yazidí, en ese país. Entonces, hablamos ya sobre crímenes de guerra y otros delitos y le acompañamos durante su visita a un campo de refugiados yazidíes donde se reunió con antiguas esclavas sexuales del Dáesh.

En junio de 2021, Karim Khan se convertía en el fiscal jefe del TPI. Desde entonces, tiene entre sus manos investigaciones sobre Sudán, Libia o Afganistán, Ucrania o Palestina. Sus colaboradoras nos advierten de que disponemos solo de 30 minutos y se cumple a rajatabla. El fiscal tiene después una reunión y una agenda muy apretada en la que no fue fácil encontrar un hueco para RTVE. La guerra entre Israel y Hamás ocupa una parte de nuestra conversación.

PREGUNTA: Sr. Khan, muchas miradas se dirigen estos días hacia usted pidiendo que actúe. ¿Qué está haciendo el TPI? ¿Qué puede hacer, si Israel no reconoce su jurisdicción?

RESPUESTA: Se han cometido crímenes horribles contra israelíes, niños y mujeres. Tomaron personas mayores como rehenes por ser judíos. Y, por supuesto, hay imágenes absolutamente desgarradoras procedentes de Gaza de personas que están siendo sacadas de entre los escombros. Tenemos jurisdicción en Palestina desde 2014.

Y el mensaje es claro: existen principios de justicia, requisitos de no atacar a los civiles, de proteger a los vulnerables, de permitir el acceso de la ayuda, de no robar la ayuda destinada a los civiles. Y estamos haciendo nuestro trabajo lo mejor que podemos. Pero lo que necesitamos es mayor apoyo de la comunidad internacional. Estoy muy agradecido al ministro de Asuntos Exteriores español, con el que me reuní recientemente en Nueva York. Me prometió apoyo en el presupuesto que se debatirá en diciembre.

P:¿Está investigando a las dos partes, Hamás e Israel?

R: Tenemos jurisdicción sobre toda Palestina. Así que, por supuesto, investigamos en relación con cualquier acusación contra los nacionales palestinos y también cualquier delito cometido en el territorio de Palestina. Así que sí, ambas partes.

P: ¿Será posible procesar a Hamás?

R: Tenemos jurisdicción en relación con los individuos, en los territorios en los que tenemos jurisdicción. En relación con Dáesh, ya ha habido enjuiciamientos efectivos de miembros del Daesh en Alemania, en Estados Unidos, en Suecia, en Francia.

Sean actores estatales o no estatales, si caen dentro de la jurisdicción del tribunal y tenemos los recursos, tenemos la voluntad de mejorar el mundo hasta el límite de nuestra capacidad, que es más ley y menos criminalidad. Y creo que eso es lo que se nos exige y la razón por la que tenemos un tribunal penal internacional.

P: Entonces, en el caso de Hamás ¿es posible porque Palestina sí reconoce al TPI?

R: Por supuesto. Pero Hamás es un grupo. No perseguimos a grupos, no investigamos a grupos, pero sí a individuos que pueden ser miembros de grupos que pueden tener ciertos atributos, tener ciertas políticas o formar parte de una red criminal.

Estamos intentando hacerlo lo mejor posible, y creo que estamos haciendo algunos progresos. Pero es necesario que cada persona se comprometa con la justicia. No es necesario conocer todos los entresijos de las normas. Pero, sin justicia, ¿cuál es la existencia? No hay vida. Y tenemos que darnos cuenta de ello nosotros mismos.

P: En marzo, esta Corte dictó orden de detención contra el presidente ruso, Vladímir Putin, por el traslado forzoso de niños ucranianos a Rusia desde los territorios ocupados, lo que constituye un crimen de guerra ¿Qué alcance y significado tiene para la justicia internacional y para el TPI?

R: En realidad, para mí fue una situación muy triste porque se trata del presidente de uno de los fundadores de las Naciones Unidas, de una de las potencias vencedoras tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial, de un miembro permanente del Consejo de Seguridad.

Por desgracia, nos vimos obligados a solicitar órdenes judiciales y los jueces independientes emitieron esas órdenes. Lo que demuestra es el principio de que la ley tiene que aplicarse en los casos en los que tenemos jurisdicción. Y tenemos jurisdicción sólo porque Ucrania aceptó la jurisdicción del tribunal y el delito se ha cometido en el territorio de Ucrania.

Pero hay que fundamentarlo. No se trata simplemente de solicitar órdenes de detención para satisfacer una demanda popular. Esto sería repugnante para los principios básicos de la justicia. Tenemos que ser abogados y juristas objetivos y realizar nuestras investigaciones basándonos en lo que es legal y lo que es ilegal. Y para nosotros estaba claro que lo que estábamos viendo constituía una conducta delictiva. Mi trabajo es investigar pruebas incriminatorias y exoneratorias por igual. Y si veo que hay evidencias de crímenes contemplados en el Estatuto de Roma, se me exige que las presente a los jueces para su revision y eso es precisamente lo que han hecho.

P: ¿Estamos ante una nueva era para el TPI? Porque muchos consideran que lo que hay es una justicia internacional de doble rasero. Se dicta orden de detención contra Putin, pero ¿por qué no contra los responsables de la invasión de Irak o del conflicto de Afganistán, etc.?

R: Tienen razón. Vivimos en un mundo en el que hay cinco Estados con derecho a veto en el Consejo de Seguridad. Es una constatación objetiva de la realidad. Vivimos en un mundo donde, como civilización, hemos tenido éxito en algunas áreas de la ciencia, de las vacunas, de la educación, de la tecnología. Son los tiempos de la ilustración.

Pero, en términos de humanidad, en términos de sabiduría, creo que en estos campos hay muchos lugares que viven en una era oscura. Pero eso no significa que nos debamos retorcer las manos desesperados. Sí, ha habido violaciones del derecho internacional en muchos países. Has hablado de Irak y de tantas otras situaciones. El argumento de las dos estándares no es una defensa en el derecho penal internacional. Ese fue uno de los principios que se subrayaron en Nuremberg.

El hecho de que otras personas cometan crímenes no significa que tú puedas cometer crímenes. En demasiadas capitales del mundo ha habido una tendencia a considerar el derecho internacional como un menú a la carta. Eso desacredita el derecho internacional. La historia determinará si éste es un nuevo día o un falso amanecer. No puedo evaluarlo porque no depende de mí.

Depende de los principios de los líderes de todo el mundo, de si finalmente se dan cuenta de que tenemos que limitar la conveniencia política, el interés nacional a corto plazo o incluso a largo plazo. Si no lo hacemos, otros harán lo mismo. Puede que lo hagan de una manera mucho más atroz o igual de atroz. Y al final, destruiremos lo que se construyó con la sangre de millones de personas en las dos grandes guerras, las Naciones Unidas. Y estaremos al borde de un precipicio.

Tenemos que aplicar la ley de manera más eficaz. Tenemos que tender puentes de todo tipo. Pero, en términos de justicia penal y de principios básicos de derecho internacional, tenemos que madurar. Dentro de mi pequeño mandato, que ya es bastante difícil, está aplicar la ley lo mejor que podamos, sin miedo, con justicia, independencia e imparcialidad.

Hay que reconocer que el mundo no es perfecto, pero puede ser un poco menos oscuro, puede ser un poco menos sombrío, puede ser un poco menos aterrador. No creo que más ley lo empeore. Es la ausencia de ley y el triunfo del poder lo que, en realidad, son los ingredientes de las tragedias que vemos en todo el mundo.

P: ¿Significa esto que es muy difícil acabar con la impunidad de los dirigentes poderosos, si no tienen verdadera voluntad política?

R: Bueno, no estoy seguro de eso porque ha habido Nuremberg, Yugoslavia y Ruanda y Sierra Leona y Camboya y Líbano y la lista sigue. En todo el mundo se ha tomado conciencia de que existen leyes. En los pueblos de América Latina o de Asia ven que existe esta ciudad llamada La Haya que no sólo tiene la Corte Internacional de Justicia, sino que tiene un Tribunal Penal Internacional que puede ocuparse de la responsabilidad penal individual.

Pero ¿es suficiente para marcar la diferencia? ¿O una diferencia que nos parezca aceptable? No. Porque, incluso mientras hablamos, en la República Democrática de Congo, la gente está sufriendo, las mujeres están siendo violadas. Y se puede hablar de tantas partes del mundo en las que mientras hablamos aquí, en este entorno confortable, en esta ciudad segura, otras personas viven en las circunstancias más trágicas que podamos imaginar.

Así que colectivamente tenemos que darnos cuenta de que se necesitan más esfuerzos. Pero el TPI no puede hacerlo solo. Trabajamos dentro de nuestro mandato, que forma parte de un sistema conjunto que requiere sabiduría, liderazgo y un cambio de enfoque a escala internacional.

P: Teniendo en cuenta que Rusia no reconoce la jurisdicción del TPI, ¿cuál es el alcance real de la orden de detención contra Putin, más allá de que no pueda moverse de su país para que no pueda ser arrestado?

R: Bueno, eso en sí mismo no es insignificante. Sí, dificulta la aplicación de la ley. Sí, en términos de dinámica de poder, cuando tienes un país muy poderoso, las amenazas al tribunal aumentan. Uno está en el ojo del huracán. Pero ser fiscal nunca es para los débiles de corazón. Hay que ser valiente para darse cuenta de que esto no es personal. Es una responsabilidad para hacerlo lo mejor posible en relación con la aplicación de la ley.

Estas son cuestiones que van más allá de la Federación Rusa. Mi respuesta general es que no podemos permitirnos que la siguiente generación siga tratando el derecho internacional como un ejercicio de "lo tomas o lo dejas". No puede ser así. Cumples la ley o no la cumples.

Pero tenemos que ser claros en cuanto a lo que se espera de todos los Estados, porque, cuando un Estado, sobre todo de los más poderosos, ignora la ley, da cierto espacio para que otros países hagan lo mismo o cosas mucho peores. Por tanto, de todos nosotros depende mantenernos en la dirección de la legalidad y mejorar y darnos cuenta de que no somos el producto acabado.

Como especie, no estamos donde deberíamos estar. Y eso se evidencia en nuestra jurisdicción. Tenemos que hacer mucho más e ir en la buena dirección, porque la guerra es fea y, sin embargo, la guerra no es ilegal. La gente muere, se derrama sangre, se destruyen casas y se destrozan vidas. Y, sin embargo, no es ilegal. Así que se trata de lo que la ley puede hacer.

Se trata simplemente de intentar paliar los peores horrores y de insistir en que no hay cheque en blanco para ningún beligerante en ningún lugar del mundo. Deben cumplirse unas normas mínimas básicas. Pero incluso con esas normas mínimas básicas, la gente muere y los países, las ciudades y los pueblos quedan destrozados. Y esa es la fea verdad del mundo en que vivimos.

P: Entonces, debería acabar el doble rasero

R: Por supuesto que sí. Debemos hacerlo. No rendirnos. Mira de dónde venimos. En 2023, estamos hablando de la justicia y el derecho. Y, ya sabes, en la década de 1930, estuvimos pasivos, como espectadores, mientras el nacionalsocialismo asomaba su fea cara.

Ahora tenemos procedimientos especiales, tenemos un Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Sabemos lo que está pasando en cualquier parte del mundo. Hay muy pocos lugares donde esconderse. El peligro son la desinformación, la incitación al odio, las noticias falsas y las pruebas fabricadas. Pero hemos avanzado. La justicia es demasiado importante para dejarla en manos del fiscal del TPI, la justicia es demasiado importante para dejarla en manos de los jueces del TPI.

Aquí somos expertos en derecho. Los jueces son maestros del derecho aquí. Pero la justicia es el derecho de cada espectador que ve tu programa, del mismo modo que la juventud del mundo se ha movilizado por el medio ambiente, este nuevo movimiento de que la justicia es el derecho de cada persona desde su nacimiento, en todos los rincones del mundo tiene que vencer.

Y si creemos que podemos construir un mundo menos cruel y más justo, podemos hacerlo, pero no se construirá sobre el desaliento. No se construirá esperando que las instituciones resuelvan los problemas. Sólo se construirá cuando haya una masa crítica en la población mundial que no sea una mera espectadora, sino que participe en la construcción del mundo para sí misma y para sus hijos y nos exija a nosotros, los gobiernos, las instituciones, ya sea la Unión Africana o la Unión Europea o los tribunales o la fiscalía, que lo hagamos mejor.

P: ¿En qué punto nos encontramos en materia de justicia internacional?

R: Es una mezcla de varias cosas. Por un lado, está claro, gracias a los esfuerzos que se han realizado desde la creación del tribunal yugoslavo en los años 90 y Ruanda, el Tribunal Especial para Sierra Leona, los tribunales de Camboya y, por supuesto, el Tribunal Penal Internacional, que existe una aceptación común sobre el principio de que hay restricciones en la conducta, que no se puede atacar a civiles.

La violación en los conflictos como arma de guerra debe dar lugar a la rendición de cuentas. Tenemos casos de alto perfil que se han llevado ante el TPI, pero también el expresidente Charles Taylor ante el Tribunal Especial para Sierra Leona o Milosevic o Karadzic o el comandante del ex primer ministro en Ruanda.

Pero la razón por la que digo que se trata de un conjunto heterogéneo es que en muchas partes del mundo seguimos viendo una tendencia constante a que las personas en el poder, en su inmensa mayoría hombres, sientan que pueden conseguir lo que quieran, pueden aterrorizar a las mujeres, los niños, los ancianos y los jóvenes más vulnerables. Y, como comunidad internacional, tenemos trabajo que hacer.

P: ¿Cuáles son los casos principales que investiga actualmente el TPI?

R: Tenemos más de 16, 17 casos. Mi primera misión como fiscal fue a Sudán, Sudán y Libia. Tenemos Mali, casos en África Occidental, por supuesto, Ucrania, Afganistán, Palestina. Hay muchos en todo el mundo. Y creo que lo que hemos visto es un esfuerzo real para asegurarnos de que estamos a la altura de nuestras responsabilidades y de nuestro mandato.

Pero existe una necesidad imperiosa de recursos. Así que los estamos distribuyendo en todos estos continentes e intentamos asegurarnos de que no nos limitamos a hablar, sino que obtenemos resultados. Pero es un reto.