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Voluntariado

Voluntariado, una labor indispensable para colectivos sociosanitarios

  • En Almansa trasladan y acompañan a personas con daño cerebral
  • Un vínculo solidario que cambia vidas, más necesario aún en tiempos de coronavirus

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Voluntarios en ADACE, Albacete

Para las personas en situación vulnerable por discapacidad o una patología crónica es crucial el apoyo desinteresado de voluntarios para que puedan acceder a tratamientos o realizar actividades diarias. Lo saben bien quienes sufren lesiones cerebrales causadas por un traumatismo, un ictus, falta de oxígeno, infección o un tumor.

Más del 80% de los afectados tienen dependencia y en su proceso de recuperación necesitan una atención especializada que prestan organizaciones como la Asociación de Daño Cerebral Sobrevenido (ADACE) en Castilla-La Mancha, junto a su voluntariado. Esta labor solidaria cubre una función que muchas familias no pueden proporcionar, por falta de medios. Los usuarios de ADACE y las personas voluntarias que les acompañan establecen un vínculo potente y enriquecedor que se vio interrumpido por la pandemia y ahora se intenta recuperar.

Ser voluntarios, un nuevo propósito vital

El voluntariado del que se nutre ADACE está compuesto de forma mayoritaria por personas jubiladas, con disponibilidad y ganas de prestar un servicio a los demás. Es el caso de Oswaldo Pardo, profesional dedicado a la pintura de interiores durante muchos años, que ahora desplaza en una furgoneta adaptada a las personas con daño cerebral de Almansa para llevarles a terapia. No conocía la asociación, pero supo que necesitaban ayuda y pensó que podría encajar: tanto, que ha encontrado un nuevo propósito vital. Asegura que esta nueva actividad le llena de tal modo que "no sabría pasar sin ella, porque resulta muy gratificante".

Un día a la semana va a recoger a sus casas a los afectados, los lleva a la asociación y luego de vuelta al domicilio. Traslada a unas 6 personas la jornada que le toca, a veces incluso más, y reconoce que está esperando este día con ansia. Considera que ellos pueden aportar confianza a los usuarios de ADACE, "y acabamos sintiéndonos como una familia, con ellos y los trabajadores de la asociación".

No sabría pasar sin ella, porque resulta muy gratificante

Una experiencia similar es la que vive Jesús Zornoza, propietario de un bar antes de la jubilación y muy acostumbrado al contacto humano. Esas habilidades sociales le sirven ahora para relacionarse mejor con las personas con daño cerebral que traslada a ADACE. "En el recorrido que hacemos les suelo preguntar cómo se encuentran, si han notado algún avance, y comentamos las pequeñas cuestiones cotidianas. Me permite de nuevo estar en relación con la gente, y eso es algo que echaba de menos cuando dejé de trabajar", asegura. Zornoza apunta que la crisis de la COVID, el confinamiento y las restricciones sanitarias les obligaron a dejar temporalmente esta ayuda desinteresada, pero ahora que ha pasado lo peor y a pesar de las vacunas, no todos han reanudado la actividad.

Reaprender a vivir tras el daño cerebral

En toda España hay cerca de 500.000 personas con daño cerebral sobrevenido, unas 20.000 en Castilla-La Mancha. En torno a un 30% son menores de 64 años, como Juan, al que un ictus le cambió la vida. "Al principio no sabía ni quién era, y he tenido que reaprender todo: cómo vestirme, caminar, incluso hablar. Ahora vuelvo a ser casi independiente, vuelvo a andar, me hago la comida, voy a la compra, y los voluntarios me han ayudado a sentirme seguro", señala.

Al principio no sabía ni quién era, y he tenido que reaprender todo

Para él, ese apoyo generoso ha supuesto un respaldo emocional muy importante, igual que le ha sucedido a Charo. Una caída en casa hace un año le provocó un golpe en la cabeza y terminó en coma un mes y medio. La rehabilitación ha sido desde entonces un largo camino en el que los voluntarios la han ayudado a "sentir que podía volver a ser yo, y por eso les voy a estar siempre agradecida".

Se conocen más las causas del daño cerebral que las consecuencias, en las que se suman dificultades de movilidad, trastornos de la comunicación, cognitivos o conductuales. Este tipo de discapacidad es creciente, afecta a personas a edades cada vez más tempranas y merma notablemente las oportunidades de formación, empleo y la propia autonomía personal.

Se necesitan más voluntarios tras el impacto de la covid

Por eso hay voluntarios que se ocupan también de acompañar a personas con daño cerebral que no tienen respaldo familiar. Su labor se centra en esos casos en mitigar la soledad, asistirlos en trámites del día a día, ayudarles en los talleres o incluso viajar con ellos en las vacaciones. Son una decena los que colaboran con la delegación de ADACE en Almansa , coordinados por Isabel Fuentes. "Realmente hacen un papel extraordinario, porque de otra manera nuestros usuarios no podrían venir siquiera a tratarse", afirma.

La atención presencial es decisiva para la recuperación de capacidades en los casos de daño cerebral, "sobre todo en los dos años posteriores al ictus o patología causante", y en esa fase la mejoría es clara. En la sede de la asociación acuden a logopedia, fisioterapia y actividades de refuerzo cognitivo que durante el confinamiento tuvieron que ser virtuales: algo que no consigue los mismos resultados que la asistencia presencial y que han acusado los pacientes.

Otro de los efectos de la COVID es que están llegando hasta ADACE personas con secuelas neurológicas y problemas de memoria causadas por el coronavirus: un nuevo grupo de usuarios derivados desde los hospitales, que amplía el radio de acción de asociaciones como esta. Fuentes insiste en que "hacen falta más voluntarios para desarrollar toda esa tarea, que no deja de crecer, y sería bueno que se animasen personas más jóvenes, porque la experiencia es muy enriquecedora".

ADACE cuenta con 9 centros de atención directa en la región, ubicados en las 5 capitales de provincia, Talavera de la Reina, Alcázar de San Juan, Puertollano, en los que atienden a 480 personas afectadas, para promover su autonomía e inclusión. Un esfuerzo que no sería posible sin el voluntariado, que comparte lo más valioso: su tiempo y humanidad.