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Terremoto en Haití

Haití, una semana después del terremoto que ha dejado más de 12.000 heridos y 300 desaparecidos

  • Hay 12.000 heridos, algunos muy graves, por lo que puede aumentar la cifra de muertos
  • Continúan las labores de rescate, aunque hay dificultades para hacer llegar la ayuda humanitaria

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Desesperación entre los haitianos que esperan comida y agua potable, tras una semana sin comer

Cuando se cumple una semana del terremoto de Haití la cifra de fallecidos, que ha superado ya los dos mil muertos, sigue siendo provisional. En la isla todavía hay más de trescientos desaparecidos y doce mil heridos, muchos de ellos graves, lo que podría aumentar todavía el balance definitivo.

Haití es el país más pobre de América Latina. Su capital, Puerto Príncipe y una parte importante de la isla, quedó arrasada en 2010 por uno de los terremotos más devastadores de su historia. Entonces murieron más de doscientas mil personas.

El seísmo de hace once años apenas se hizo notar en el sur, que contrariamente en esta ocasión ha sufrido toda la fuerza de la sacudida. El epicentro se originó al sur de la isla y los mayores daños los provocó a unos treinta kilómetros. En ese perímetro se sitúan ciudades como Los Cayos, una zona turística muy golpeada por la catástrofe.

Problemas para llevar la ayuda humanitaria

Para llegar al lugar cruzamos la frontera que separa la isla La Española en dos mitades. En la parte de la República Dominicana nos advierten del peligro que entraña transitar sus carreteras en coche, ya que en la zona operan más de cuatro organizaciones criminales que secuestran a la gente para sacar dinero con la negociación de sus rescates.

Estas bandas son un problema para la llegada por tierra de la ayuda humanitaria. Por eso, la ONU pidió negociar con ellos un corredor para evitar que robaran las provisiones. Aunque parece que ese "pacto" se está respetando, estos criminales no son el único problema.

El hambre que hay en Haití estaba mucho antes del terremoto y algunos aprovechan el tránsito de esta ayuda por carretera para conseguir comida. A unos treinta kilómetros de distancia de la zona cero, nos encontramos con un camión cargado de alimentos. Le bloquean el paso decenas de personas que cargan con palos y grandes piedras, que han cogido de los desprendimientos provocados por el terremoto, y le exigen al camionero vaciar la carga.

Seguimos avanzando y a pocos kilómetros de distancia nos encontramos con una segunda barrera similar en la que se encuentra medio centenar de personas, están preparados para interceptar cualquier ayuda.

Siguen las labores de rescate

Han pasado dos días desde la sacudida y llegamos a los Cayos. Es de noche y las excavadoras todavía siguen trabajando para rescatar a desaparecidos. En una escombrera donde hay una pala, un grupo de personas sigue las labores de los servicios de emergencia.

Nos cuentan que antes del seísmo había un edificio de apartamentos donde residían unas cuarenta personas. De aquí han recuperado quince cadáveres y acaban de localizar el punto donde se encuentra uno más. El olor a muerte es perceptible incluso con la mascarilla. Una hora después los bomberos y militares retiran el cuerpo si un vida de un niño de unos siete años.

Recorremos la ciudad y en una primera impresión, aunque hay varios edificios que han quedado completamente reducidos a añicos, la devastación no parece tan grande. Muchas viviendas que siguen en pie aparentan estar en buen estado, pero a medida que entramos en varias casas comprobamos la magnitud real; los muros y paredes interiores no han resistido al seísmo.

Puerta por puerta llegamos al hogar de Marie, está embarazada de ocho meses y nos sobrecoge su historia; en el seísmo ha muerto su otro hijo de siete años. "Trataba de escapar de la casa cuando empezó a moverse todo y se le cayó un bloque de la vivienda encima", nos cuenta su madre que no puede evitar el llanto.

En el hospital principal de los Cayos no llegan las camas para todos y muchos heridos tienen que ser atendidos en el suelo. El doctor Pierre nos cuenta que el 80% de los ingresados están allí por el terremoto. Cevián se recupera de sus heridas y comparte la camilla con su bebé. El pequeño salió ileso pero la familia se quedó sin casa y no tiene donde dejarlo, así que utiliza el hospital como resguardo.

Los que todavía conservan alguna pared de su vivienda han montado lonas en las fachadas de las casas y duermen en la calle a la intemperie; tienen miedo de que las constantes réplicas, algunas muy fuertes, acaben de tirar con lo que ha quedado en pie.

La tormenta tropical Grace ahonda los problemas

Algunos de los afectados que se han quedado sin nada deciden improvisar un campamento en un campo de fútbol de los Cayos. Pero su pesadilla no ha terminado y la tormenta tropical Grace, acaba por arrasarles también el refugio.

"La lluvia y el viento ha tirado lo que habíamos construido", nos cuenta una señora sentada en una silla en medio del barrizal. Se ha resignado a la idea de que lo ha perdido todo.

Mientras muchos niños inconscientes totalmente de su situación siguen jugando y riendo por el campo de fútbol, pero nos sobrecoge la actitud de uno de ellos. Tendrá unos catorce años y está apoyado en una vara de bambú a punto de llorar. Basta con mirar sus gestos para saber que en sus expresiones se mezcla la indignación, la desesperación y la profunda tristeza.

Antes del terremoto, la mayoría de los haitianos de esta zona vivían en la miseria y ahora se han quedado sin nada: no tienen casa, ni comida, ni agua, ni ropa...

Ayuda internacional para la recuperación

Reconstruir los lugares afectados por el terremoto no será fácil. Haití está prácticamente en la bancarrota y necesitará de ayuda internacional. Un grupo de arquitectos e ingenieros españoles sobrevuela con drones lo devastado por el seísmo, están haciendo una valoración de los daños. Trabajan en un proyecto del gobierno isleño financiado por el Banco Mundial.

"Esa catástrofe natural realmente lo que es, es una catástrofe de la arquitectura, la ingeniería y de la pobreza", nos cuenta Patxi Gastaminza, uno de los arquitectos.

Las imágenes que están tomando servirán, no solo para conocer la magnitud de los daños, sino también para calcular la inversión que supondrá la reparación. "Se trata de construir edificios públicos más modernos, anti seísmos para garantizar la vida de los ciudadanos", afirma Michael Merisier, coordinador de este proyecto de la DGPC.

Pero mientras la isla no cuente con otro tipo de edificaciones los haitianos seguirán en riesgo alto de sufrir terremotos y tendrán que vivir de donaciones. Pero no pueden quedarse esperando una ayuda que no siempre llega y tienen que seguir buscándose la vida.

Por eso entre los escombros de la catástrofe, Civile trata de serrar un trozo de hierro de una columna destrozada. "No sé lo que me van a dar por esto, pero lo que me den", nos cuenta este músico que se ha quedado sin casa y que no tiene trabajo. Como él, decenas de personas rebuscan entre las piedras, cualquier cosa: ropa, libros... aunque el beneficio de la venta sea ínfimo, es mucho más de lo que tienen ahora mismo.