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Sorolla, extraordinario y comercial

  • El "Año Sorolla" trae aluvión de exposiciones, coleccionismo internacional y una biografía
  • Muestras en Madrid, EE.UU. y Valencia bucean en aspectos inéditos de su vida y obra

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Joaquín Sorolla Bastida, Autorretrato, 1904. Museo Sorolla
Joaquín Sorolla Bastida, Autorretrato, 1904. Museo Sorolla

Pocos artistas aúnan tanto consenso en torno al éxito como Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia,1863-Madrid,1923). Alcanzó la gloria económica en vida, despegó su carrera cosmopolita con buen olfato y ha dejado un prolífico legado de más de 5.000 pinturas e incontables dibujos, en una marca creativa difícil de igualar y que emerge en primer plano en la celebración del año de su centenario.

La “belleza sensorial” de las escenas de playa del “pintor del Mediterráneo” siguen encandilando a crítica y público, según los expertos, y mantienen abiertas de par en par las puertas del mercado del arte donde sus obras alcanzan altas cotizaciones, porque Sorolla continúa gustando a todos.

Como medida del fervor focalizado en Nueva York y Londres, el lienzo La hora del baño fue vendido en 2003 en Sotheby’s por cerca de cinco millones de euros (4.754.000), mientras que Pescadores valencianos sobrepasó en 2012 en subasta los cuatro millones (4.109.000).

El interés no decrece en una onda expansiva internacional estable. En 2020 la National Gallery londinense adquirió su primer “sorolla”, El borracho, Zarauz (1910), por 361.000 euros, tras una exposición monográfica que superó en número de visitantes a una muestra paralela de Tiziano.

“Ha habido dos puntos de inflexión que aumentaron el foco sobre el artista a través del tiempo. En 2009, la antológica que celebró el Museo del Prado por primera vez. Otro impacto muy fuerte fue la llegada de los paneles de la Hispanic Society que recorrieron con éxito en 2010 varias ciudades españolas. El hecho de traerlos aquí fue una revelación para el gran público porque solo se podían ver en Nueva York”, analiza Enrique Varela, director del Museo de Sorolla en Madrid, donde se hallan las obras maestras íntimas que nunca salieron del hogar familiar que compartió con su mujer Clotilde y sus cuatro hijos.

El Museo Sorolla presenta

"¡Sorolla ha muerto! ¡Viva Sorolla!", una exposición por el centenario en el Museo Sorolla de Madrid. EFE/ Borja Sánchez Trillo

El museo monográfico, epicentro de su arte en España, ha nutrido la fiebre por el artista desvelando aspectos difuminados de su vida como en Orígenes (hasta el 19 de marzo de 2023), que viajará a Valencia.

La muestra ilumina la genialidad de un adolescente empecinado a toda costa en triunfar copiando a Velázquez y arañando oportunidades en concursos de arte, aunque el talento de Joaquín Sorolla fluye más allá de las marinas impresionistas que le encumbraron.

Sorolla en negro, que descubrió como el pintor de la alegría también alejó los colores en su veta más social, atrajo en 2022 a más de 100.000 visitantes a la casa museo en otra arista inédita.

Sube la fiebre por el pintor en su aniversario

El triángulo del arte se expande entre Madrid, Nueva York y Valencia, su ciudad natal, sedes que en el Año Sorolla sacan pecho con una cascada de exposiciones.

Estados Unidos, donde entusiasmó a los magnates multimillonarios en dos presentaciones itinerantes en 1909 y 1911, celebra al artista con muestras en Dallas y Nueva York.

La Hispanic Society of America (HSA), fundada por el filántropo Archer M. Huntington y principal patrocinador de Sorolla en norteamérica, conserva 243 piezas, además de los murales, suma retratos de intelectuales de la Edad de Plata como Juan Ramón Jiménez o Miguel de Unamuno.

En España, la Corporación Masaveu cuenta con 46 obras, en la mayor colección privada del autor en nuestro país, fruto del fervor del empresario y mecenas asturiano Pedro Masaveu Peterson por “la pintura de pincelada fluida e interés por la captación por la luz” de Sorolla.

'Mi mujer y mis hijas en el jardín', 1910. Sorolla. Colección Masaveu Foto: Marcos Morilla

La mayor parte de las obras se adquirieron en los años 70 y entre las joyas se encuentran El mamón (1894), Cosiendo la vela (1904) y Mi mujer y mis hijas en el jardín (1910), que se exhibirán en una exposición en el Museo de Bellas Artes de Valencia en junio ¿Cuál es la clave de su embrujo?

“Fue un gran maestro que supo aunar su gran calidad técnica con una temática vitalista y cotidiana, de fácil acogida para el público, que unido a la riqueza del colorido, a su magistral captación de la luz y a la inmediatez y modernidad con la que representó sus escenas hacen que sus obras sean tan atrayentes”, explican desde la Fundación María Cristina Masaveu Peterson.

“El erudito conoce y penetra en Sorolla hasta sus últimos niveles pero a la persona con menos conocimientos también le llega mucho”, completa el director del Museo Sorolla.

Y una pieza más del redescubrimiento del puzle. La publicación de la biografía Cómo cambiar tu vida con Sorolla (Lumen) del periodista y escritor César Suarez bucea en sus fortalezas: la adoración por su familia, su optimismo sin fisuras-Baroja le tachó de frívolo y roñoso- o su orden cartesiano en el trabajo.

El pintor pateó el terreno para completar los gigantescos 14 paneles de Visiones de España para la Hispanic Society of America. Su deseo era perfilar de la forma más detallista posible las regiones españolas.

“Durante siete años cruza el país de punta a punta pintando a la intemperie, eligiendo los modelos, recuperando los trajes regionales que quería pintar”, señala Suárez a TVE.

Un encargo titánico que le costaría la salud ya que fallecería poco después de completarlo en 1923. Su determinación le ha mantenido impertérrito como uno de las artistas españoles más populares de todos los tiempos en un brillo que no se desvanece.