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El sueño electoral en Libia, una partida de ajedrez fallida: "Se han presentado los mismos que nos hacen vivir con miedo"

  • La república africana no levanta cabeza desde que en 2011 fue derrocado el dictador Muamar el Gaddafi
  • Se cumplen 5 años del acuerdo de cooperación entre la UE y Libia para contener la inmigración ilegal

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Varios niños sostienen banderas libias en Trípoli un día antes del décimo aniversario del levantamiento contra Gadafi
Varios niños sostienen banderas libias en Trípoli un día antes del décimo aniversario del levantamiento contra Gadafi

Libia se resiste a pasar de página. La población se encuentra en una encrucijada imposible, donde confluyen las luchas intestinas entre bandos rivales, intereses internacionales, innumerables milicias y armas por doquier. Al país norteafricano se le atragantó el intento de celebrar unas elecciones libres el pasado 24 de diciembre. El escenario actual difumina cualquier atisbo de esperanza de los libios. “Serían bienvenidas unas elecciones que nos trajeran seguridad, pero se han presentado los mismos que nos hacen vivir con miedo”, relata F.M. a RTVE.es una joven de 30 años desde Misurata que prefiere proteger su identidad. La joven asegura que “la sociedad necesita vivir con seguridad. Movernos entre ciudades y no sentir que nuestra vida peligra cada vez que salimos de casa”. En resumen el pueblo libio "necesita seguridad, comida y trabajo".

El país norteafricano lleva enfrascado en luchas fratricidas desde que en el marco de las primaveras árabes, la oposición a Muamar el Gaddafi se alzó contra los años de dictadura contagiada por los acontecimientos de su vecina Túnez. En este caso, la oposición fue duramente reprimida, lo que derivó en una guerra civil, donde la oposición contó con el apoyo de una coalición internacional liderada por la OTAN. Derrotado el dictador, la oposición con apoyo internacional trató de iniciar una transición democrática. Sin embargo, las desavenencias entre las distintas facciones opositoras a Gaddafi entre sí y con los herederos del anterior régimen derivó en una nueva guerra civil que se perpetúa desde el año 2014. Actualmente, el país está dividido en dos, por un lado, el mariscal Jalifa Haftar que controla gran parte del territorio y pese a lanzar varias ofensivas no ha logrado hacerse con el control de la capital Trípoli. Por otro lado, el Gobierno de Unidad Nacional apoyado por Naciones Unidas creado en marzo de 2021, cuyo poder se limita a la capital y sus alrededores. Cuenta con Abdul Hamid Mohammed Dbeiba como primer ministro interino.

Durante el año 2021, las partes consensuaron la celebración de elecciones y el inicio de una nueva etapa de transición, pero finalmente, la Comisión Electoral se vio obligada a suspender los comicios. “Tras consultar los informes técnicos, judiciales y de seguridad, informamos de la imposibilidad de realizar las elecciones en la fecha del 24 de diciembre de 2021”, anunció Imad el Sayeh, presidente de la Alta Comisión Electoral Nacional (HNEC). El principal escollo ha sido la imposibilidad de anunciar a los candidatos, ya que presentaban dudas legales sobre las condiciones exigidas para postularse.

“Queremos votar, yo habría votado seguro. No sé a quién, pero necesitamos dar este primer paso”, reclama la joven F.M. por teléfono. De hecho, el pueblo libio había expresado su deseo de elegir el nuevo rumbo del país y “en mi familia nos registramos en noviembre para votar, yo conozco a mucha gente que quería participar”, añade. La Alta Comisión Electoral pidió un aplazamiento de un mes, sin embargo, hasta el momento no ha vuelto a fijar una nueva fecha, lo cual pone en un serio aprieto el proceso de paz patrocinado por la ONU como solución a una década de guerras.

Queremos votar. Yo habría votado seguro, no se a quién, pero necesitamos dar este primer paso

Libia atraviesa una lucha por el poder. “Hay varios actores que no se ven participando en unas elecciones sin conseguir una victoria que no les permita tener el control y en este sentido hay candidatos que tienen una gran responsabilidad de este bloqueo”, explica Barah Mikail, experto y profesor de la Universidad de Saint Louis en Madrid. Los expertos coinciden en que el proceso ha sido muy precipitado. El 15 de marzo, el Foro de Diálogo Político Libio reunido en Ginebra bajo los auspicios de la ONU le encargó a Dbeiba "reunificar las instituciones del Estado y garantizar la seguridad" hasta las elecciones nacionales que preveían para el pasado mes de diciembre.

Candidatos acusados de crímenes de lesa humanidad

“Desde marzo a diciembre es poco tiempo. Ha sido un proceso muy acelerado y hemos tenido problemas sobre las condiciones constitucionales. Se nos olvida que Libia viene de una tradición de dictadura, de autoritarismo y, obviamente, existe el temor a volver a caer en otra dictadura", argumenta el director del Sadeq Institute, centro de investigación especializado en asuntos libios, Anas el Gomati. En este sentido, coinciden las organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, que han denunciado las amenazas de grupos armados a la comisión electoral. “Las llamadas Fuerzas Armadas Árabes que estaban siendo lideradas por Haftar detuvieron a mucha gente, sencillamente porque estaban apoyando a uno de los candidatos en su zona de poder”, asegura Alfonso López Borgoñoz, coordinador del equipo sobre el Norte de África de Amnistía Internacional en España.

A las elecciones se presentaron 96 candidaturas y fueron rechazadas 25. Entre los nombres más controvertidos destacan Saif al Islam, el hijo del exdictador Muamar al Gadafi, está en búsqueda por la Corte Penal Internacional acusado de crímenes de lesa humanidad, acusación que también se extiende al mariscal Jalifa Hafter, quien había sido el jefe del autodenominado Ejército Nacional Libio (LNA). Otro candidato controvertido es el primer ministro interino, Debaibah, cuyo mandato debía limitarse a preparar el proceso electoral. Al postularse incumple con uno de los requisitos principales de gobierno de transición: abandonar el cargo tres meses antes de la consulta. “Quiere aprovechar su popularidad por sus medidas financieras, su recorrido en el año 2021 y su imagen de persona de consenso para participar en estas elecciones”, aclara Mikail.

“Los tres tienen, posiblemente, que rendir cuentas por haber tenido algún tipo de responsabilidad en la comisión de crímenes de lesa humanidad", recuerda el portavoz de Amnistía Internacional. Teniendo en cuenta sus antecedentes, López Borgoñoz considera que es muy grave "pensar que estas personas puedan alcanzar, basándose en este proceso electoral, el mando en la República Libia". Pero en esta lista de candidatos hay más nombres que generan dudas como un exministro del Interior, el actual presidente del Parlamento o el presidente del Alto Consejo Supremo del Estado.

Un infierno para las personas migrantes

La inestabilidad se cronifica y Libia se ha convertido en un Estado fallido. Una situación que en la última década se ha traducido en desplazados, masacres, asesinatos sistemáticos y violaciones en masas. Esta semana se cumplen cinco años desde el acuerdo de cooperación entre la Unión Europea y con las autoridades libias para interceptar a las personas migrantes y refugiadas que tratan de cruzar el Mediterráneo. Durante este periodo se calcula que un total de 82.000 personas han sido devueltas a las costas africanas. Vuelven al infierno del que huyeron donde han vivido, según las organizaciones internacionales, torturas, extorsión, esclavitud y abusos.

“Nunca sabremos cuántas personas han desaparecido en Libia y nunca lo llegaremos a saber. No solo es un horror que Europa parece ignorar, el problema es que con dinero europeo, con nuestros impuestos, muchas personas están siendo recluidas en centros con la más total impunidad y bajo ningún tipo de supervisión”, asegura el portavoz de Amnistía Internacional. El Estado fallido se está convirtiendo en un muro para bloquear el flujo migratorio irregular.

Nunca sabremos cuantas personas han desaparecido en Libia y nunca lo llegaremos a saber

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados también ha expresado su preocupación tras varias operaciones a gran escala llevadas a cabo por las autoridades libias en las que se han producido detenciones y redadas en zonas donde viven migrantes y solicitantes de asilo. Amnistía Internacional denuncia que ante esta alarmante situación, la UE está siendo completamente pasiva: "A la hora ejecutar sus acuerdos internacionales, obviando que está obligada a implementar la cláusula de respeto a los derechos humanos, en este caso de las personas migrantes retenidas en estos países, a cambio de fuertes sumas de dinero”. Lamentan que Libia se haya convertido en uno de los principales muros que la Unión Europa, sobre todo Italia, ha levantado en África para contener los movimientos de población.

El papel de la comunidad internacional

La comunidad internacional no tiene una postura unánime en la partida de ajedrez que se juega en Libia. El Gobierno de Unidad Nacional sostenido por la ONU cuenta con el apoyo de Turquía y Qatar. Mientras que Estados Unidos, Francia, Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos apoyan a Jalifa Haftar.

La comunidad internacional, coinciden los analistas, quiere forzar las elecciones a toda costa sin contar con unas instituciones sólidas que funcionen. “No solo unas elecciones van a solucionar los problemas de Libia. Igual hay que plantear unos comicios parlamentarios, que son más prioritarios antes de los presidenciales”, reflexiona profesor de la Universidad de Saint Louis en Madrid.

Por su parte, el analista libio considera que la ONU, y particularmente la Unión Europea, podrían aplicar sanciones como ya hicieron antes: “En 2015 eliminaron las sanciones. La Unión Europea las quitó sin explicaciones y este es el problema. Los países que tienen influencia y la capacidad de obligar el cambio no hacen nada”, aclara el Gomati.

La ONU impone sanciones económicas a Libia.

Finalmente, en lo tocante a la Unión Europea, si bien la institución tiene una postura clara en el sentido de apoyar al proceso electoral y al gobierno auspiciados por Naciones Unidas, algunos Estados miembro divergen de la posición común, como es el que caso de Francia, que apoya claramente al mariscal Haftar, quien a su vez apoya el control efectivo sobre la mayor parte de los recursos económicos del país. Italia, en cambio, apuesta por el Gobierno de Unidad Nacional que ayuda a frenar la inmigración irregular.

Mientras tanto, Libia, sin elecciones a la vista desde que los anteriores comicios fueran suspendidos por la Comisión Electoral, sigue siendo un Estado fallido, cuyo pueblo exhala las últimas bocanadas de esperanza para una reconstrucción que no llega. Insten que solo quieren poder pasear sin sentir miedo. “Ya no tenemos fuerza para comenzar de nuevo”, concluye F.M..