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Elecciones generales

El ascenso de Vox equipara la presencia de la extrema derecha en España a la del resto de Europa

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Imagen del encuentro entre Santiago Abascal (d) y Matteo Salvini (i) el pasado septiembre en Roma
Imagen del encuentro entre Santiago Abascal (d) y Matteo Salvini (i) el pasado septiembre en Roma

El ascenso de Vox, que hace un año no tenía apenas representación institucional y tras las últimas elecciones generales se ha convertido en la tercera fuerza en el Congreso de los Diputados, equipara la presencia de la extrema derecha en la política de España a la del resto de Europa, donde las formaciones ultranacionalistas y contrarias a la inmigración ya ocupan espacios de representación relevantes en países como Francia, Alemania e Italia, e incluso son la fuerza dominante en Polonia o Hungría.

El partido que lidera Santiago Abascal, que en las elecciones de abril obtuvo 24 escaños con el 10,27 % de los votos, ha recabado este domingo la confianza de casi un millón de españoles más, hasta superar los 3,6 millones, por encima del 15 %, lo que le ha disparado hasta los 52 escaños en el Congreso y le ha reportado, además, dos senadores electos, que se suman al que tenía por designación autonómica del Parlamento andaluz.

Unos resultados que, junto a la representación obtenida en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de este año, que le convirtió en clave para la gobernabilidad de regiones como Madrid o Murcia, le colocan en un lugar preeminente del debate político y acaban con lo que hasta ahora se consideraba una excepción propia de España, donde la presencia parlamentaria de la extrema derecha había sido, al contrario que en otros lugares de Europa, prácticamente testimonial.

Era una excepción, además, que España compartía con el vecino Portugal, pero que también allí ha desaparecido este mismo año: la formación ultraderechista Chega logró en las elecciones de octubre un diputado y se convirtió en el primer partido de ese tipo que accedía al Parlamento portugués desde la restauración de la democracia. Un hecho que, por testimonial que sea, refleja un avance al que no escapan ni las democracias más consolidadas de la Unión Europea.

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Presencia contenida en Francia y Alemania

Paradójicamente, uno de los países con una de las formaciones de extrema derecha más longeva y consolidada, Francia, es de los que menos espacio le ha concedido en sus instituciones, gracias a un sistema electoral de doble vuelta que, junto al cordón sanitario que el resto de partidos y la ciudadanía coloca en torno a ella, ha minimizado su presencia parlamentaria.

Es por eso que el Frente Nacional, recientemente rebautizado como Agrupación Nacional, apenas tiene ocho diputados en la Asamblea Nacional francesa, de un total de 577, esto es, apenas el 1,3 %; en comparación, Vox se ha aupado hasta el 14,8 % de los escaños del Congreso. El mismo mecanismo frenó, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, a Jean-Marie le Pen, en 2003, y a su hija, Marine le Pen, en 2017, aunque esta llegó a rozar un apoyo del 34 %.

Este domingo, la líder de Agrupación Nacional era de las primeras en felicitar a Vox, a través de Twitter, elogiando su "progresión fulgurante con ocasión de las elecciones legislativas en España", y alabando especialmente a Santiago Abascal "por su impresionante trabajo de oposición, ya da sus frutos después de solo unos años".

En Alemania, mientras tanto, Alternativa para Alemania es desde las elecciones de 2017 la tercera fuerza del país, con el 12,6 % de los votos que se tradujeron en 91 escaños de 709, un 12,8 %, siendo la primera vez que la ultraderecha entraba en el Parlamento alemán desde la Segunda Guerra Mundial. Más importante aún es que, en la práctica, constituye la principal fuerza de la oposición, dado que las dos primeras, la CDU-CSU de Angela Merkel y el SPD, gobiernan en coalición, aunque en las elecciones europeas perdió respaldo ante el empuje de los verdes.

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Partidos de gobierno en Italia y en Polonia

En Italia, en cambio, la extrema derecha ha llegado a alcanzar el gobierno de la mano de la Liga de Matteo Salvini, que en las elecciones de 2018 superó a la derecha tradicional que encarnaba Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, y se hizo con el 17,4 % de los votos, que le reportaron 124 diputados (el 19 % del total) y 58 senadores (el 18 %). Tras pactar con el Movimiento Cinco Estrellas, Salvini se convirtió en el vicepresidente del Ejecutivo, aunque llegó a opacar al propio primer ministro, Giuseppe Conte, hasta el pacto se rompió y volvió a la oposición.

"Gran avance de los amigos de Vox. Ya veo los diarios de mañana con victoria de la extrema derecha, racistas, soberanistas, fascistas... Qué racismo o fascismo, en Italia como en España solo queremos vivir tranquilos en nuestra casa", escribía este domingo en Twitter el exministro del Interior, en un mensaje colgado junto a una foto de él y Abascal, con quien, pese a coincidir en sus políticas de control migratorio, ha tenido algún roce dialéctico por su apoyo al independentismo catalán -ha llegado a posar con una estelada-. Al fin y al cabo, la Liga nació y creció hasta hace poco con el apellido de Norte, como un partido que aspiraba a la independencia de las regiones ricas italianas frente al depauperado sur.

Otro paso efímero por un gobierno europeo ha sido el del Partido de la Libertad de Austria (FPO, en sus siglas en alemán), que sostuvieron al canciller de centro derecha Sebastian Kurz hasta que un escándalo de corrupción hizo caer la coalición. En las elecciones que siguieron, los ultranacionalistas austríacos obtuvieron apenas el 16 % de los votos y perdieron 21 escaños, cayendo desde 51 a 30 diputados, aunque siguen siendo una opción para que Kurz, que sigue buscando aliados, forme un nuevo Ejecutivo.

Mucho más asentado está el dominio de Ley y Justicia, otro partido ultranacionalista y contrario a la inmigración, que gobierna con comodidad en Polonia: ostenta 235 de los 460 diputados del Sejm, una amplia mayoría del 51 %, aunque en el Senado ha perdido la mayoría absoluta en las elecciones de 2019. Además de su rechazo a acoger refugiados de otras partes de Europa, su controvertido intento de reformar la justicia ha puesto en alerta a las autoridades de Bruselas y le ha valido la condena del Tribunal de Justicia de la Unión Europea por violar las normas comunitarias al comprometer la independencia judicial.

El Partido Popular Europeo suspende al partido del primer ministro húngaro, Viktor Orban

Por todos los rincones de Europa

También en Hungría se ha hecho fuerte el ultranacionalismo, aunque el partido que gobierna, el Fidesz de Víktor Orbán, aún permanece, pese a los amagos de expulsión, encuadrado en el Partido Popular Europeo. Y, con todo, a su derecha aún crece una formación más radical, el Movimiento por una Hungría Mejor, abreviado como Jobbik, que obtuvo casi el 20 % de los votos en las últimas elecciones y tiene 26 de los 199 escaños de la Asamblea Nacional.

Los partidos de extrema derecha también han conocido un notable auge durante los últimos años en los países nórdicos. En Finlandia, por ejemplo, el Partido de los Finlandeses -antes denominado de los Verdaderos Finlandeses- es la segunda fuerza política, con 39 escaños (el 19,5 %), a solo uno de los socialdemócratas. Y en Suecia, los Demócratas de Suecia se convirtieron en una fuerza clave para la formación de gobierno en las elecciones del año pasado, con 62 escaños (el 17,77 %), aunque el centro derecha accedió a facilitar un ejecutivo socialdemócrata para aislar a los ultraderechistas.

En Dinamarca, el Partido Popular Danés tiene 16 escaños, un 9 % del total, mientras que en Holanda el Partido de la LIbertad de Geert Wilders tiene 20 diputados, por encima del 13 %, aunque está perdiendo popularidad en favor de la última sensación de la ultraderecha holandesa, Thierry Baudet, cuyo Foro para la Democracia ganó este año las elecciones al Senado con su discurso eurófobo y antifeminista.

Es una ola que ha crecido en los últimos años, al calor de la frustración causada por la Gran Recesión, y que también ha llegado al Parlamento Europeo. Allí, Vox comparte grupo parlamentario -el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, que suma 62 de los 751 eurodiputados- con los Demócratas de Suecia, Hermanos de Italia (una formación neofascista situada más a la derecha de la Liga), Foro para la Democracia o Ley y Justicia, aunque también con el Partido Conservador británico; en un segundo grupo, Identidad y Democracia, se unen la Liga, Alternativa para Alemania o Agrupación Nacional, con un total de 73 diputados. Todos ellos coinciden, más que en ninguna otra cosa, en su defensa de sus respectivas naciones y en su rechazo, más o menos matizado, al proyecto de la Unión Europea.

Los partidos de la extrema derecha están consiguiendo cada vez más votos en Europa. Francia, Suecia, Holanda, Noruega, Dinamarca o Grecia han abierto sus parlamentos a estos movimientos populistas cuyo discurso radical parece que está calando entre jóvenes, mujeres y obreros. La crisis es el caldo de cultivo.

A la derecha de la derecha

Aunque Vox rechaza el calificativo de extrema derecha, el profesor de Historia de la Universidad de Maastricht y especialista en este tipo de movimientos, Pablo del Hierro, explica a RTVE.es que el partido que lidera Santiago Abascal reúne las características que definen a esas formaciones que se sitúan a la derecha de la derecha tradicional y que han logrado un considerable avance durante la última década en toda Europea.

Tienen elementos comunes, como el ultranacionalismo primordialista, que coloca la nación por encima de todo

"Tienen elementos comunes, como el ultranacionalismo primordialista, que coloca la nación por encima de todo. El propio [secretario general de Vox, Javier] Ortega Smith, decía el otro día al hablar de la ilegalización del PNV que la nación está por encima de la democracia", argumenta.

Asimismo, todos ellos enarbolan un discurso contrario a la inmigración, un repudio de los movimientos feministas y un cierto antiparlamentarismo que nace de una crítica al sistema establecido y a la burocracia, y que, en el caso de Vox, se sustancia, por ejemplo, en la pretensión de eliminar las comunidades autónomas.

Del Hierro señala que la fuerza de varios partidos de extrema derecha europeos aún es mayor que la que ha alcanzado Vox en España, aunque reconoce que "en el contexto español, es una subida muy importante, si bien ya ha habido partidos con más del 15 % de los votos en Europa". Este especialista destaca, en cualquier caso, que "lo preocupante es la tendencia, porque ha crecido mucho y muy rápido".