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Los Goya cumplen 30 años: viaje a la intrahistoria de los premios del cine español

  • La primera gala se celebró en 1987 y el presentador fue Fernando Rey
  • El "goya" original era un busto automático que pesaba quince kilos
  • La película con más galardones es Mar adentro, con 14 "cabezones"
  • Repasa todos los detalles sobre los Premios Goya en RTVE.es

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Imagen de los premiados en la primera gala de los Goya (1987)
Imagen de los premiados en la primera gala de los Goya (1987)

“No tengo la menor duda de que si Goya viviera hoy sería cineasta” (Carlos Saura)

Francisco de Goya no estuvo vinculado directamente al séptimo arte, pero sí desarrolló un concepto pictórico “cercano al cine” con “un tratamiento casi secuencial” en algunas de sus obras maestras, señalan desde la Academia de Cine.

Por esta razón, el genial pintor aragonés acabó como enseña de los premios de cinematografía españoles que en esta edición cumplen treinta años, y serán retransmitidos en directo el 6 de febrero en TVE, RNE y Rtve.es.

Un viaje por tres décadas en el mundo del cine, cuajado de luces y sombras, donde no han faltado polémicas, anécdotas, galas reivindicativas y una popularidad consolidada.

Nos situamos en 1986. La recién creada Academia de Cine buscaba un nombre corto y sonoro a semejanza de los premios César y los Oscar de la industria francesa y estadounidense, de cara a hacer visibles los galardones que premian la excelencia de los filmes españoles.

Al primer goya le salía una especie de mapa de la cabeza

La denominación Goya resultó elegida no sin encendidas discusiones previas entre los académicos debutantes, a los que acabó convenciendo el director artístico Ramiro Gómez.

“[Ramiro] Hizo una defensa muy calurosa del nombre porque para él como para muchos otros, Goya había sido el precursor de la imagen en movimiento, y pensaba que debíamos rendir homenaje a ese pintor tan nuestro”, recuerda para RTVE.es, Sol Carnicero, académica fundadora, directora de producción, y a su vez ganadora de un premio Goya por Cara de acelga (1988).

La aventura cristalizó el 16 de marzo de 1987. La primera gala de los Premios Goya se celebró en el cine Lope de Vega de Madrid con la presencia de los reyes Juan Carlos y Sofía. Contó con un presupuesto de 30 millones de pesetas.

El actor Fernando Rey ejerció de maestro de ceremonias y tuvo que ayudarse de un notario para explicar el sistema de votación que también era nuevo. La gala concluyó con el presentador suplicando que no le dejaran solo, y pidiendo que subieran al escenario “premiados y premiadores”.

Goya 1987: El viaje a ninguna parte

El viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán Gómez, fue la triunfadora de esta primera edición, con goyas a mejor película, director y guión, pero la verdadera estrella fue la famosa estatuilla.

El primer Goya, que pesaba quince kilos, era una escultura importada desde Verona y realizada por el escultor Miguel Ortiz Berrocal. El “artilugio” era desmontable y combinaba el busto del pintor con una cámara fotográfica, casi a modo de autómata.

“Tenía un botoncito y le salía un mapa de España de la cabeza, como de los sesos. El que tengo yo es ese, pero lo tengo sin funcionar. Era un goya muy complicado pero, por otra parte, era más naif”, señala entre risas Sol Carnicero, que recuerda que la peculiar escultura “pesaba muchísimo y era muy cara”.

Años después, se encargó al escultor José Luis Fernández una nueva estatuilla. El actual “cabezón” pesa casi 3 kilos y ha permanecido como busto oficial. En 1990 se convocó un concurso para sustituirlo aunque la iniciativa finalmente no cuajó.

Los récords de los Goya y el impulso en taquilla

Desde ese lejano 1987 las galas de los Goya se han sucedido sin interrupción creciendo en “prestigio y popularidad”, según la directora y vicepresidenta de la Academia, Gracia Querejeta, que sostiene que en la actualidad el cine español “vive un momento dulce con el público” tras otras épocas con más “desencuentros”.

“Cada vez se oye menos eso de no voy a ver una película porque es española”, afirma la realizadora de Siete mesas de billar francés.

En estas tres décadas de Goyas, se han batido récords en torno a unos galardones en mitad de su madurez.

Verónica Forqué se alzó con el premio como mejor actriz principal y de reparto por La vida alegre y Moros y cristianos respectivamente en 1988. Un hito nunca repetido.

“Me hizo mucha ilusión. Yo estaba en Colombia haciendo ¡Ay, Carmela! en teatro y estaba con José Luis Gómez y Manuel Galiana. Me llamó mi madre llorando: Nena, nena, que te han dado los dos y yo no sabía de qué me hablaba, además con la diferencia de horario… y yo también lloré un rato y fue muy bonito”, señala Verónica Forqué en una entrevista con RTVE.es, y recuerda que las primeras ceremonias de los Goya eran “muy de andar por casa”, y ahora tienen mucho más glamour, "todo el mundo quiere ir y se prepara para ello".

Forqué es la intérprete que más goyas atesora junto a Carmen Maura (con un total de cuatro), aunque paradójicamente la protagonista de Kika o Bajarse al Moro nunca ha podido acudir a recogerlos porque “le ha pillado siempre trabajando”.

Cada vez se oye menos eso de no voy a ver una película porque es española

En este particular pódium, el actor que más galardones ha obtenido es Javier Bardem, con cinco “cabezones”. La película que más premios ha acumulado en la historia es Mar Adentro de Alejandro Amenábar que suma 14 bustos.

Goya 2005: Mar adentro

Entre los profesionales más laureados del mundo del celuloide español se encuentra Reyes Abades, uno de los candidatos clásicos en todas las ceremonias.

El técnico de efectos especiales ha sido nominado 39 veces y acapara nueve premios Goya. Un palmarés que asume con humildad porque considera que ya es un premio ser aspirante porque ”es el reconocimiento al trabajo bien hecho”.

“El primer Goya que gané fue por ¡Ay, Carmela! y fue muy especial. Llevaba nominado tres años y recuerdo que Pilar Miró me decía pero, ¿cuándo te lo van a dar?”, explica Reyes Abades, y defiende que no hay “premios pequeños”, en relación a la labor más técnica en el cine porque en este caso los goyas “se comparten entre todo el equipo”.

Al margen del prestigio o la satisfacción de ganar, los premios han adquirido fama de impulsar en taquilla a las películas vencedoras dotándolas de una segunda vida comercial.

Ganar un Goya puede suponer el reestreno de una película

“Los Goya han ido adquiriendo mayor sentido y, por otro, mayor popularidad, de tal manera, que sí podemos considerar que ganar un Goya puede suponer el reestreno de una película, y, de hecho, todos buscamos estrenar en la fecha cercana a los premios”, relata la realizadora y guionista Gracia Querejeta, que en esta edición está nominada por el corto “Cordelias”.

En este repaso por la historia de los premios del cine español también hay un récord que no podrá reeditarse, el del actor más joven en ser premiado. Con tan solo diez años, Andoni Erburu obtuvo el Goya por Secretos el corazón (1997). Francesc Colomer y Marina Comas (Pa negre), Juan José Ballesta (El bola) o Ivana Baquero (El laberinto del fauno) fueron otros de los menores que se alzaron con el galardón.

En 2011, con Enrique González Macho como presidente, se formularon nuevas bases para optar a los premios. Se incluyó la prohibición de ser candidato en interpretación a los menores de 16 años.

La Academia justificó la medida asegurando que los niños que ganaban un Goya pasaban a ser miembros activos de la institución, lo que suponía “circunstancias legales no exigibles a un menor”.

Galas reivindicativas

Más allá de los ganadores, las galas de los Goya también han sido escaparate de reivindicaciones políticas y protestas.

Una de las primeras fue la del director José Luis Borau. En 1988, el por aquel entonces presidente de la Academia, se maquilló las manos de blanco en repulsa por el asesinato por ETA del concejal sevillano del PP, Alberto Jiménez Becerril, y su esposa, Ascensión García Ortíz.

Una de las ceremonias más comentadas, fue la de 2003, en la que triunfó Los lunes al sol, y donde se escenificó la división entre el gremio del cine y el Gobierno de José María Aznar. En la gala conducida por el grupo Animalario, muchos de los premiados mostraron pegatinas de “No a la guerra” y en sus discursos expresaron su rechazo a la intervención en Irak y a la gestión de la catástrofe del Prestige.

Goya 2003: Los lunes al sol

La académica de la Junta Directiva Sol Carnicero rememora cómo al día siguiente les dieron “palos por todos los frentes”, y celebraron una asamblea en la Academia de Cine.

“Todo el mundo estuvo de acuerdo en dejar esa libertad y que los participantes se puedan expresar como realmente deseen (…) lo que no queremos que eso se convierta en algo reiterativo de todos los años, y que las galas se conviertan en un motivo de reivindicación porque consideramos que hay otros foros”, explica, y añade que la ceremonia debe ser combativa para “poner en valor el trabajo de la gente del cine”.

Al año siguiente, en 2004, las protestas también estuvieron presentes. Miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo se manifestaron a las puertas del Palacio de Congresos por la nominación del documental de Julio Medem La pelota vasca.

Otra de los episodios políticos tuvo que ver con la presencia en 2005 de José Luis Rodríguez Zapatero, que fue el primer presidente del Gobierno que acudió a una retransmisión de los Goya, o la ausencia del ministro de Cultura José Ignacio Wert en la edición de 2014.

De maestros de ceremonias, anécdotas y reencuentros

Al margen del palmarés cinematográfico que la fiesta del cine español brinda cada año, las galas son fuente de múltiples anécdotas, y se mueven a caballo entre la lucha contra el tiempo en los discursos, y el show televisivo, con actuaciones musicales, gags de humor y eventos inesperados, que atraen a audiencias millonarias.

En 2000 la ceremonia se celebró por primera y única vez en Barcelona, y coincidió con el aniversario del príncipe Felipe, al que Almodóvar cantó el cumpleaños feliz desde el escenario. El director manchego fue a su vez la gran sorpresa de los Goya 2010, ya que retornó, tras años de desencuentros, a la gran fiesta de la Academia.

La última gala de los Goya de 2015 convocó frente al televisor a 3,8 millones de espectadores y alcanzó una cuota de pantalla del 24,7%. En este universo “goyesco” el presentador de la convocatoria es una estrella más que acapara alabanzas y críticas.

En el Palacio de Congresos recogió el testigo de Fernando Rey en 1988 el gran ausente del año anterior: Fernando Fernán-Gómez. El actor, que se alzó en la primera edición con tres premios mientras dormía plácidamente, abrió la segunda gala de los Goya con un discurso en el que remarcó que “el 0.8% de los asistentes saldría con premio y el 99.2% sin él”.

Aquí el público está muy tieso

Los cuatro años siguientes el peso se trasladó a diferentes parejas de actores: Verónica Forqué y Antonio Resines, en 1989; Carmen Maura y Andrés Pajares, en 1990; Lydia Bosch y Jorge Sanz, en 1991; y Aitana Sánchez-Gijón y José Coronado.

Verónica Forqué presentó la gala en pareja en dos ocasiones (1989,1996), y afirma que el trabajo del conductor es “muy complicado”.

“Yo veo los premios de América, los Globos de Oro o los Oscar, los espectadores participan mucho, y lo ríen todo, y aplauden. Están ahí como para divertirse, para hacer realmente una fiesta y pasarlo bien. Aquí todo el mundo está muy tieso, tienes que salir a presentar y hacer unas bromas y cuesta mucho que la gente entre en el asunto (…) creo que tenemos que aprender de los americanos”, explica la actriz madrileña.

Goya 1996: Nadie hablará...

En 1994, la intérprete Rosa María Sardá se estrenó como anfitriona. Una labor en la que repitió con éxito en 1999 y 2002, siendo la primera vez que una mujer asumía esta labor en solitario.

Figuras de la televisión como El Gran Wyoming, José Corbacho, Eva Hache o Buenafuente han ejercido de presentadores en los últimos quince años. El relevo lo ha dado el cómico y actor malagueño Dani Rovira, maestro de ceremonias de esta edición 2016.

"Para mí las mejores galas, llámame corporativista, son las que ha hecho gente que se ha dedicado a la comedia. Sí que es verdad que yo creo que tengo una ventaja sobre otros cómicos y es que pertenezco a los dos mundos, el de la comedia, con monólogos, y el del cine, y eso es más jugoso. Eso, por ejemplo, lo tenía Rosa María Sardá. Para mí Sardá es la presentación ejemplar de todas estas galas. Lo ha hecho con mucho gusto y autenticidad. Para mí es la jefa", señala Dani Rovira en conversación con RTVE.es.

Los discursos de los premiados suponen un foco de atención y engrosan el anecdotario de momentos para el recuerdo, como los balbuceos dubitativos de Isabel Coixet- tema central de uno de los spot de este año- o la recogida del premio de Alfredo Landa en 2013.

Dani Rovira, protagonista del primer spot de los Goya 2016

La vicepresidenta de la institución explica que se recomienda “muchísimo” a los afortunados que no se extiendan en sus agradecimientos para no entorpecer el ritmo de una retransmisión en la que se otorgan 29 premios, y que dura de media unas tres horas. En palabras de Gracia Querejeta, la gala debe ser “fluida y amena”.

“El año pasado se destinaron a agradecimientos en términos de tiempo casi una hora, 60 minutos, eso es una hora más de gala televisiva. Tenemos todos que tomar conciencia de que debemos ser breves y concisos”, relata, y puntualiza que en estos treinta años de “cabezones” el objetivo futuro es que “el cine español se siga haciendo y se siga viendo”.

GALA DE LA 29 EDICIÓN DE LOS PREMIOS GOYA

Foto de familia de los galardonados en la gala de entrega de los premios Goya 2015. EFE/Víctor Lerena