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Los cazadores-recolectores de la Edad de Piedra podrían haber intercambiado colgantes de la amistad

  • Los investigadores han descubierto que rompían anillos de pizarra para simbolizar conexiones duraderas
  • Es el hallazgo de un nuevo estudio de la Universidad de Helsinki y la Universidad de Turku

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Anillos ornamentales de la Edad de Piedra formados por dos fragmentos diferentes
Anillos ornamentales de la Edad de Piedra formados por dos fragmentos diferentes

Los cazadores-recolectores de la Edad de Piedra podrían haber intercambiado colgantes de la amistad prehistóricos para simbolizar una conexión duradera, según un nuevo estudio de un grupo de investigación de la Universidad de Helsinki y la Universidad de Turku publicado en el Journal of Archaeological Method and Theory.

El hallazgo se ha realizado tras descubrir que los anillos de pizarra rotos con los que estaban fabricados habían sido fragmentados intencionadamente para crear colgantes, es decir, que no se rompieron naturalmente tras ser enterrados, como creía hasta ahora.

Para probar dicha intencionalidad, los investigadores compararon las piezas y las hicieron coincidir, analizaron su composición geoquímica y buscaron rastros de uso. Así, observaron que algunos de los anillos que pertenecían al mismo colgante se habían trabajado con mayor precisión, demostrando así quizás las distintas preferencias personales.

Una forma de mantener la conexión entre los vivos y los muertos

De acuerdo con la autora principal del estudio, la arqueóloga Marja Ahola, los colgantes podrían haber sido también "una forma de mantener la conexión entre los vivos y los muertos". El motivo de esta sospecha es que se encontraron dos fragmentos de un mismo adorno en lugares diferentes: el primero en un asentamiento de la Edad de Piedra y el otro en un sitio de entierro cercano.

Una gran cantidad de estas piezas se encontraron en "ubicaciones extensas y centrales" en el noreste de Europa, lo que sugiere una gran red de intercambio, según el comunicado de la institución. Según los investigadores, durante el cuarto milenio antes de Cristo, "existía un sistema intensivo de circulación de artefactos".

Asimismo, un análisis de fluorescencia de rayos X (XRF) señaló que algunos de los adornos se originaron en el lago Onega en Rusia y fueron transportados a Finlandia. La variación en la composición química de los objetos también confirman esa hipótesis, pues indican que probablemente se produjeron en varios lotes, en diferentes lugares y por varios fabricantes.

Es posible, incluso, que algunas de las piezas se rompiesen para realizar trueques o actividades rituales.