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Grecia

El papa Francisco vuelve a poner Lesbos en el mapa para dar "dignidad" a los refugiados

  • Es la segunda vez en cinco años que el pontífice argentino visita la isla griega
  • El papa no ahorra en críticas a la Unión Europea, que, según dice, mira para otro lado

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El papa clama en Lesbos contra el drama de la inmigración en el Mediterráneo

El papa Francisco ha vuelto a Lesbos, Grecia, en su segunda visita a la isla en 5 años. En 2016, en plena crisis de refugiados, este papa, que nos tiene acostumbrados a predicar con el ejemplo, se trajo consigo de regreso a Italia varias familias de inmigrantes que hoy están perfectamente integradas en el país.

Eran los tiempos de Moria, el mayor campo de refugiados de Europa. Allí llegaron a estar censadas más de 21.000 personas de 56 nacionalidades distintas. Llegaban por barco desde la vecina Turquía día sí, día también.

En 2020 un incendio acabó con las instalaciones, y el gobierno griego se vio obligado a acomodarlos en un nuevo campo, Mavrouni.La mayoría de los habitantes de Moria fueron trasladados a la península.

Actualmente, en Mavrouni apenas suman 3.000. Mientras, Moria es hoy un gran descampado, en las laderas antes pobladas de tiendas de campaña y colchones improvisados, ha vuelto a crecer la hierba.

El papa visitará el nuevo campo de refugiados de Lesbos

Vallas, muchas vallas

Acompañamos a Jacob, un joven refugiado, al viejo emplazamiento porque esta fue la primera tierra europea que pisó. Junto a sus padres, ambos dentistas, y su hermano, huyeron de Turkmenistán en 2019. "Poco se conoce de mi país", nos cuenta. "Es casi como Corea del Norte, es decir, un régimen represivo basado en el culto a la persona, la persona del tirano que gobierna con mano de hierro", añade.

Lo primero que vio fueron vallas, muchas vallas. "No habíamos hecho nada malo y sin embargo parecíamos gánsteres, y Moria, una cárcel. Vivir allí era sobrevivir".

Recuerda hacer colas de dos horas para darse una ducha de agua fría y colas para conseguir una ración de comida que siempre resultaba escasa.

Peleas cada noche, robos y abusos

Hadi también lo sabe bien. Él lleva más tiempo en Lesbos, desde 2016. Huyó de Irán cruzando montañas para llegar a Turquía y de ahí a Lesbos. En Moria, recuerda, había peleas cada noche, robos, abusos. La policía miraba para otro lado. Cuando el campo se quemó decidió que no habría más 'Morias'.

Buscó trabajo de cocinero en Lesbos, aun si papeles, y hoy colabora con una ONG vasca, Zaporeak, que reparte comidas a los ocupantes de Mavrouni. Vive de alquiler fuera del campo de refugiados, arriesgándose siempre a una inspección que le devuelva a las instalaciones.

Junto a él también nos encontramos a dos mujeres afganas, Negar y Nodi. Vinieron con sus maridos y sus hijos, tres cada una. Quieren que contemos su historia y nos lo agradecen de antemano.

Segunda visita del pontífice argentino a Lesbos (Grecia)

Negar tiene un hijo parapléjico. Nos enseña en un móvil las marcas de su último intento de suicidio. "Esta no es vida para él y al final han aflorado problemas psicológicos". Eso es muy común entre los refugiados de Lesbos. Su sueño es llegar a vivir en Francia algún día.

Ella y Nodi pasaron de Moria a Mavrouni. "Aquí ya no hay tantas peleas", nos cuentan. Claro que la población se ha reducido muchísimo, pero las carencias son las mismas. Además, los refugiados no son libres de circular por la isla. Sólo puede salir un miembro de la familia una vez por semana. Ellas, como trabajan en una ONG se mueven con más libertad y están aquí para contarlo y que lo contemos.

Aún no tienen concedido el derecho de asilo, tampoco el cocinero, Hadi.

Jacob sí, y se considera un afortunado por ello; le acaban de autorizar los papeles, aunque aún no tiene en sus manos el tan deseado pasaporte. Quiere ir a España, por eso estudia el idioma, y matricularse en derecho.

Críticas a la Unión Europea del pontífice

Lesbos ya no es lo que fue. Los barcos de migrantes apenas arriban, los interceptan en el mar y los devuelven "en caliente".

Según nos cuentan las ONG que trabajan allí, este año han intentado salir de Turquía 4.000 personas, sólo un centenar ha conseguido llegar a la isla de Lesbos.

El viaje del Papa a Grecia ha vuelto aponer a Lesbos en el mapa. Francisco siente que tiene una misión, dice. Quiere darles dignidad pese a que algunos quieran ignorarlos.

Y no ahorra en críticas a la Unión Europea, que mira para otro lado, o a los "egoísmos nacionalistas" de algunos países. Prometió tocar heridas en este viaje, “no puedo quedarme callado”. Y ha cumplido.