Enlaces accesibilidad
Coronavirus

Cinco cosas positivas que nos puede dejar la pandemia

Por
Cinco cosas positivas que puede dejar la crisis del coronavirus

El efecto de la COVID-19 pasará a la historia, supondrá un antes y un después. Pero, dentro de los cambios estructurales y sociales que va a representar, se pueden sacar algunos aspectos positivos, tanto de la propia pandemia como del periodo de confinamiento.

1. Descenso de la contaminación

Las carreteras y las calles presentan estos días una imagen muy poco habitual, digna de una serie o película distópica: circulación prácticamente testimonial y muy poca gente por la calle. Además de la notable reducción del ruido, sobre todo en las ciudades, una de las principales consecuencias es el descenso de la contaminación.

Un estudio de la Universitat Politécnica de Valencia pone las cifras a esta afirmación. De forma general, el dióxido de nitrógeno, uno de los elementos responsables de la contaminación en el aire, ha bajado una media de 53% en toda España.

Por capitales, destaca el 68% de Barcelona, Castellón un 67% y Bilbao un 62%. Otras ciudades muestran también descensos notables, como Alicante con un 58%, Valencia con el 57% o Madrid con un 49%.

El dióxido de nitrógeno es un indicador muy importante de la calidad del aire. Afirman los científicos que altas concentraciones de este gas pueden afectar al sistema respiratorio y agravar algunas patologías.

Los parámetros del estudio son los valores de dióxido de nitrógeno que recoge el satélite 5P de la misión Copernicus de la Agencia Espacial Europea. Los datos recogen el valor de la emisión de toda la columna de atmósfera y por tanto están muy relacionados con las propias emisiones locales en tierra.

Eso sí, desde la Universitat Politècnica los investigadores afirman que, para hacer un estudio más riguroso, habría que tener en cuenta otros elementos como el monóxido de carbono, el dióxido de azufre y otros materiales en forma de partículas presentes en el aire de nuestras ciudades.

Con todo, las cifras que arroja el estudio evidencian una de las consecuencias más evidentes del confinamiento y hacen de las ciudades, estos días, lugares más amables para sus habitantes.

2. El teletrabajo

Las relaciones laborales pueden cambiar, si no lo han hecho ya, después de la pandemia. Estas semanas de confinamiento ha irrumpido con fuerza en muchas empresas el teletrabajo. Y sus ventajas son múltiples.

Las compañías que pueden apostar por el teletrabajo reducen costes, optimizan los recursos y colaboran, entre otras cosas, a reducir la contaminación: ya no hay que desplazarse tanto a un lugar de trabajo determinado. También otorga autonomía al trabajador, que puede, en muchos casos, organizar los horarios a su conveniencia y conciliar mejor la vida laboral con la familiar, buscando obtener el mayor rendimiento.

El teletrabajo, afirma el experto David Blay, permite integrar a personas con movilidad reducida. Y aporta intangibles como el salario emocional: “Si tienes una persona que deja de coger el coche durante tres horas al día, y esas tres horas las puede aprovechar en su casa… con esos condicionantes va a ser difícil que si recibe una oferta, cambie de empresa o se marche. De este modo se retiene el talento”, afirma el periodista.

Según Blay, la cultura empresarial española siempre ha conseguido el éxito profesional a través del esfuerzo presencial y de ahí que, cuando se ha obligado a teletrabajar durante el confinamiento, el 90% de las empresas no han dispuesto de un protocolo adecuado para esa transición.

3. Tiempo de calidad con familia e hijos

Algunos psicólogos y terapeutas plantean por qué no interpretar el confinamiento como una oportunidad con la familia. El tiempo con la pareja y con los hijos es insuficiente en la vorágine diaria y, de repente, muchas personas se han encontrado con semanas enteras de convivencia diaria.

Es, según los expertos, una oportunidad para valorar la estancia en casa como tiempo de calidad, ese que siempre se echa de menos cuando escasea.

No se trata, por tanto, de sustituir las enseñanzas que reciben los pequeños en las escuelas sino de complementarlas a base de experiencias, de vivencias, de compartir recuerdos y actividades.

Sin embargo, no es una tarea sencilla: madres y padres, al trabajo diario gestionado desde casa, la organización de la vivienda, la comida o la ropa añaden ahora mucho tiempo con los niños y las niñas. Son más tareas y más responsabilidades. Es importante, por tanto, que los adultos se cuiden, no renuncien a su tiempo, a sus aficiones, a momentos de relax y que profundicen en los aspectos positivos que pueda generar la convivencia.

Además de intentar no caer en el negativismo, la psicóloga Andrea Ollero insiste en establecer rutinas para los más pequeños: “las rutinas les permiten saber que detrás de una actividad va otra. Eso les proporciona seguridad y confianza. Aunque también es importante implicarles en la planificación de las propias rutinas: si lo hacen, será más exitoso el cumplimiento”. Y por extensión, la dinámica en el hogar.

Es tiempo también, según los psicólogos, de restablecer vínculos familiares perdidos o poco trabajados, con mensajes, llamadas o videollamadas y, añaden, definir el ámbito doméstico como espacio de confort, tranquilidad, descanso y seguridad.

4. Reflexión profunda y solidaridad

La sociedad que salga del estado de alarma será diferente a la que entró. Pero… ¿en qué dirección?

Las previsiones económicas y sociales adelantan una profunda crisis para la cual “conviene estar preparados desde el primer momento”. Así lo recomienda Adela Cortina, catedrática de ética de la Universitat de València, que apunta a la oportunidad del momento para la reflexión, no solo individual sino también colectiva, una interiorización profunda para afrontar un futuro incierto.

La solidaridad es fecunda y rentable para las sociedades

“Hay que cultivar en el presente lo que queremos para el futuro. La sociedad será diferente dependiendo de lo que hagamos desde nuestra libertad. En la crisis está habiendo cierta unión, las personas toman conciencia y se agradecen los esfuerzos de los grupos sociales que trabajan para mantener la salud, la distribución o la seguridad. No hay que olvidar que la solidaridad es fecunda y rentable para las sociedades”, afirma la filósofa.

Estos días, las muestras de solidaridad son constantes y se han establecido incluso como una rutina diaria. Adela Cortina espera que no sean efímeras y que el entusiasmo de algunas iniciativas no se diluya conforme se levante el confinamiento.

Para Cortina, siempre se puede sacar algo positivo de todas las situaciones ,por muy dramáticas que sean. E insiste: “nos tenemos que dar cuenta que el sufrimiento de otros nos importa, nos llega al corazón. Nos importan los otros, no solo nosotros mismos. Ese puede ser un buen punto de partida”.

5. Valoración de la sanidad pública

Quizá la conclusión más relevante de todas las que se pueden extraer de la pandemia: la inversión necesaria en sanidad pública, en ciencia e investigación, pilares del Estado de Bienestar que han sufrido recortes o congelaciones en los últimos años. O una inversión poco adecuada.

600.000 profesionales trabajan en el sistema nacional de salud, cuyas competencias dependen mayoritariamente de los gobiernos regionales y que ha visto reducido su presupuesto en una cifra cercana a los 28.000 millones de euros en la última década, sobre todo en los años de la crisis. España destinó en 2018 el 5,9% de su PIB a la Sanidad Pública, cuando la media europea es de 7,5%.

La sociedad exige ahora que los que hoy son considerados héroes mañana mejoren en sus condiciones laborales y sigan salvando vidas.