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El dilema de acudir a las cenas de empresa de Navidad: ¿oportunidad o una "incómoda" convención social?

  • El estrés laboral, la relación con los compañeros, la pérdida de un ser querido o la ansiedad influyen en la decisión de ir al evento
  • Estas reuniones, sin embargo, pueden ser un buen momento para conectar y establecer relaciones más profundas

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Un grupo de personas comparte una cena por Navidad
Un grupo de personas comparte una cena por Navidad

Ir o no ir a la cena de empresa de Navidad, esa es la cuestión que muchos se están preguntando estos últimos días. Con las reservas hosteleras casi al 90% desde noviembre, algunos esperan con ansia el momento de reunión después de dos inviernos consecutivos con mascarilla obligatoria en interiores. Sin embargo, para otros este tipo de encuentros no son más que una incómoda convención social que se ven obligados a cumplir.

"No quiero que no ir afecte a mi futuro laboral", cuenta al respecto Andrés, alumno colaborador en la universidad que asiste este año a su primera cena de departamento. Para el joven, de 23 años, ir a la reunión de Navidad es una oportunidad casi imprescindible para conseguir un proyecto de doctorado en el centro en el que estudia. Por eso y aunque tiene una buena relación con sus compañeros, la tensión de la profesionalidad y de vigilar cada conversación hace que no termine de apetecerle asistir al encuentro.

Pero hay muchas otras razones por los que la cena de empresa puede ser un suplicio. Entre ellas, la psicóloga especialista en trastornos emocionales Isabel Muñoz destaca el estrés laboral o la ansiedad social. No obstante, la profesional también recuerda que estos encuentros pueden ser muy "gratificantes" para los trabajadores, pues "ayudan a hacer equipo" y a establecer relaciones afectivas.

En cualquier caso, tanto Muñoz como la coach Aldara Martitegui ofrecen una serie de consejos para afrontar las reuniones navideñas de trabajo, que recogen, por ejemplo, la necesidad de ser sincero y de valorar el bienestar emocional por encima del qué dirán.

Tensiones, ansiedad o pérdidas: las razones para no ir

Ante la pregunta de si va a ir o no este año a la cena de empresa, José Antonio ríe. "Espero que no", contesta a RTVE.es en una mueca de alivio. Hace un año que se jubiló y, dice, no va a echar de menos estos encuentros. Ha trabajado en varias empresas y ha llegado a pasarlo realmente bien en las fiestas, pero, cuando el ambiente laboral no acompañaba, eran eventos realmente fastidiosos. "La tensión se suele trasladar a la cena y no es nada agradable", rememora.

A unas calles más allá, María y Marta toman un café en la terraza de un bar madrileño. Trabajan en la misma compañía y estas Navidades no ocuparán una silla en la comida de empresa: la fecha coincide con la de un viaje que había planeado previamente. Al contrario que a José Antonio, les da algo de pena no poder reunirse con sus compañeros. "Aunque sé que no todo el mundo piensa así, es muy difícil que te gusten las cenas de empresa si no aguantas a tus compañeros", apunta María, que tiene la "suerte" de mantener una magnífica relación con la plantilla.

Pero, en muchas ocasiones, la antipatía no es el motivo por el que la idea de faltar al encuentro ronda por la cabeza. Sobre todo las primeras veces, pensar en cómo comportarse, de qué hablar, qué temas son tabú en este tipo de reuniones e incluso el momento de la foto pueden poner nervioso a algún comensal. Andrés, por ejemplo, explica a pocos metros del bar que su principal "miedo" es la barrera de la profesionalidad. El joven cree que la cena de empresa es una convención social implícita necesaria para su futuro laboral y eso le causa cierta tensión. "Al final yo la veo como una cena de trabajo, no de Navidad", opina.

Hay jefes que no quieren coger cariño a sus trabajadores

La psicóloga Isabel Muñoz recuerda igualmente que, entre otros motivos, quizás los trabajadores prefieren no ir a la cena de empresa por razones como la muerte reciente de un ser querido o las malas condiciones laborales, que despiertan un sentimiento de "hipocresía" si luego se asiste a la comida "como si no pasara nada". "Hay jefes incluso que piensan en no ir porque no quieren coger cariño a sus trabajadores", pues suponen que así sería más difícil darles malas noticias.

Sin embargo, muchos optan por asistir a la comida navideña independientemente de cómo se sientan. Según Muñoz, a algunas personas suele costarles expresar que no desean acudir por la presión social del entorno laboral, que tiende a reaccionar de forma insistente cuando alguien se desmarca del evento. Otros, además, optan directamente por ir sin rechistar pese a la desgana "para no señalarse como el asocial", aporta también la experta en salud mental Ana Fernández en TVE.

"Cualquier excusa es buena para una fiesta"

Pero la mayoría de los empleados suelen recibir de buen agrado la llegada de las cenas de empresa de Navidad. "Cualquier excusa es buena para una fiesta", afirma Roberto mientras da el paseo de la tarde con su hija. Tiene una fantástica relación con sus compañeros y está deseando reunirse con ellos en un ambiente más distendido que el laboral. Su caso no es una excepción. En un paseo por las calles madrileñas, RTVE.es escucha frases similares, y gran parte de ellas comienzan por una afirmación rotunda. "Sí, voy a ir a la cena, aquí la vamos a coger con muchas ganas", cuenta por ejemplo Antonio mientras pasea a su perro.

Lo cierto es que las reuniones de empresa pueden llegar a ser muy beneficiosas. "Tienen su parte buena y positiva", sugiere la coach Aldara Martitegui. Su utilidad principal, continúa, es que sirven para reforzar las relaciones personales y la conexión entre los empleados, lo que puede influir incluso en la productividad. "Lógicamente, son relaciones que hay que trabajar todos los días y no en una sola noche, pero es una buena iniciativa", detalla.

Comparte esta perspectiva la psicóloga Isabel Muñoz, quien opina que se trata de "un momento ideal para hacer equipo", así como para compartir conversaciones significativas y gratificantes. No obstante, reconoce que solo se viven de esta forma los eventos navideños de las compañías cuando no existe un alto nivel de tensión laboral o un mal ambiente en el trabajo. Por el contrario, es posible que salgan a la luz "los enfados" y "que digamos cosas de las que luego nos arrepentimos". Motivos por los que puede ser importante tener en cuenta una serie de consejos antes de asistir a estas cenas.

Las recomendaciones de las expertas

Sobre todo, tanto Muñoz como Martitegui invitan a reflexionar las razones por las que se está pensando en ir o no a la cena de empresa de Navidad. Preguntarse el por qué y de qué manera va a influir la asistencia ayuda en el autoconocimiento y a evitar "incoherencias que pueden hacernos daño", explica la primera. Muñoz pone el ejemplo de un empleado insatisfecho con las condiciones de su trabajo y vilipendiado por sus superiores, para quien puede ser "muy duro" separar esta situación durante la reunión y poder disfrutar de la misma.

Una vez se ha tomado una decisión, "hay que ser consecuentes", señala por su parte la coach. Si se ha optado por ir después de poner en una balanza los pros y los contras, "tienes que tratar de olvidarte de todo lo negativo, estar presente e intentar pasarlo bien". Ir tranquilos, con buena disposición, conectar con la gratitud, "con que tenemos la suerte de tener un empleo y de que me inviten a este tipo de eventos" son algunas de las actitudes ante la cena que aconseja Martitegui.

Si han vencido los contras, también es totalmente válido, "y tienes derecho a decir que no" sea cual sea el motivo que te lleva a ello, aporta Muñoz. Entonces toca trabajar la asertividad y el miedo a las expectativas y al qué dirán. "Hoy día todos estamos más abiertos a comprender que cada uno tiene sus abismos y los gestiona como puede", y el bienestar emocional es mucho más importante que un "convencionalismo social", concluye la coach.