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Irak se precipita hacia la guerra civil sectaria

  • Mayo es el mes más sangriento en cinco años, con más de mil muertos
  • Suníes y chiíes crean milicias armadas
  • La oposición culpa al presidente Al Maliki de la división creciente

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Irak vive el momento más violento de los últimos 5 años

El mes de mayo ha sido el más sangriento en Irak en más de cinco añoscon 1.045 personas muertas en actos de violencia, ha anunciado la ONU este sábado en un comunicado. En este periodo, testigo de un repunte de la violencia en su mayoría de naturaleza sectaria, otras 2.397 personas han resultado heridas.

Hasta ahora abril fue el mes con más muertos en Irak desde 2008, con 700, en su mayoría civiles víctimas de atentados con bomba.

Las bajas que se están produciendo aún están lejos del peor periodo de violencia sectaria, el comprendido entre marzo de 2006 y el mismo mes de 2008, que costó la vida a 52.000 personas, según la ONG Iraq Body Count. El peor mes de aquella etapa fue julio de 2006, con 3.266 muertos.

Ante la actual ola de violencia sectaria, en la que a un atentado contra chiíes sigue otro contra suníes, y viceversa, la pregunta es qué cifra de víctimas ha de escogerse como umbral para comenzar a hablar abiertamente de guerra civil.

El enviado de Naciones Unidas en Bagdad,  Martin Kobler, ha advertido esta semana del riesgo de que la confrontación se amplie. "La violencia sistemática está lista para explotar en cualquier momento si todos los líderes iraquíes no se comprometen inmediatamente en alejar a su país de este caos", ha declarado. "La guerra civil ya ha empezado", aseguraba, a comienzos de mayo, una  fuente anónima de la administración iraquí al rotativo británico The Independent.

La "primavera suní", en el origen

La crisis política y de seguridad actual tiene su origen en las protestas originariamente pacíficas de la comunidad suní contra el gobierno de Nuri Al Maliki (chií).

La minoría árabe suní (alrededor del 35% frente al 60% de chiíes) gobernó el país prácticamente desde su fundación hasta la caída de Sadam Hussein. Ahora se sienten ciudadanos de segunda, postergados, aseguran, en el acceso a los empleos y a la riqueza nacional y maltratados por las fuerzas de seguridad.

Los suníes temen también la influencia de Irán, al igual que las monarquías del Golfo, y en especial Arabia Saudí, con quien Teherán mantiene una especie de "Guerra Fría" regional.

La huida del país del vicepresidente suní Tariq al Hashimi y las manifestaciones de diciembre de 2012 marcaron sendos hitos en una escalada de desconfianza entre el gobierno central y los suníes, concentrados en las provincias de Anbar y Nínive. Pero las protestas siguieron siendo mayoritariamente pacíficas.

La matanza de Hawija en abril marcó un giro en los acontecimientos. Desde entonces impera la dinámica de la venganza. Al Maliki retrasó hasta julio las elecciones en las dos provincias conflictivas, agravando la situación.

Creciente separación entre comunidades

Barrios separados por muros, puestos de control en las carreteras, milicias comunales... los signos de una creciente y violenta división entre comunidades religiosas y étnicas en Irak están por todos lados.

Dos factores contribuyen a que la brecha pueda alcanzar una profundidad de ruptura. De un lado, el desarrollo de la guerra en Siria envalentona a los suníes, que ven como una guerrilla mayoritariamente suní (y cuyo componente más importante es el yihadista) combate a un régimen cuyo grupo dominante pertenece a una secta chií y está apoyado desde Irán. La contienda siria, por cierto, amenaza con desestabilizar también a Líbano.

De otro, faltan, en este momento, actores interpuestos que puedan evitar el choque directo.

Los kurdos, que habitualmente habían actuado de mediadores, en esta ocasión están enfrentados con el gobierno de Al Maliki por su afán recentralizador y por el reparto de los beneficios del petróleo y de los presupuestos federales.

En declaraciones a RTVE.es, el responsable de Relaciones Exteriores del Gobierno Autónomo de Kurdistán, Falah Mustafá Bakir, proponía la dimisión de Al Maliki cuyo autoritarismo, decía, era responsable de la polarización. Los kurdos han retirado a sus ministros del Gobierno y han reforzado militarmente el área que controlan en el norte.

Las tropas de EE.UU. tampoco están ya ahí, ni para reforzar la seguridad ni para encarnar al enemigo común que atraiga hacia sí los odios de una y otra parte.

Militarización en ambos lados

De la creciente tensión da cuenta que jeques y autoridades tribales suníes están llamando directamente a los jóvenes a tomar las armas.

En las provincias de Anbar y Diyala, milicias tribales de reciente creación han amenazado directamente con atacar al Ejército iraquí si este no se retira, según informa la edición digital en inglés del diario egipcio Al Ahram. Estas milicias pueden sumar hasta 1.000 voluntarios y entre sus cuadros hay exoficiales del Ejército de Sadam Hussein.

En abril, y en un anuncio de lo que puede ocurrir, uno de estos grupos tomó el control de una zona en la provincia de Salahedín durante unos días, hasta que llegó a un pacto con las Fuerzas Armadas.

Los chiíes, alertados, también han comenzado a organizar también sus ejércitos comunales. Es el caso del Ejército del Mujtar, una milicia creada por Wathiq al Battat, secretario general de la rama iraquí de Hizbulá. En una entrevista, con el periódico Al Sharq al Awsat, Battat asegura que cuenta con más de 3.000 partidarios fuertemente armados.

Hay otro grupo que tiene todo que ganar con la confrontación. Se trata de Al  Qaeda, que prácticamente había desaparecido del mapa, o se había  refugiado en la clandestinidad, después de 2008, y que ahora ve la  oportunidad de recuperar posiciones entre los suníes.

Si los atentados continúan y la cifra de víctimas sigue aumentando, puede que la prensa internacional y la  diplomacia se decidan a hablar ya de "guerra civil". La misma podría conducir, en el peor de los casos, a la división del país en tres entidades (suní, chií y kurda) según explica el correponsal de la BBC Jim Muir.

Por el contrario, la celebración de las elecciones presidenciales, previstas para 2014, o una eventual mediación internacional podría ofrecer alguna vía de distensión que aleje a los iraquíes del abismo.