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Viaje al universo poliédrico de Camilo José Cela

  • Una exposición en la Biblioteca Nacional exhibe las mil caras del Nobel
  • Cela fue editor, poeta, pintor, coleccionista, actor, novillero y gran viajero
  • La muestra conmemora el centenario del nacimiento del escritor gallego

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El escritor de Iria Flavia en una imagen de archivo de 1999.
El escritor de Iria Flavia en una imagen de archivo de 1999.

Provocador, iconoclasta, poliédrico, contradictorio, inteligente, en el fondo tierno y sentimental. Los que conocieron a Camilo José Cela no se cansan de añadir adjetivos a la carismática personalidad del Nobel gallego.

Las mil y una caras de Cela se reivindican por sí solas a través de la calidad de su literatura, pero su figura se redescubre a las nuevas generaciones en un recorrido por su peripecia vital, en plena celebración del centenario del nacimiento del escritor de Iria Flavia.

La aproximación sin filtros a CJC- como firmaba sus cartas-es uno de los objetivos que acaricia la gran exposición de la Biblioteca Nacional CJC 2016. El centenario de un Nobel. Un libro y toda la soledad (hasta el 25 de septiembre), que sumerge al público en un viaje repleto de curiosidades y anécdotas.

La amplia selección viajará posteriormente al Museo Centro Gaiás de la Cidade da Cultura, en Santiago de Compostela, del 18 de noviembre de 2016 al 19 de febrero de 2017.

La muestra que acerca a Cela a Madrid cuenta con más de 600 piezas, entre pinturas, manuscritos, fragmentos de películas, audios y objetos de su colección, entre otros, y se divide en tres grandes momentos en la vida del novelista: ascensión (de 1942 a 1955), consolidación (del 56 a finales de los 70) y los reconocimientos (a partir de los años 80).

'CJC 2016. El centenario de un Nobel', en la La Biblioteca Nacional

'CJC 2016. El centenario de un Nobel', en la La Biblioteca Nacional

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El comisario de la muestra, Adolfo Sotelo Vázquez, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Barcelona y director de la cátedra Camilo José Cela, destaca a RTVE.es que la exposición acerca la figura de Cela "directa y sin tópicos" a todos los públicos.

Sotelo reivindica que hay que dejar atrás su imagen de "histrión y heterodoxo" para remarcar su valor literario, su frenética actividad cultural y sus ricas relaciones con personalidades de la época como escritores en el exilio y pintores. "Cela fue un buen relaciones públicas de sí mismo pero en ningún caso fue solo un tertuliano", añade, en referencia al poso dejado en su última etapa mediática.

La compleja génesis de La colmena

En un primer tramo, el recorrido de la BNE se introduce de lleno en los arranques de un escritor novel que porfía en pos del éxito y el reconocimiento literario. El autor atraviesa estrecheces económicas en su etapa madrileña sobreviviendo con diferentes colaboraciones en prensa, y busca sin descanso editores que publiquen sus creaciones.

Su ascenso al cielo de las letras se fragua paso a paso y no está exento de dificultades. Cabe recordar que fue censor y censurado. En este apartado de las prohibiciones destaca la compleja génesis de su obra cumbre La colmena, cuya escritura arrancó en 1944, se publicó en 1951 en Buenos Aires y fue censurada ipso facto en España. Una novela que le dio muchos quebraderos de cabeza y que tuvo que reescribir varias veces.

Manuscrito de 'La Colmena', 1951. BNE

El comisario explica que La colmena era la primera parte de un gran proyecto y Cela quedó "muy desconcertado" cuando la censura lo rechazó, por esta razón, el articulista intentó abrir otros caminos como el de la pintura, protagonizó una gran exposición en 1947, el de la actuación -participó en tres películas- o la literatura de viajes.

La muestra de la BNE permite contemplar la primera edición de todas sus novelas, así como cartas, geniales textos autobiográficos, artículos periodísticos y los manuscritos de algunas de sus obras, entre las que sobresale su primera gran creación La familia de Pascual Duarte, que apenas cuenta con correcciones.

La opera prima en su redacción definitiva aparece en un cuaderno escolar. Se trata del manuscrito de la novela española más traducida después de El Quijote. "Algunas de las traducciones al gallego y al catalán son en sí mismas verdaderas obras de creación", señala el catedrático Sotelo.

Un huracán de creatividad

CJC concebía la escritura como una labor estajanovista y pasaba horas encerrado trabajando sin descanso, tal y como recuerda su hijo, Camilo José Cela Conde, en su libro Cela, piel adentro, publicado con motivo de la celebración del aniversario.

“Recuerdo que para [la novela] San Camilo 1936 se hizo una cama en el despacho mismo, y dormía y vivía allí hasta que terminó. Un aislamiento que se acentuó aún más con Oficio de tinieblas, donde se hizo construir una especie de confesionario, de escenario de teatro con biombos, y se metía en esa especie de sarcófago y no salía”, rememoraba Cela hijo.

En la biografía del padre visto desde la mirada del hijo, Cela Conde recorre con humor y sana ironía una vida trepidante con constantes mudanzas y viajes por toda España, en las que descolla una larga e imprescindible etapa mallorquina, marcada por la efervescencia cultural y en la que el literato gozó de la amistad de Picasso, Joan Miró o Hemingway.

De esta época data la revista Papeles de Son Armadans, nacida en 1956 en Mallorca de la mano del escritor. La publicación cultural fue referencia en los años 50 y 60. En sus páginas colaboraban escritores de las dos Españas y se prestaba especial atención a las artes.

Pintor y coleccionista

La torrencial fuerza creativa del Nobel de Literatura se derramaba sin descanso en múltiples facetas: poeta, vagabundo, editor y novillero se cuentan entre sus múltiples hazañas.

Cuadro de CJC, 1947.

Otro de los universos en los que se aventuró el autor de Madera de boj fue la pintura, y algunas de sus obras en este campo se pueden disfrutar en la exposición. Aunque su amigo el escritor González Ruano siempre decía que Cela era mejor pintor con la pluma que con el pincel, la querencia del creador por la pintura fue un lugar en común en los años 40.

Los viajes del escritor, de los que nacieron, entre otras obras, Viaje a la Alcarria, también tienen su espacio en la exhibición, con objetos como su mochila y otros utensilios, herramientas y mapas.

El viaje castellano lo realizó Cela junto con el fotógrafo Karl Wlasak y Conchita Stichaner, finalizando la primavera del 46. Dos años después se publicaría como primer libro de viajes del autor.

También aparece reflejada la pasión desmedida del novelista por el coleccionismo, en el que destacan una serie de botellas de vino dedicadas por personajes como Henry Miller, Delibes, Picasso o Severo Ochoa.

Cartel de la exposición de Cela en la Galería Clan de Madrid, 1947.

Además, se exhibe una amplia colección de caricaturas realizadas de puño y letra por CJC, algo habitual en su oficio de escritor. El gallego también fue objeto de un gran número de dibujos satíricos a lo largo de su trayectoria.

Entre las curiosidades, destacan fragmentos de los tres filmes en los que actuó: El sótano (1948), Facultad de Letras (1950) y Manicomio (1953). Unos episodios singulares en su carrera que le sirvieron principalmente de desahogo para los inconvenientes que sufrió con la publicación de La colmena.

La exposición empieza y acaba con un reloj, a los que era muy aficionado Camilo José Cela, y una frase que recuerda que el 17 de enero de 2002 "al escritor se le paró el reloj".