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Tillerson llega a Moscú con un mensaje: Putin debe elegir entre Estados Unidos y Bachar al Asad

  • La visita del secretario de Estado norteamericano decidirá el liderazgo de Trump
  • El encuentro viene precedido por el bombardeo estadounidense en Siria
  • La euforia que despertó Trump en Moscú se ha transformado en temor y desconcierto

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Tillerson llega a Rusia para emplazar a Putin a elegir entre EE.UU. o Al Asad

El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, ha aterrizado esta tarde en Moscú con un mensaje para Putin: Rusia tiene que elegir entre apoyar a Estados Unidos respecto a Siria o seguir respaldado al régimen del presidente sirio Bachar al Asad

"Creo que merece la pena pensar si Rusia realmente se ha aliado con el régimen de Asad, los iraníes y Hezbolá. ¿Es esta una alianza a largo plazo que sirve a los intereses de Rusia o preferiría unirse a Estados Unidos, junto con otros países occidentales y de Medio Oriente para resolver la crisis en Siria?", ha declarado Tillerson, según ha publicado el Gobierno de EE.UU. en su página oficial.

"Queremos crear un futuro para Siria que sea estable y seguro. Y Rusia puede formar parte de ese futuro y desempeñar un papel importante, o mantener su alianza con este grupo, que creemos que no servirá a sus intereses a largo plazo", ha añadido tras participar en Italia en la reunión del G7, que ha rechazado sancionar al gobierno ruso, pero sí exigirle que deje de apoyar al presidente sirio.

El apoyo a Al Asad, un escollo insalvable

Antes de aterrizar en Moscú, el Ministerio ruso había emitido un comunicado en el que subrayaba que las relaciones entre ambos países viven su momento más complicado desde el final de la Guerra Fría, e instaba a la nueva administración Trump a restaurar la confianza.

El comunicado es una advertencia a Washington. La victoria de Donald Trump el pasado noviembre fue recibida como una oportunidad para relanzar malogradas relaciones durante la era de Obama. Sin embargo, el bombardeo estadounidense a posiciones de Bachar al Asad, aliado de Moscú, la pasada semana ha desconcertado al Kremlin.

Tanto es así, que Tillerson, a quien se le había tendido una alfombra roja, no tiene garantizado ni siquiera poder entrevistarse con Vladímir Putin durante su visita a Moscú.

"Confiamos en que haya una negociaciones productivas. Esto es importante no solo para el futuro desarrollo de nuestra cooperación bilateral, sino para la situación general en la arena internacional", afirmaba el Ministerio de Exteriores ruso en la misma declaración en la que culpaba a "la anterior administración de EE.UU.", la de Barack Obama, por haber hecho "todo lo posible para empeorar las relaciones" bilaterales.

La cancillería no ha dudado en acusar a la administración Obama tanto de la guerra en Siria como del conflicto en Ucrania, dos de los principales temas que tratarán este miércoles en su reunión Tillerson y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov. "Los intentos de culpar a Rusia que se llevaron y se llevan a cabo por el 'establishment' político estadounidense son una hipocresía. No fuimos nosotros los que provocamos la revuelta anticonstitucional en Ucrania, ni tampoco prendimos la hoguera de la llamada primavera árabe", subrayaba la nota.

Moscú no cede a las presiones

Pese al ultimátum de Tillerson, Moscú ha dejado claro que no va a ceder a las presiones de Washington sobre el apoyo al régimen de Asad, y ha reiterado que pedirá al secretario de estado norteamericano explicaciones sobre el ataque de EE.UU. a una base área siria, además de insistir en una investigación imparcial del uso de armas químicas en el país árabe.

"Rusia no va a renunciar a sus legítimos intereses y sólo aceptará cooperar de igual a igual, algo que tampoco ahora gusta a todo el mundo en Washington. Pero estamos abiertos a un diálogo de lo más sincero sobre cualquier cuestión de la agenda bilateral e internacional", advertía el comunicado.

Moscú ve el ataque de EE.UU. como una agresión a Siria y pide una reunión del Consejo de Seguridad

La sombra del ataque químico y la respuesta estadounidense

Precisamente, la lucha contra el terrorismo es uno de los objetivos que más pueden acercar a Moscú y Washington, que han defendido unirse para combatir al autodenominado Estado Islámico. Sin embargo, el ataque con armas químicas contra la localidad siria de Jan Sheijun -atribuido en Washington a Damasco-, y el bombardeo con misiles contra la base aérea siria han vuelto a alejar las posturas de los dos países sobre el conflicto en Siria.

Occidente ha culpado sin pruebas del ataque a las autoridades de Siria

Lavrov insistirá a su colega en que no hay pruebas que demuestren que el ataque con armas químicas que costó la vida a más de 80 personas fue obra del Ejército sirio. "Occidente ha culpado sin pruebas del ataque a las autoridades de Siria, pese a que en la zona operan combatientes del Frente al Nusra (antiguo aliado de Al Qaeda), que se dedicaban a la fabricación de bombas cargadas con sustancias venenosas", señala la nota.

El propio Putin ha ido más allá esta tarde y ha asegurado que Moscú tiene información de que se preparan nuevas provocaciones sobre ataques químicos en Siria para culpar al régimen de Bachar al Asad. "Tenemos información de diferentes fuentes de que similares provocaciones, y no las puedo llamar de otra forma, se preparan en otras regiones de Siria (...), donde se proponen colocar alguna clase de sustancias y culpar de su uso a las autoridades sirias", ha dicho Putin tras reunirse con el presidente italiano, Sergio Mattarella.

Mueren dos militares rusos en Siria

Dos militares rusos han muerto y otro ha resultado herido grave en Siria en un ataque contra la unidad del Ejército sirio de la que formaban parte, según ha informado el Ministerio de Defensa de Rusia.

"Dos militares profesionales rusos, integrados en una unidad de las tropas sirias como instructores de tiro, y un oficial ruso que ejercía de consultor militar, fueron atacados con fuego de morteros por un grupo de combatientes" de la oposición, señala un comunicado de Defensa. Como resultado del ataque, "dos militares rusos murieron" y los "médicos militares aún luchan por la vida de otro militar", precisa la nota.

Con los últimos dos fallecidos, las bajas mortales reconocidas oficialmente por Rusia en Siria ascienden a 30 desde septiembre de 2015, cuando Moscú se embarcó en el conflicto sirio para prestar apoyo al régimen de Damasco en su lucha contra el terrorismo.