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Análisis

Polonia, los jóvenes y la polarización del país

  • Polonia celebra este domingo elecciones al Parlamento y el Senado
  • Las encuestas dan ganador al partido en el gobierno

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Elecciones en Polonia: cartel electoral del candidato por el partido Ley y Justicia
Un cartel electoral de un candidato del partido gobernante Ley y Justicia en la ciudad de Sandomierz.

A Julia la encontramos a la salida de clase, estudia Derecho en la Universidad de Varsovia, en pleno centro de la capital. Tiene 18 años y el domingo votará por primera vez en unas elecciones. Siente que por fin ha llegado el momento de ser escuchada.

"Es muy importante, especialmente para las mujeres, tener la oportunidad de hablar, cada voto puede cambiar las cosas y es necesario que seamos conscientes de que tenemos ese poder, que nuestra voz realmente importa", nos dice Julia con una emoción evidente en su mirada.

Y nos habla de libertad, de recuperar derechos, del cambio que, según ella, Polonia necesita. En ningún momento confiesa a qué partido votará, solo deja claro que quiere al PIS, Ley y Justicia, fuera del gobierno que ocupa ahora.

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El mismo nivel de compromiso lo reconocemos en Lukasz, 18 años también. Asiste a un acto del partido Confederación, el más extremo a la derecha de todos los que se presentan en estas elecciones para elegir a 460 diputados del Sejm, el parlamento polaco, y a 100 senadores. Pero él lo expresa de forma mucho más contundente: "Es mi deber como ciudadano".

Con la misma firmeza nos cuenta por qué apoyará a Confederación: "Me encanta su programa. No más recursos para Ucrania, menos impuestos y no a la inmigración ilegal", asegura. Y en este último punto profundiza, cree que los inmigrantes irregulares “arruinan la cultura europea. No aprenden nuestro idioma, no se adaptan, crean guetos con un alto índice de criminalidad, como ocurre en Francia o en Alemania, y hace que los barrios sean menos seguros”, sentencia.

Un país dividido

Son dos votantes primerizos pero sus palabras y sus ideas ya reflejan la enorme división que sufre Polonia. De estas elecciones saldrá solo una parte contenta y definirá el futuro del país.

En los últimos ocho años, el PIS ha gobernado a golpe de polémica. En su hoja de servicios, una controvertida reforma judicial que la justicia europea declaró ilegal por no garantizar la independencia; la prohibición de facto del aborto; las injerencias continuas en los medios de comunicación o los enfrentamientos sostenidos con la Unión Europea, que le han valido el bloqueo de unos 35.000 millones de euros. Y también Polonia es ahora un país que tiene decenas de pueblos con carteles a su entrada declarando la zona libre de ideología LGTBI.

Esa es la Polonia que defiende Jaroslaw Kaczynski, el presidente del partido Ley y Justicia, que ha reducido la campaña electoral a “una cuestión de identidad y de deslegitimar al oponente, se trata de aprovechar la polarización para movilizar a sus votantes”, nos explica Wojciech Przybylski, analista político del think tank Visegrad insight. Sorprendentemente, el PIS acusa a Donald Tusk, el principal rival de la oposición, “de ser a la vez pro ruso, pro germano y pro Occidente. Ahí se ve bien la cuestión de identidad”, añade.

La otra Polonia es la que representa Tusk, que fue primer ministro polaco de 2007 a 2014 y, más tarde, presidente de la Consejo Europeo. Es el candidato de Plataforma Cívica, una alianza de centro y centroderecha que tiene opciones, según las encuestas, de sumar suficientes apoyos con otros partidos de la oposición para desbancar al PIS del Gobierno.

Ha elegido una campaña en positivo, le ha dicho a los casi treinta millones de ciudadanos con derecho a voto en estas elecciones que con él Polonia estaría cerca de Bruselas, de las mujeres y del colectivo LGTBI y que trabajará por los derechos perdidos.

“Políticamente una gran parte de la sociedad polaca está pidiendo un cambio pero todo va a depender de lo eficaz que sea la oposición en la venta de su mensaje y en su habilidad para que le crean”, analiza Przybylski.

De momento, Plataforma Cívica ha sido capaz de movilizar en los últimos días a cientos de miles de personas en lo que llamaron la Marcha del millón de corazones para decirle no al Gobierno. Se celebró a 15 días de las elecciones y llenó las calles de Varsovia de voces que clamaban un nuevo gobierno. Pero las encuestas le dejan todavía lejos del PIS, que sigue siendo el partido al que más polacos apoyan, en torno al 35% según los sondeos.

Indecisos

Movilizar a los votantes es clave. Se calcula que hay cerca de un 22% de polacos que aún no han decidido su voto. En el acto de Confederación en el que encontramos a Lukasz, un acto repleto de chavales jóvenes y sin apenas mujeres, hablamos con Pawel, otro primerizo en las urnas. Aún no tiene claro a quién va a votar, nos confiesa, pero cree que el PIS se ha centrado demasiado en la gente adulta y poco en los jóvenes. “Nosotros no tenemos apenas ayuda para el transporte o los estudios, casi todo el dinero se destina a los más mayores, para sus medicinas o su jubilación”, se lamenta.

Una gran parte de esos indecisos son mujeres. Nos reunimos con Klementyna Suchanov, una de las activistas destacadas de Strakj Kobiet, que en polaco significa Huelga de mujeres. Ellas fueron las responsables hace tres años de las masivas movilizaciones que hubo en Polonia cuando el gobierno decidió prohibir el aborto prácticamente en su totalidad.

“No paramos la ley pero sirvieron para mucho aquellas manifestaciones. Entonces ningún partido pronunciaba la palabra aborto, ahora los partidos de la oposición lo hacen y lo tienen presente. Y sembramos una semilla para las nuevas generaciones”, nos cuenta orgullosa.

Buscando la paz

A los jóvenes como Julia, Lukasz o Pawel se les va a escuchar por fin en esta pelea electoral del 15 de octubre de la que saldrá el país que deseen los polacos.

También a Olivia, otra estudiante de Derecho con la que hablamos a las puertas de la universidad. Cuando le preguntamos qué espera de las urnas, nos contesta que Polonia es una sociedad dividida. “Hay gente de derechas, gente de izquierdas y no somos capaces de hablar, veo mucha lucha. Lo que espero -nos confiesa- es paz”.