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Coronavirus

El presidente alemán condena el amago de "toma" ultraderechista del Reichstag

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El gobierno alemán condena el intento de asalto del Reichstag tras la manifestación negacionista

El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, ha condenado este domingo el amago de "toma" por parte de unos 200 ultraderechistas del Reichstag, la sede del Parlamento, ocurrido tras la movilización del sábado contra las restricciones por la pandemia que congregó a unas 30.000 personas.

"Las banderas del Reich y las arengas ultraderechistas ante el Parlamento son un ataque intolerable al corazón de nuestra democracia", afirmó Steinmeier, en alusión a la simbología nazi que desplegaron sobre la escalinata del edificio. "Quien esté en desacuerdo con las restricciones o las considere innecesarias puede expresarlo públicamente", añade en su cuenta de Instagram.

"Mi comprensión termina cuando los manifestantes se dejan arrastrar al carro de los enemigos de la democracia y agitadores políticos", advirtió.

La declaración del presidente sigue al estupor causado por las imágenes de militantes radicales portando banderas del antiguo Reich ante la sede del Bundestag (Parlamento federal).

Condena de numerosos dirigentes alemanes

"El edificio del Reichstag es el centro de nuestra democracia. Es intolerable que lo usen extremistas y caóticos para sus fines", apuntó el ministro del Interior, el conservador Horst Seehofer. La ministra de Justicia, Christina Lambrecht, ha hecho un llamamiento a "defenderse contra estos enemigos de nuesra democacia".

"Es una vergüenza ver banderas del Reich ante nuestro Parlamento", declaró el titular de Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas. Si se quiere defender el derecho a la protesta, "nadie debería ir tan lejos como para desfilar detrás de los extremistas de derecha", agregó. La intención de "tomar" la sede parlamentaria había sido anunciada en las redes sociales días antes de la manifestación.

La alcaldía de Berlín intentó prohibir la manifestación el sábado, argumentando que era imposible hacer cumplir las distancias de seguridad dada la cantidad de personas anunciadas y su determinación. Pero la justicia, presionada por los organizadores, finalmente autorizó la marcha, cuyo objeto era denunciar la obligatoriedad de las mascarillas o las distancias de seguridad, percibidas como un atentado a las libertades.

El Reichstag, un lugar cargado de historia

La policía desplegó 3.000 agentes para este sábado, en que se habían convocado un centenar de actos de diversa índole. El Reichstag fue acordonado, pero en el momento de producirse los incidentes apenas había tres agentes para contener a los ultras. El grupo logró rebasar el cerco de las vallas y posar en la escalinata.

Estas convocatorias están secundadas por ciudadanos que consideran vulnerada su libertad de movimientos, asociaciones esotéricas y grupos diversos, además de reconocidos negacionistas del Holocausto y la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), única fuerza parlamentaria que apoya estas protestas.

El Reichstag, donde los diputados alemanes se reúnen en sesión plenaria, tiene un fuerte papel simbólico en Alemania. El edificio y su famosa cúpula fueron incendiados en 1933 por los nazis, en un acto que se consideraba destinado a poner de rodillas lo que quedaba de la democracia alemana del período de entreguerras.

Apoyo a Putin y gritos contra Merkel

La gran marcha, con 18.000 asistentes, fue disuelta por la policía, por no respetarse las medidas de distanciamiento, a lo que siguió otra concentración de más de 30.000 personas. Los incidentes más graves se produjeron ante la embajada de Rusia, donde se concentraron unos 2.000 radicales, algunos de los cuales siguieron hacia el Reichstag.

El núcleo de las concentraciones de ultraderechistas lo formaban seguidores del movimiento "identitario" de los Reichburger ("Ciudadanos del Reich"), que no reconocen a la República Federal de Alemania (RFA) y rechazan su orden jurídico. Entre gritos de apoyo al presidente de Rusia, Vladímir Putin, y consignas y carteles hostiles a la canciller alemana, Angela Merkel, hubo lanzamientos de botellas y piedras contra los antidisturbios.

En el grupo se mezclaron asimismo defensores de teorías de la conspiración, como el cocinero vegano germano-turco Attila Hildmann, máxima figura de estos movimientos, que acabó siendo uno de los 300 detenidos. La presencia de elementos ultraderechistas se ha hecho muy visible en sucesivas convocatorias que se han desarrollado desde julio en distintas partes de Alemania contra las restricciones.