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Muere Isabel II

Isabel II y Diana de Gales, del cuento de hadas a la tragedia que acabó con la 'princesa del pueblo'

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Carlos de Inglaterra y Diana Spencer posan junto a Isabel II en marzo de 1981, después de que la reina diera su consentimiento al matrimonio de la pareja.
Carlos de Inglaterra y Diana Spencer posan junto a Isabel II en marzo de 1981, después de que la reina diera su consentimiento al matrimonio de la pareja.

La denominaron 'princesa del pueblo' y durante un período de tiempo fue protagonista de lo que el público creía que era un auténtico cuento de hadas. Sin embargo, Diana Spencer se convirtió en un quebradero de cabeza para la Casa Real británica ya antes de su muerte, pero también después de su trágico fallecimiento en un accidente de tráfico en agosto de 1997.

Su relación con Isabel II, fallecida este juevesfue objeto de numerosos artículos de prensa, siempre basándose en las hipótesis de los periodistas más cercanos a la realeza británica, ya que es sabido que la reina nunca concedió entrevistas y se limitó a ofrecer discursos públicos y comunicados.

Sin embargo, una de sus intervenciones más recordadas fue, precisamente, dedicada a Diana de Gales: se produjo tras la muerte de la princesa, después de que la reina guardara durante varios días un incómodo silencio que rompió a instancias del entonces primer ministro británico Tony Blair.

La monarca consideraba que este era un asunto que debía tratarse de manera privada, sobre todo teniendo en cuentra que Diana ya no formaba parte de la familia real, fruto del acuerdo de divorcio que había firmado un año antes con el príncipe Carlos.

Pero la presión popular era tal que Isabel II, de luto riguroso, terminó pronunciando un discurso en directo en el que calificó a Diana de Gales como "un ser humano excepcional". No fue su única concesión hacia la que fuera su nuera, ya que permitió que se colocara el estandarte real sobre el ataúd de la princesa e hizo una reverencia -en realidad un leve movimiento de su cabeza- ante el féretro, lo que se interpretó como un gesto de reconocimiento.

Fue informe - La Princesa del pueblo (Diana de Gales) (1997) - Ver ahora

"Encantadora y apropiada"

Las diversas fuentes coinciden en señalar que a Isabel II no le disgustó el noviazgo entre su hijo Carlos y Diana Spencer, a pesar de que la joven no era de sangre real -su padre era un ecuestre de la reina-. La futura princesa era una persona cercana a la familia real, sobre todo a los príncipes Andrés y Eduardo, más próximos por edad que Carlos. "La reina la encontraba encantadora y apropiada", afirmó la periodista Tina Brown en su libro The Diana Chronicle (2007).

La boda real, seguida por millones de personas a través de televisión, y el posterior nacimiento de los dos hijos del matrimonio, los príncipes Guillermo y Enrique, no hicieron más que consolidar la imagen idílica de la pareja. Sin embargo, pronto comenzaron a surgir los rumores sobre infidelidades por ambas partes. Así, mientras Carlos retomó su antigua relación con Camila Parker-Bowles, a Diana se le relacionó con su profesor de equitación, James Hewitt.

Diana de Gales era tímida, tenía 19 años, una mirada inocente e ingenua. Catalina tiene 10 años más, y la madurez y la preparación suficiente para saber el terreno pisa.

Los rumores dieron paso a las certezas con la publicación del libro Diana: su verdadera historia, en el que el periodista Andrew Morton desvelaba numerosos detalles privados de la pareja real y, sobre todo, que la princesa había intentado quitarse la vida hasta el cinco ocasiones. El libro, publicado en junio de 1992, provocó una tormenta mediática y allanó el camino para la separación de Carlos y Diana, que finalmente acabó en divorcio tres años después.

Las fuentes de Morton no podían ser más fiables, ya que fue la propia princesa quien le confesó todos los detalles de su vida privada, incluyendo sus problemas de bulimia, que se remontan a su época de noviazgo con Carlos y a quien culpaba de manera directa.

Diana se convirtió en un elemento incómodo para la Casa Real británica, ya que sus declaraciones significaron un terremoto para una de las instituciones más conservadoras del mundo. No hay que olvidar que la propia Isabel II llegó a ser reina porque su tío Eduardo VIII había renunciado al trono para casarse con una mujer divorciada, lo que hizo que su padre, Jorge VI, tuviera que asumir la corona.

A ello se unió su faceta pública, que se centró en causas como el SIDA, una enfermedad sumamente estigmatizada en aquel momento. Diana no dudó en dar su mano y en fotografiarse junto a personas con VIH, algo que se consideraba un riesgo en aquella época.

Especiales informativos RNE - 1992, el 'annus horribilis' de Isabel II - Escuchar ahora

La polémica entrevista

Lejos de apaciguar los ánimos, Diana concedió en 1995 una entrevista a la BBC en la que habló abiertamente sobre su separación y otros asuntos personales. "Éramos tres en ese matrimonio, eso es una multitud", aseguró la princesa durante la entrevista, que ha sido fruto de una reciente investigación al descubrise que el periodista que la llevó a cabo, Martin Bashir, utilizó documentos falsos para forzar a Diana de Gales a dar su consentimiento.

La princesa dejó muchos titulares y no rehuyó ninguna cuestión, incluyendo un temá tabú como era entonces la salud mental, reconociendo que tuvo depresión posparto: "Te despiertas por la mañana sin ganas de salir de la cama, te sientes incomprendida", aseguró. También afirmó que la Casa Real "no sabía" qué hacer con ella, pues era "la esposa separada del príncipe de Gales, era un problema y punto"

La entrevista tuvo consecuencias inmediatas: la reina escribió una carta a Carlos y Diana en la que les aconsejaba que iniciaran los trámites para el divorcio, que culminó en agosto de 1996. La princesa no quería el divorcio, como aseguró a la BBC, ya que temía perder con ello la custodia de sus hijos. Sin embargo, la entrevista aumentó notablemente la popularidad de Diana, que se ganó el apodo de 'princesa del pueblo' que siempre le acompañaría.

El lado amargo fue el incremento de la presión de los 'paparazzi', que multiplicaron la persecución sobre Diana de Gales, especialmente tras conocerse su relación con Dodi Al-Fayed, heredero del multimillonario egipcio Mohamed Al-Fayed.

Diana supo también aprovechar la atención mediática para dar publicidad a las causas que apoyaba, como la batalla contra las minas terrestres, a cuya prohibición internacional contribuyó con visitas a Angola o Bosnia Herzegovina.

Huyendo de los fotógrafos, el coche en el que viajaban Diana de Gales y Dodi Al-Fayed se estrelló a gran velocidad en un túnel de París el 31 de agosto de 1997, un siniestro en el que, además de la pareja, falleció el conductor del vehículo.

Fue el final para una mujer que se rebeló contra la rigidez que le había impuesto la realeza británica y se convirtió, por ello, en un ejemplo para millones de personas en todo el mundo. "Hago las cosas diferentes porque no sigo las tradiciones. Me guío por el corazón, no por la cabeza", afirmó en la polémica entrevista a la BBC.

Una declaración de intenciones que resume el enorme cambio que protagonizó Diana desde aquella tímida princesa de cuento de hadas hasta la mujer fuerte que hizo temblar con sus decisiones y sus palabras los cimientos de Bukingham Palace.