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El reto de proteger a las momias guanches de Tenerife de los microorganismos

  • En Tenerife conservan cuerpos de los ancestros guanches
  • Un equipo de conservadores protege a las momias de insectos y mohos
  • Los cuerpos requieren una temperatura y humedad específica para su conservación

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Una momia del Museo de la Naturaleza y el Hombre
Una momia del Museo de la Naturaleza y el Hombre

El Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife acoge un peculiar y único legado, el de las momias guanches. Se trata de cuerpos momificados de los ancestros de los habitantes de Tenerife, los guanches, que embalsamaban a los difuntos con técnicas como las que se utilizaban en Egipto, América o China.

Preservar estos antiguos cuerpos es todo un reto. Un equipo de conservadores de los museos de Tenerife analiza periódicamente el nivel de microorganismos en las momias guanches para prevenir posibles daños de insectos y mohos, como el hongo Aspergillus, cuyas esporas originaron a la conocida como 'maldición de Tutankamón'.

La responsable del área de Conservación y Restauración del Organismo Autónomo de Museos de Tenerife, María García, lleva 23 años al cuidado de las momias y otros restos guanches y ha señalado a Efe que es normal que exista un cierto nivel de contaminación por microorganismos, pues afecta al material orgánico y los cadáveres son restos orgánicos.

Estos microorganismos están en nuestro entorno. El mismo tipo de hongo que afecta a los restos momificados es el que crece en las instalaciones de aire acondicionado, ha señalado la especialista.

Medir el nivel de contaminación de las momias

"Hay que comprobar que el nivel de contaminación sea el mínimo, tanto para la conservación de las momias como para la salud de las personas, pues la famosa 'maldición de Tutankamón', que afectó a los que entraron en la cámara funeraria del faraón, probablemente se debió al hecho de que aspiraran esporas de hongos como el Aspergillus, bastante nocivos", detalla.

Por ello los conservadores de los museos, que dependen del Cabildo de Tenerife, efectúan cada cierto tiempo análisis del nivel de microorganismos con biosensores naturales -a base de papel o pergamino- que miden su presencia en la vitrina aclimatada y en los cuerpos momificados.

De esta forma se buscan evidencias de biodeterioro causado por insectos o moho para poder actuar antes de que el problema sea "inabordable". Para que la colección de momias aborígenes diera un nivel alto de contaminación por microbiología la humedad relativa debería ser superior al 60-65%, que es cuando empieza a haber riesgo. "Lo que intentamos con nuestros medios es mantenerla por debajo de ese nivel", explica.

Así se logra que las esporas permanezcan inactivas o con una actividad reducida al mínimo, de manera que no resulten perjudiciales ni para las momias ni para la salud de las personas que las cuidan u observan.

El público ve las momias expuestas y no es consciente de que detrás hay un equipo técnico que vigila el cumplimiento de las normas estándar de preservación, que en el caso de museos de Tenerife está a cargo de dos departamentos, los de las unidades de Técnica y de Conservación, detalla María García.

Además una empresa externa se encarga del mantenimiento de la vitrina aclimatada y el equipo del museo está continuamente pendiente de que haya condiciones estables de temperatura y humedad relativa, con un sistema de monitorización ajustado a las instalaciones y una rutina mensual de inspección y limpieza.

El resto de la colección de restos guanches está depositado en los bajos del edificio del Tenerife Espacio de las Artes (TEA) con un sistema ajustado de aire acondicionado, extinción de incendios y detección automática de humos.

El 'regalo de Navidad' soñado de María García sería el que haya recursos suficientes para comprar un generador de nitrógeno, de manera que el nivel de oxígeno en las instalaciones sea el mínimo posible y así reducir el proceso de oxidación que lleva al deterioro.

Ahora los restos están depositados en instalaciones con bombonas de nitrógeno pero con un generador se abaratarían los costes, precisa la conservadora, que también considera beneficiosa la posibilidad de tener un sistema automático de deshumidificación.