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Coronavirus

La flota pesquera sigue amarrada en Cantabria

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La flota pesquera sigue amarrada en Cantabria

La costera del bocarte -anchoa en otras regiones del Cantábrico- sigue demorándose. La pesquería más importante del año desde el punto de vista económico, tanto para los pescadores como para las empresas conserveras, se ha visto severamente afectada por la irrupción del coronavirus. Primero se aplazó quince días, hasta el pasado lunes, pero dada la situación de la pandemia, se ha prolongado una semana más, y no comenzará hasta el día 20, con más de tres semanas de retraso respecto a lo habitual.

La demora en el comienzo de la pesquería no será la única medida que condicione la presencia del coronavirus. Las tripulaciones tendrán que acostumbrarse a convivir con inusuales medidas de seguridad, se reducirán las capturas máximas por día, e incluso se escalonará la llegada de los barcos a puerto para minimizar los riesgos de contagio.

Miguel Fernández, presidente de la Cofradía de Pescadores de Santoña, uno de los puertos más relevantes de todo el Cantábrico, en particular durante la costera del bocarte, señalaba que la decisión del nuevo aplazamiento se tomó “por unanimidad” de todas las cofradías del litoral. Fernández apunta que no habrá más demoras porque “somos sector primario, y además las conserveras tendrán que empezar a trabajar, y debemos proveerlas de materia prima”.

En este sentido hay que señalar que más de 700 personas, en su mayoría mujeres, trabajan en el sector conservero en la elaboración de las anchoas.

Dieciséis pescadores en 24 metros

Es complicado implementar las medidas de seguridad en un barco pesquero. Miden unos 24 metros de media, y la tripulación está compuesta por unos 16 pescadores. No hay espacio físico para mantener los dos metros preceptivos de distancia. Guantes y mascarillas serán los únicos medios posibles para tratar de evitar el contagio. Sí que habrá a bordo termómetros digitales para controlar la temperatura de los tripulantes, y la máxima higiene posible.

Tras la pesca, llega el momento de descargar en puerto, en la lonja. En la de Santoña entran “unas 100 personas”, apunta Miguel Fernández, en unas sillas que “no guardan en absoluto la distancia de seguridad”. Por ello, se limitará al máximo el acceso a la propia lonja. Es imposible eliminarlo, porque los compradores han de ver el pescado, a fin de valorar tamaño y calidad, antes de proceder a la subasta.

Reducir el cupo de capturas diarias es otra de las medidas que se implantarán durante la costera. Se había fijado en 10.000 kilos por día para los barcos grandes, con más de 12 tripulantes, y 8.000 para los pequeños, pero se ha optado por dejarlo en 6.000 y 4.500 kilos respectivamente por día. El objetivo es minimizar así el trasiego del pescado y por tanto de personas en la lonja, y agilizar todos los procesos. Además, se planificará y escalonará la llegada de los barcos a puerto para evitar aglomeraciones. La cuota total de bocarte para España se mantiene en 27 millones de kilos.