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Juan Berrio nos invita a relajarnos en su 'Kiosco'

  • Un cómic sin palabras heredero de Tati y del cine mudo
  • Narra un día en la vida del encargado del kiosco de un parque

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Fragmento de la portada de 'Kiosco', de Juan Berrio
Fragmento de la portada de 'Kiosco', de Juan Berrio

En estos tiempos acelerados, en los que parece que no podemos detenernos ni un segundo o el mundo nos pasará por encima, siempre es un placer encontrarnos con una obra del ilustrador Juan Berrio, que siempre nos invita a detenernos y a disfrutar de las maravillas que nos rodean y que siempre obviamos por estar agobiados pensando en otras cosas totalmente superfluas. Su última joya es el cómic mudo: Kiosko (Dib>buks), pura poesía visual.

“Kiosko es una historia sencilla, pequeña -asegura Berrio-. Una de esas historias que me gusta contar y que aparecen, casi sin querer, mientras estas trabajando en otras cosas. Hay un protagonista sin nombre, al que seguimos desde que se levanta hasta la noche y le vamos acompañando en sus rutinas. Trabaja en un kiosco de bebidas, en un parque, y allí observamos cómo espera a su primer cliente. Cómo espera, como se desespera, como se relaja, dónde mira… y luego suceden más cosas que no se pueden contar”.

Un libro ilustrado sin palabras en el que encontramos sus temas habituales, como la soledad del hombre en medio de la multitud. “Si, pero es una soledad que no duele -asegura Berrio- es una soledad melancólica, tierna, donde los personajes no sufren sino que se entretienen en su mundo personal”.

Berrio destaca que: “Nunca había hecho una historia con tan pocos personajes. Por ejemplo, Miércoles (Premio FNAC-Sins entido) era todo lo contrario, era el cruce de muchos personajes. Aquí me he quedado solo con uno y me he dado cuenta de que eso coincide con muchas lecturas y películas que me han entusiasmado y que están centradas en un solo personaje”.

También son patentes sus influencias habituales: “Hay un libro que siempre cito que es Un hombre que duerme, de Georges Perec (1967) que me entusiasma. También Los domingos de Jean Dézert. Pero hay todo un subgénero literario y cinematográfico que está centrado en este tipo de personajes melancólicos”.

El germen de ‘Kiosco’

Berrio nos confiesa cómo se le ocurrió la historia: “Creo que hay muchas semillas por ahí plantadas que, cuando tiras de ellas, surge la idea, se redondea, etc… pero realmente me puse en marcha de una forma un poco tonta. En enero de este año estaba muy ilusionado por participar en las 24 horas de Anguleme. Había vivido las ediciones anteriores con mucha envidia porque me parecía una idea con unas premisas muy interesantes (Cada año se propone un reto distinto a los dibujantes participantes que tienen 24 horas para desarrollar una historia con unas premisas que se les comunican in situ, para que no lo lleven preparada de antemano). Y allí estaba yo, dispuesto a comenzar, pero cuando dijeron la condición se me cayó el alma a los pies”.

“Y es que –continúa Berrio- la idea era como un gran puzzle que yo veía que luego no iba a poder publicar, porque había que basarse en 90 fotos del Instagram de un dibujante francés. Y yo tenía claro que quería publicar el resultado de mi trabajo, pero ¿Qué hacía yo con noventa fotos de este señor? Y Para publicarlo ¿tenía que publicar también las 90 fotos?... Entonces me desanimé mucho y, en medio de ese desanimo se me ocurrió aprovechar la oportunidad para hacer algo que me apeteciera dibujar y así surgieron este personaje, el parque y el kiosko. Es de los pocos proyectos a los que puedo poner hora de inicio”.

El cine mudo y Tati

Como ya sucedía con Miércoles, el cineasta Jacques Tati está muy presente en Kiosco: “Yo hablaba mucho de la influencia de Tati en Miércoles –comenta Berrio-, ya que me di cuenta de que en el movimiento de los personajes me influían las películas de Tati, hasta el punto de que me ponía su música para trabajar. Por eso Miércoles lo asocio muchísimo con Tati. Aquí, la diferencia es que el personaje está muy aislado, pasa muchas horas consigo mismo. pero reconozco que el cine mudo y Tati siguen siendo una gran influencia, porque el protagonista es un perdedor y el cine mudo está lleno de estos perdedores como Chaplin o Buster Keaton”.

Pero… ¿Por qué una historia sin palabras? “No estoy muy seguro –asegura Berrio-, no me lo planteé como un reto. Yo me puse a dibujar la historia en un cuaderno, del mismo formato en el que se ha publicado la obra, y me dí cuenta de que no necesitaba palabras porque el personaje casi siempre está solo. También de que cuando aparece alguna conversación lejana lo podía resolver con un icono dentro del bocadillo y que encima quedaba muy bien en el idioma universal, que es el dibujo”.

También sorprende que este libro ilustrado-cómic esté narrado a través de viñetas que ocupan toda la página. “En un primer momento –asegura Berrio- estuve componiendo páginas con viñetas, pero el formato del cuaderno ordeno la historia en páginas. Aunque una vez que tomé la decisión de trabajar sin marcos, sin viñetas, sí que utilicé todos los recursos del cómic que tenía a mi disposición, como que el personaje tenga multifunción (con dos cabezas o cuatro brazos), o que incluso aparezca repetido en la misma viñeta. Y en algunas páginas aparecen varias viñetas, aunque no estén separadas por marcos”.

Una idealización de todos los kioscos

Pero no busquéis el Kiosco del cómic porque: “No existe –confiesa Berrio-, es una idealización de todos los kioscos, de todos los parques. Es muy sencillito, con un tejado a cuatro aguas, y se parece más a los de mi infancia, a los de mis recuerdos, que a los actuales”.

La historia también tiene una pequeña sorpresa: “Cuando llega el final de la historia hay algo que no puedo contar pero que le da un toque de irrealidad, como si sucediera en un día que no existe, que está entre el jueves y el viernes” –asegura Berrio-.

Y ahora que el color digital se ha impuesto casi completamente, Berrio nos cuenta que ha vuelto a lo manufacturado: “En Kiosco, el color tiene mucha importancia porque a lo largo de mi carrera casi siempre lo he resuelto con técnicas digitales, pero de un tiempo a esta parte siento la llamada del papel y la búsqueda de las técnicas artesanales. Tenía muchas ganas de probar y al final dí con la tinta china de colores y para mí ha sido muy bonito y muy emocionante. Tengo la suerte de tener esta profesión tan bonita y ese momento en el que sueltas la pincelada sobre el papel y el papel absorbe la tinta para mí es muy emocionante y casi novedoso a pesar de que soy un veterano”.

En cuanto a sus proyectos, Berrio nos comenta que “Me gustaría recuperar una historia larga que se quedó parada cuando se cruzó Kiosco. Es la historia de una separación”.

Os aconsejamos que os detengáis un momento en el Kiosco de Juan Berrio, no os arrepentiréis.