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Medio ambiente

Detectan altos niveles de mercurio en los pingüinos de la Antártida

  • Un estudio de la Universidad de Murcia ha descubierto altos niveles que no llegan a ser tóxicos
  • El metal está presente en los pingüinos barbijo que habitan en la isla Rey Jorge

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Pingüinos en la nieve
La investigación de la Universidad de Murcia comenzó en el año 2005

Los pingüinos de la Antártida registran altos niveles de mercurio sin llegar a ser tóxicos, según un estudio de la Universidad de Murcia recogido en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health.

Miguel Motas, investigador de la UMU, asegura que los niveles más altos de este metal se encuentran en los pingüinos barbijo que viven en la isla Rey Jorge. La situación geográfica es fundamental en el estudio, pues se encuentran más cerca de América donde hay mayor contacto con "fuentes antropogénicas". Aun así, cabe destacar que la presencia de altos niveles de mercurio en pingüinos no es tóxica.

Las regiones polares han sido identificadas como potenciales sumideros de mercurio procedentes de corrientes atmosféricas y oceánicas que transportan el mercurio a lo largo de toda la Tierra.

La alteración del hielo que se está produciendo en algunas zonas del continente deja en evidencia la crisis climática que afronta el planeta mientras altera la emisión de mercurio y los impactos que supone para la flora y fauna.

Aves marinas, perjudicadas por el mercurio

Las aves marinas sufren las consecuencias de este metal. Estas especies longevas que habitan en la cima de las cadenas alimentarias son muy sensibles a la emisión de mercurio que va aumentando su nivel de toxicidad gradualmente según avanza la cadena alimentaria.

La forma que tiene el mercurio de entrar en la cadena alimentaria empieza en el krill, un pequeño crustáceo imprescindible en la cadena nutricional de los ecosistemas antárticos. Todos los animales dependen de él, por lo que cualquier alteración que sufra en su componente genético afecta al resto de la cadena alimentaria.

Detalles del estudio

La investigación arrancó en 2005/2006 con la toma de la muestra para la campaña antártica que continuó el año siguiente. La primera medición de mercurio tuvo lugar de manos de los investigadores que participaron en la Estación Experimental de Zonas Áridas llevado a cabo por el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC y por la UMU. Los resultados obtenidos apuntaron que, en los años citados, ya había altos niveles de mercurio en un área geográfica con amplias dimensiones dentro de la Antártida.

Los metales pesados se han ido almacenando en el hielo

Miguel Motas reconoce que el serio problema que hay actualmente con el mercurio está influenciado negativamente por el calentamiento global y el derretimiento de las regiones polares. El deshielo de los casquetes polares y las temperaturas cada vez más extremas del planeta agravan la emisión de este metal.

El mercurio sigue acumulándose en el hielo antártico desde la Revolución Industrial, pero actualmente lo hace a un ritmo y cantidades inusuales que ponen en un nivel alto de peligro a los seres vivos que viven en la Antártida. Este metal se desplaza a través de las corrientes atmosféricas y está contaminando partes del planeta que no sufrían esta situación.

Aunque en los citados años no hemos encontrado niveles indicadores de intoxicación, se trata de un indicador de alta contaminación en una zona virgen

Para que las muestras utilizadas en el estudio sean útiles, los investigadores analizaron las plumas de los pingüinos por ser ricas en el azufre que contiene la queratina que, a su vez, une rápidamente los metales al cuerpo del animal. Además, estos seres vivos que se encuentran en la parte alta de la cadena alimentaria son muy buenos biomonitores del metal, motivo que desvela el estado de contaminación de la zona estudiada.