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Festival de San Sebastián

Juliette Binoche: "La alegría de un Oscar no es comparable con la alegría de cumplir con tu trabajo de actriz"

La actriz recibe esta noche el Premio Donostia que le entregará Isabel Coixet

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Juliette Binoche: "Es importante saber decir no y ver lo nuevo en una misma"

Juliette Binoche (París, 1964) trabajaba como cajera en 1984 cuando el recientemente fallecido Jean-Luc Godard le hizo un casting para la que sería su segunda película, Hail Mary. “Tenía que estar desnuda recitando un poema, tenía conjuntivitis porque en mi trabajo manipulaba muchas cosas con las manos y me lloraban los ojos. Ese contraste entre lo que me pedían y lo que sucedía en mi vida permanece siempre en mi memoria”.

Binoche explica su vida como puro aprendizaje continuo. La estrella francesa recibe esta noche el Premio Donostia, que le entregará su amiga Isabel Coixet, como un hito más de ese camino de lecciones. “Con Godard aprendí por ejemplo que el realizador no es alguien que obligatoriamente te va ayudar. No fue una relación fácil. Me enseñó que había que estar preparado para todo, que esto no es el patio del colegio”.

Con 83 películas, sabe ya perfectamente sus preferencias. Sentada en una habitación del Hotel María Cristina, la actriz transmite sabiduría. También mucha naturalidad de antiestrella. No es alguien que ponga el piloto automático de respuestas, morosamante reflexiona antes de abordar cada pregunta.

¿Cuál su definición de éxito? “Creo en lo que Philip Seymour Hoffman dijo cuando le dieron el Oscar: la alegría de recibir ese premio no se podía comparar con la alegría de cumplir con un trabajo en el teatro como interpretar a Tenesse Williams en Nueva York. Para un actor es normal: cuando la vida, de algún modo, recorre tu interior y la enseñas al exterior es la mayor recompensa, sabes que estás en el lugar que tienes que estar”.

Binoche está legitimada para entender plenamente la frase porque también tiene su Oscar. Pero el arte del actor es también el arte de rechazar papeles y, tras el éxito de El paciente inglés, no se dejó arrastrar por Hollywood. “Como decía Édith Piaf, no me arrepiento de nada”.

Con 58 años su carrera está lejos de ralentizarse. En Donostia presenta dos películas: Fuego, de Claire Denis,  donde se sumerge en una mujer poseída por la pasión hacia un antiguo amante, y Le lycéen, de Christophe Honoré, en competición por la Concha de Oro.

"Sin riesgo, no hay gesto artístico"

“No sé si se debe a algo del cine francés o a que tengo mucha suerte, pero no siento que la edad sea un problema. Quizá también es porque tengo relación con muchos cineastas, pero es verdad que otras actrices sufren ese problema”, reflexiona. “Quizá también hay que saber decir que no. En el cine americano me llamaban mucho para hacer de ‘mujer de’. Hay que saber rechazar papeles para no entrar en un sistema en el que se nos ve de cierta manera. Saltar lo establecido para trabajar fuera de los códigos machistas”.

Hay que saber decir no a algunos papeles para trabajar fuera de los códigos machistas

Insiste en que la actuación es un modo de autoconocimiento. ¿Qué ha aprendido? “Tengo un libro de cabecera que me ha ayudado mucho en mi carrera y mi vida: La respuesta del ángel,  de Gitta Mallasz (libro espiritual escrito por la diseñadora gráfica y artista húngara durante la II Guerra Mundial)”, apunta. “Lo que he aprendido es a abandonar los miedos, transformarme y confiar en mí misma. Y a crear una relación dentro de ti que es más profunda que esas palabras del guion. Lo que está escrito es una parte, pero tienes que crear lo invisible”.

Binoche es también pintora pero no se plantea dirigir. “Tengo ganas e historias que contar, pero también demasiada suerte como actriz y poco tiempo como para planteármelo”. Pero, aclara, ser actriz es también un acto de creación. “Siempre hablamos de actores o realizadores de manera separada, pero es como la mayonesa, todos los ingredientes son importantes y cada uno tiene la responsabilidad de sumergirse: sin riesgo no hay obra ni gesto artístico”.