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Los linchamientos en República Centroafricana reflejan una violencia "sin precedentes"

  • Soldados de las nuevas fuerzas regulares participan en un linchamiento
  • MIles de musulmanes huyen del país entre venganzas de los cristianos
  • ONG denuncian la inacción de los cascos azules para evitar los crímenes
  • El Tribunal Penal Internacional avanza hacia una nueva investigación

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Un soldado centroafricano participa en el linchamiento de una persona, acusada de ser rebelde Séléka, este miércoles en Bangui.
Un soldado centroafricano participa en el linchamiento de una persona, acusada de ser rebelde Séléka, este miércoles en Bangui.

El conflicto en la República Centroafricana se hunde cada vez más en la violencia sectaria y atroz, después de que en los últimos días se hayan producido varios linchamientos públicos en la capital contra musulmanes, que parecen llevarse la peor parte tras el reciente cambio de Gobierno.

Al menos uno de esos actos salvajes fue protagonizado por miembros de las nuevas fuerzas armadas y ante la presencia de periodistas y soldados internacionales, cuya incapacidad para frenar la violencia es denunciada por organizaciones de derechos humanos. Además, miles de familias de la minoría musulmana están siendo forzadas al exilio.

Precisamente este mismo viernes por la mañana, un gran convoy de camiones y taxis atestados de civiles musulmanes ha abandonado la capital Bangui hacia el norte entre los insultos de una multitud de vecinos, según testigos citados por AFP.

La cólera de la población, una de las más empobrecidas del mundo, ha llegado al extremo de  que han atrapado a uno de los hombres que se marchaba de la ciudad al  que han acusado de ser un miliciano rebelde y lo han linchado, según el  relato recogido por la agencia, que ha fotografiado un cadáver mutilado a un lado de la carretera.

Cruce de refugiados

Además, otro camión ha sido atacado por milicianos cristianos, que han sido rápidamente dispersados ante los disparos de advertencia de los cascos azules de la Unión Africana, según la misma fuente.

El éxodo de los musulmanes, tanto centroafricanos como extranjeros, se ha acelerado después de que los combatientes de la exrebelión Séléka, musulmana, hayan sido recientemente obligados a desmovilizarse. Tras un año en el que ese grupo llevó la iniciativa en el conflicto, ahora la mayoría cristiana, que también formó sus milicias Anti-Balaka (anti-machete), parece asimilar a cualquier musulmán con esa milicia que durante meses cometió crímenes contra la población.

El caos aumenta porque al tiempo que miles de personas salen de Bangui, otras miles se dirigen hacia los campos de refugiados de la capital. Solo en el aeropuerto, las fuerzas internacionales protegen de forma separada a unos 100.000 cristianos y musulmanes.

Según la ONU, en los últimos diez días 9.000 personas, la mayoría musulmanes, han huido a Camerún. Médicos sin Fronteras estima que en total 40.000 personas se han refugiado en los vecinos Chad y Camerún después de que en las últimas semanas la violencia en la República Centroafricana haya alcanzado niveles "intolerables" y "sin precedentes". La ONG ha dicho que durante el mes de enero ha tratado a 1.650 heridos por la violencia de ambas comunidades, aunque ha expresado especial preocupación por los grupos musulmanes, que se encuentran más “aislados y amenazados” en muchos lugares por los Anti-Balaka.

"Pasividad" de los cascos azules

El miércoles, ante decenas de testigos, militares centroafricanos lincharon hasta la muerte a otro hombre sospechoso de haber sido rebelde Séléka, después de una ceremonia oficial en la que la nueva presidenta Catherine Samba Panza celebró el resurgimiento de las fuerzas armadas.

La ONU y Francia, que tiene desplegados miles de soldados en su antigua colonia, pidieron “sanciones ejemplares” para los responsables de ese crimen. El ministro de Defensa, general Thomas Théophile Timangoa, anunció la apertura de una investigación para la que pidió la participación de miembros de las organizaciones de derechos humanos.

Siempre según AFP, decenas de militares centrafricanos participaron directamente en los hechos, de los que hay numerosas pruebas gráficas, y ningún soldado se interpuso. Preguntado por la inacción de los cascos azules africanos presentes en los alrededores, el general Babacar Gaye, representante especial de la ONU en el país, dijo: “Estamos autorizados hasta un límite y no hay que recurrir inmediatamente a las armas en cualquier situación”.

En los últimos días, organizaciones como Amnintía Internacional o Human Rights Watch han denunciado la pasividad de estas fuerzas internacionales.

El miércoles fue la primera vez que los mandos de las Fuerzas Armadas se reunían tras la toma del poder en marzo de 2013 de los rebeldes Séleka, cuyo líder, Michel Djotodia, que se convirtió en el primer presidente musulmán del país, fue forzado a dimitir por la comunidad internacional el mes pasado. El 23 de enero, fue elegida presidenta por el Parlamento provisional Samba Panza, hasta entonces alcaldesa de la capital, con el objetivo de lograr la paz. Solo un día después, ya se produjo otro linchamiento de un musulmán en las calles de Bangui, según testigos citados por AFP.

Investigación de La Haya

La fiscal general de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, ha anunciado este viernes que va a abrir una investigación preliminar sobre estas denuncias. El tribunal ya tiene abierta una instrucción sobre la guerra que desangró al país entre 2004 y 2007, pero si la nueva investigación sigue adelante puede convertirse en un segundo caso, según la agencia Reuters.

La coalición Séléka, compuesta por cuatro grupos rebeldes, se alzó en armas en el norte del país en diciembre de 2012 al considerar que el entonces presidente, François Bozizé (que huyó a Camerún) no había respetado unos acuerdos de paz firmados en 2007.

En este contexto, el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, ya ha evocado la posibilidad de que las tropas francesas se queden en el país más allá de los seis meses del mandato que le confirió inicialmente la ONU. En total, la Unión Africana y Francia tienen sobre el terreno unos 4.000 soldados aunque se espera que la cifra aumente a 6.000. Un contingente de España participa en una misión de apoyo desde los países vecinos.